–Estoy cansada de todos ustedes, juro que sí – Suspiré mientras me tiraba en el último asiento de la sala de biología. Era mi primer día de clases después de las vacaciones y todos mis compañeros resultaron ser la misma pesadilla de hace tres meses.
–No te pongas así, T/N, sabes que te queremos, bicho– Dijo HyunJin de forma burlona, nunca podía faltar el payaso de la clase que nunca maduró.
–Vete a la mierda, Hwang, y en el camino procura ganar un poco de neuronas– Solté incluso más enojada que antes y decidí poner mis audífonos a máximo volumen.
"The Most" sonando de fondo mientras mi ritmo cardíaco disminuía.
Resultó ser que la señorita Im no había atendido a la clase, lo cual me pareció extraño porque esa víbora no desaparece nunca.
Mis amigas tampoco habían llegado porque, por supuesto, nadie llega temprano el primer día de clases.
Encendí mi teléfono por sexta vez en cinco minutos, y marcaban las 8:25, faltaban al menos diez siglos para volver a casa.
Pasé las manos por mi cabello en señal de frustración, si Momo y Jeongyeon no estaban conmigo, yo no hablaba con absolutamente nadie más, siendo sincera, ellas son mis amigas porque las conozco desde quinto grado y simplemente me gané su confianza cuando no solía tener todos los desórdenes mentales de ahora.
Levanté mi mirada viendo como todos tenían su círculo social, reían y seguramente se contaban lo que hicieron en el verano, todos estaban en su propio mundo sin necesidad de prestarme atención, justo como a mí me gustaba.
Excepto por una persona.
Una castaña con mejillas adorables me estaba mirando fijamente mientras sus amigos hacían bromas tratando de impresionarla, parecía como si estuviera en otra dimensión. Ella era Minatozaki Sana, cómo no reconocerla. Llegó a la escuela hace tres años, nunca fui su amiga, hicimos un par de trabajos juntas debido a selecciones aleatorias en clase, pero nunca había entablado una conversación con ella que no tratara de asuntos académicos.
Fruncí el ceño inclinando mi cabeza hacia un lado, era conocida por expresar facialmente muy bien lo que sentía, y esa no fue la excepción. En cuanto hice eso, ella apartó la mirada avergonzada con un pequeño rubor en sus mejillas. Qué extraño.
Me puse a pensar en la razón por la cual ese incómodo asunto había sucedido, pero no encontré ninguna explicación. Recordé que el año pasado corrían los rumores de que ella gustaba de mí, pero nunca le dí importancia porque pensé que no era real, es decir, mírenme, quién podría gustar de una persona como yo, mucho menos Sana.
Estaba empezando a alterarme, así que apreté mis manos tres veces y volví a mi teléfono. Por suerte Momo y Jeongyeon llegaron unos pocos minutos después, en cuanto entraron a la clase, todos los chicos y chicas se quedaron mirándolas, no eran las típicas chicas populares, pero su presencia impactaba.
El cabello corto de Momo con su perfectamente alineado flequillo, sus ojos que parecían de otro mundo y su brillante sonrisa. La apariencia intimidante de Jeongyeon cuando decidía matar a todos con la mirada, tomaba la mano de su novia con seguridad como si ellas fueran diosas y los demás simples e inútiles mortales.
Cuando llegaron a mí, agarraron dos sillas y las posicionaron una mi izquierda y la otra a mi derecha.
—¡T/N! — Gritó Jeongyeon con una sonrisa emocionada abrazándome por el cuello. Claramente la descripción que acabé de hacer era la manera en que las ve el mundo, si las conocieran mejor se darían cuenta de que sólo son dos pastelitos llenos de azúcar.