XXXIII

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P.O.V Marcus

Nunca pensé que llegaría a enamorarme de esta forma.

Siempre entendí que el amor era algo maravilloso, y en ocasiones creía que lo había encontrado, pero no estaba más que convenciéndome a mí mismo de que era así.

Alexander es mi primer amor.

Antes de él me reía de las series románticas en las que, por el simple hecho de que la protagonista viera al chico que le gusta sonreír, su mundo se debilitara.

Pero es una situación tan real. Cuando Alexander sonríe mi mundo se detiene, solo puedo verlo a él, ensanchando con delicadeza sus finos labios, un gesto tan sencillo pero tan hermoso.

Nunca pensé que gritaría de emoción con solo imaginármelo sin camiseta, la verdad nunca pensé que me dedicaría a imaginar a otra persona sin camiseta en primer lugar.

Pensamientos subidos de tono, desear besar sus labios, sentir mi piel electrizarse con cada toque... Parece impensable.

Pero es real.

Es real y es maravilloso, aunque aterrador a la vez.

Por ello ahora estoy en un museo a pesar de que no soy muy fan de ellos, sinceramente los museos me suelen aburrir bastante.

Pero la mirada de Alexander mientras observa los cuadros, tal vez sean imaginaciones mías pero es como si brillara. Su inexpresión es la misma de siempre, pero aún así siento emoción dentro de él.

—Vayamos a ver ese cuadro de allí —pidió señalando uno a lo lejos mientras tomaba mi mano. Yo asentí con una sonrisa.

Nos paramos frente a un cuadro antiguo de un hombre siendo atravesado por varias flechas en la espalda. La verdad es que algunos cuadros eran algo sádicos o sexuales.

Mi novio volvió a tomarme de las manos y me arrastró frente a una escultura de mármol de un hombre desnudo.

Vi una diminuta sonrisa posarse en los labios de Alexander.

—Se parece a ti —se burló un poco. Yo desvié la mirada sientiendo calientes las mejillas.

—Yo no soy tan alto, ni tan musculoso —murmuré. Alexander me observó interesado.

—Claro... Si te hubiera visto desnudo lo habría sabido —comentó, noté un ligero tono pícaro en su forma de hablar.

—¡Alexander! —le reproché avergonzado.

En ese momento volvió a ocurrir: Una ligera y pequeña risa se escapó por sus labios, dejándome sin palabras.

Este al percatarse de ello tapó su boca, siendo esta vez el que estaba ruborizado. Yo quité sus manos de su rostro.

—No dejes de reír, ríe más... Es hermoso —rogué con emoción. Sus mejillas tan sólo se pusieron más rojas, haciéndole parecer todo un tomate.

—Basta, no sé como reír —refunfuñó. Yo elevé una ceja.

—Pues yo acabo de oír hace segundos una risa preciosa y feliz —Ante mis palabras Alexander suspiró, desviando la mirada.

—¿No se escuchó muy rara? —negué a su pregunta .— ¿Estás seguro? —asentí con la cabeza.

Este me dedicó otra pequeña sonrisa.

—Hacía muchos años que no reía por algo... Normal —comentó decaído .— Solo podía reír en mis ataques de locura y... —Tragó saliva, borrando por completo su sonrisa .— No quería que mi risa sonara de una manera rara o desquiciada, que diera miedo... Por eso comencé a preocuparme por esconder mi risa desde que reí en el cine —Me sentí orgulloso con sus palabras, me estaba contando sobre sus inseguridades en vez de guardárselas.

✖¿Hay amor?✖ (BL) FINAL IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora