Las cosas en la relación que Lu Han tenía con sus padres habían cambiado mucho desde aquella mañana en la cual el pelinegro tuvo el valor de anunciar que empezaría a vivir de acuerdo a sus propios planes. No estaban contentos con lo que el menor hacía, pero tampoco podían detenerlo, y por más que el señor Lu se esforzaba por hablar con él para hacerlo cambiar de opinión, no lo conseguía.
Un mes había transcurrido desde que Lu Han se había dado de baja. Estaba listo para seguir sus sueños de una vez por todas y dejar atrás aquella horrible sensación de ser un prisionero bajo el techo de su propia familia.
—¡Debemos celebrar el nuevo comienzo de Lu Han! —Jong In no había dejado de insistir desde que el cambio de escuela se había anunciado como un hecho—. ¡Haré una fiesta en mi casa! ¡Mejor que la anterior!
—Ya quedó claro que no nos dejarás en paz hasta que digamos que sí —contestó Se Hun, sonriendo de lado.
Con gran emoción, Jong In comenzó a organizar todo. Ansiaba el poder ofrecer otra fiesta y pasar un buen rato en compañía de sus amigos y algunos compañeros. Se corrió la voz y pronto todos empezaron a desear que llegara el fin de semana para olvidar cualquier asunto que tuviera relación con la escuela.
El tan esperado día llegó y la casa de Kai estuvo llena antes de que el reloj marcara las veinte horas. Se Hun tenía toda la intención de aprovechar el tiempo para conversar con Lu Han, pero lo había perdido de vista de un momento a otro y estaba comenzando a preocuparse. Ya que no todos conocían al pelinegro más bajo, tuvo que preguntarle a varias personas por él, hasta que finalmente se encontró con un chico que le pudo dar una buena respuesta.
—Lo vi salir hacia el jardín hace unos minutos.
—Gracias.
—No es nada.
Se Hun se despidió con un simple gesto de su mano y se abrió paso hacia aquel sitio que el contrario había mencionado, mismo que en esos momentos era mucho más silencioso que el interior de la vivienda.
Lu Han estaba parado en el centro del jardín, observando el cielo nocturno, dándole la espalda a toda la celebración que se suponía que estaba sucediendo en honor a él y a sus grandes pasos hacia su libertad. Al más alto se le ocurrió acercarse al delgado chico muy lentamente para picar sus costillas en plan bromista y meterle un pequeño susto, pero al final abandonó esa idea por miedo a hacerlo enojar, así que sólo avanzó de la manera más casual que pudo.
—¡Ah! ¡Ahí estás, Lu Han! ¿Por qué te fuiste de repente sin decir ni una palabra? —Sonrió al estar lo suficientemente cerca, mas la expresión en su rostro tardó realmente poco en cambiar cuando se dio cuenta de que el más bajo tenía los ojos enrojecidos y que había lágrimas resbalando por sus pálidas mejillas—. ¿Lu Han?
—Mi mamá... me llamó hace un rato...
Se Hun colocó una mano encima del hombro ajeno mientras intentaba decidir si lo mejor era preguntar algo o esperar a que el contrario siguiera contándole acerca de lo sucedido. Estaba nervioso porque jamás había sido bueno para consolar o decir lo correcto en el momento en el que otros lo necesitaban, y por cómo se veía el otro pelinegro en esos instantes, sabía que la señora Lu no le había dado buenas noticias.
—¿Puedo... ayudarte? —Eso fue lo único que logró decir después de tanto pensar.
—No lo creo —contestó Lu Han, moviendo su cabeza de un lado a otro un par de veces y dejando salir un suspiro—. Acaban de llevar a mi abuelo al hospital porque se puso muy mal y...
—¿Y? —Lo invitó a continuar—. ¿Necesitas irte ahora? Puedo acompañarte, si quieres.
—Quiere verme —susurró.
—¿Eh?
—No entiendo qué está pasando exactamente, pero mi abuelo presiente que ya no logrará salir de ésta, Se Hun —explicó tras tomar un poco de aire—. Le pidió a mi mamá que me llamara porque quiere que vaya a verlo, él quiere... —Se notaba lo mucho que le costaba decirlo—. Quiere despedirse de mí.
—Lu Han...
Aquellas palabras eran muy fuertes, y claro, sabía a qué se refería el pelinegro más bajo con eso. Lu Han no pudo seguir manteniéndose fuerte ni un segundo más. Se abrazó a Se Hun, apoyando su rostro contra su hombro, y se soltó a llorar de manera desconsolada.
Se Hun sentía que alguien estrujaba su corazón sin piedad alguna con sólo escuchar a Lu Han llorar, pero no sabía qué hacer para que se detuviera. La situación claramente era grave, no podía asegurarle que todo iba a terminar bien. Lo único que podía hacer por él era estar a su lado y dejar que se desahogara... Tal vez no parecía la gran cosa, pero en realidad era lo que más necesitaba Lu Han.
Correspondió al abrazo y acarició la espalda ajena con suavidad. Su camiseta estaba húmeda a causa de las lágrimas, pero no le importó, y no se apartó ni siquiera un poco.
—¿Cómo se supone que haga esto, Se Hun? —Cuestionó entre sollozos.
—No lo sé... Pero sí sé que no tendrás que atravesarlo todo tú solo —le habló al oído con voz serena, como si intentara consolarlo.
Continuará.
.............................
Perdón por haber tardado tanto en actualizar. 😭
ESTÁS LEYENDO
Una sensación reconfortante [HUNHAN]
FanfictionSabe que el mundo no es tan amable como dicen. Ha visto lo frío y cruel que puede llegar a ser en realidad. Hay tan pocas cosas reconfortantes, pero... ⚠ PROHIBIDO COPIAR O ADAPTAR ESTA HISTORIA.