El Segundo beso de Ron y Hermione

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En el salón de la Madriguera Ron, Ginny y Harry permanecían sentados en silencio. Sin quererlo, los ojos de Ron se dirigieron hacia las manos de su hermana. Apenas unos milímetros separaban sus dedos de los de Harry. Parecían acariciarse aún en la distancia.

¿Y tú qué miras? Le espetó Ginny

"Está enana, siempre tan delicada" pensó Ron. Harry solo tragó saliva y enrojeció. Ron no lo entendió y su mente empezó a hacerse preguntas. ¿Enrojecer por casi tocar a mi hermana cuando hace poco más de un año la estaba besando por los rincones de Hogwarts? Amigo, salvaste el mundo pero eres imbécil.

Pero Ron no quería pelearse. Ni con su hermana ni con Harry ni con nadie. Estaba demasiado cansado. Cansado de vivir en un mundo sin Fred. Así que simplemente se levantó y se fue. Se fue de aquella casa donde con tanta frecuencia se oían los sollozos que su madre intentaba disimular.

Ron se dejó caer, en medio del jardín, en el suelo. ¿Qué más daba? ¿Qué más daba todo? ¿Qué importaba que un mierda cómo él estuviese estirado en el suelo del jardín donde todos podían verlo? ¿Qué más daba si lo único importante que debía hacer no fue capaz de hacerlo? ¿Qué importaba nada si él no había sido capaz de salvar a su hermano? Y de nuevo Fred volvió a su cabeza. Rememoró la escena de su muerte en el castillo, como siempre. Parecía que su cerebro no dejaba de repetirla, como una de esas pinículas que veían los muggles... ¿O eran plibículas? En fin, ya nada importaba.

Sintió que alguien se sentaba a su lado en el suelo. Hermione. Solo en ese momento se dio cuenta que sus mejillas estaban llenas de lágrimas. Pensó en limpiárselas antes que Hermione las viera, pero no lo hizo. ¿Para qué? Ella sabía que él estaba llorando. Ella lo sabía todo. Este pensamiento hizo aflorar una sonrisa en el rostro de Ron.

¿De qué te ríes? Preguntó ella.

De ti. Respondió él. Hermione le miró con esa mirada suya que hacía temblar a los alumnos de los primeros cursos de Hogwarts. Esa mirada que tantas veces le dedicó a Fred. Mierda. De nuevo su hermano volvió a su cabeza. El rostro de Ron se contrajo en una mueca dolorosa. Hermione debió adivinar por donde divagaban los pensamientos de su amigo y toda ira desapareció de su rostro, que se llenó de tristeza.

¿Hermione por qué lo hiciste?, preguntó Ron.

Ella le miró extrañada. ¿Por qué hice qué?

¿Por qué me besaste en medio de la batalla?

Ah, verás yo... - Por una vez, parecía haberse quedado sin palabras - Ron, tú ya sabes por qué una chica besa a un chico... Ya tenías experiencia en eso, ¿verdad?

- Mira quién fue a hablar....

No, no. Ron no quería iniciar otra ronda de peleas de Krum contra Lavender. Decidió volver al tema de conversación...

- ¿Quizás una chica besa a un chico... por qué tiene los labios secos?

- Ron, eres imbécil.

Y la risa acudió a los labios de Ron. Hermione se contagió y sus carcajadas podían oírse desde la Madriguera. Ginny y Molly miraron por la ventana y sonrieron al ver a los chicos riendo así, tumbados en el suelo, tan cerca el uno del otro. "Vaya par de cabezotas", dijo Molly. Ginny la miró y asintió.

Cuando pararon de reír, Ron lanzó a Hermione una mirada pícara.

- Puedes repetirlo cuando quieras.

- ¿El beso? - Preguntó ella temerosa.

- Sí.

Los dos permanecían estirados, uno junto al otro, mirando al cielo.

- ¿Entonces te gustó? - Preguntó ella.

- Claro. Ya te he dicho que lo repitas cuando quieras.

Ella hizo un mohín de enfado.

- ¿Qué pasa, Hermione?

- No pienso ir detrás tuyo como una colegiada enamorada, Ron. - Enseguida Hermione se dio cuenta que se había equivocado. Sí era una colegiala y síque estaba enamorada, por mucho que ese sentimiento sonara grande y a pesar que ella misma se lo quiso negar durante años.. enamorada del bruto de su amigo que le miraba con ojos chispeantes. De ese amigo que estaba cada vez más cerca... Y que siguió acercándose hasta depositar un corto y dulce beso en sus labios. Luego se separó, le pasó el brazo por los hombros y ambos levantaron la vista para mirar las estrellas. Ella se levantó súbitamente.

- ¡Ron, las estrellas! Se nos ha hecho de noche.

- ¿Y qué más da?

- ¡Ronald! ¿Cómo que qué más da? En tu casa soy una invitada y es de suma mala educación llegar tarde cuando la mesa está puesta. ¡Dios Mío! No siquiera ayudé a tu madre a poner la mesa o a cocinar...

- Cosa que toda la familia agradecemos, dadas tus dotes culinarias...

Ante la asesina mirada de Hermione, Ron decidió callar y seguirla a regañadientes hasta el interior de la casa.

Nada más cruzar el umbral un torbellino pelirrojo cayó sobre ellos. George.

- Ron, Hermione. ¿Cómo se os ocurre estar ahí fuera, de noche y sin protección?

Hermione se creyó morir. Se había olvidado de las nuevas normas de seguridad aplicadas hasta cazar a los últimos mortífagos que se habían dado a la fuga. Seguro que George estaba muy preocupado por Ron, no querría perder otro hermano.

- Lo siento, George. Ha sido culpa mía, yo distraje a Ron. En el exterior, de noche y sin protección... ¿Cómo pude ser tan estúpida de dejarme mi varita dentro?

- ¿Quién habla de varitas, Hermione? - Dijo George - Yo me refería a esto.

Y entregó a Hermione una caja extra grande de condones.

Toda la cocina estalló en carcajadas. Ron, ofendido, arrastró a Hermione y la sentó en una silla a su lado.

- Pasa de estos entrometidos, Hermione. Le dijo a la avergonzadísima chica justo antes de meterse en la boca un trozo enorme de pastel de carne. Y aunque se quisiera mostrar ofendido, en el fondo estaba muy contento de que George por fin riera y bromeara después de tanto tiempo.

Momentos PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora