Alert® || KNJ

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Ya no era novedad el hecho de que al doctor Kim y a mí nos tocara hacer guardias de esa manera tan repentina, pero admito que no me gustaba mucho el tener que hacerlo.

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Durante la noche las enfermedades de los pacientes se volvían peores, a eso se le suma el hecho de que había más riesgo de que se escaparan y a pesar de que algunos guardias solían quedarse, en caso de que los necesitáramos cuando era la guardia del doctor Kim todos se iban porque sabían de su excelente trabajo. Eso no quitaba que sintiera temor de lo que podía llegar a ocurrir y yo definitivamente prefería ir a casa a descansar tranquila.

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Más aún cuando había rentado una de mis películas favoritas y había esperado verla antes de que expirara la fecha de uso.

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Nuevamente, fui al consultorio y para mi sorpresa el paciente Jeon ya estaba ahí. Su rostro reflejaba la inocencia de cualquier chico, a pesar de que su enfermedad era compleja y no tenía cura alguna, tenía unos enormes ojos y una apariencia bastante bien cuidada.

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Quería acabar rápido, así que, me senté frente a él y empecé a revisar su informe, se trataba de un joven de Busan de 21 años, vive con sus padres y su esquizofrenia fue detectada desde los 18, pero no había tenido algún tratamiento previo. Eso era un problema

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–Jeon Jung Kook– lo nombré llamando su atención –cuéntame ¿sabes por qué estás aquí?– negó con la cabeza –niño ¿sabes que es la esquizofrenia?

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Asintió y sonrió ladino, mostrando la perfecta hilera blanca de dientes que tenía –sé que la tengo, no es algo que me avergüence–

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Enarqué una ceja frente a su respuesta, parecía contradecirse, pero debía seguir indagando –entonces si sabes por qué estás aquí

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–mamá piensa que está mal lo que hago, pero lo que no entiende es que la estoy cuidando y a papá también– murmuró con claridad

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Tomé apuntes de cada palabra que salía de su boca –¿de qué los cuidas exactamente?–

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–personas malas, que los quieren atacar...– titubeó –siempre están cerca esos malditos– dijo cambiando su semblante a uno lleno de seriedad

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Su seguridad al hablar era tal que incluso yo podría creer que hablaba en serio, pero sabiendo que la mitad de lo que decía era producto de su imaginación supe que debía ignorar algunas cosas, sin dejar de poner atención a lo importante.

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–dime ¿te han seguido estas... "personas malas" a tu trabajo?– asintió con la cabeza –y supongo que por eso llevas cuchillos en tu maleta ¿o me equivoco?

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–prefiero estar preparado– dijo tranquilo

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–entiendo– dejé el bolígrafo sobre la mesa

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–sabe mi nombre– sonrió juguetón –pero yo no sé el suyo doctora–

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Noté que aquello no lo preguntaba porque me tuviera confianza, me era bastante evidente la lujuria con la que me miraba y examinaba cada centímetro de mí. Entonces, tuve que pensar en un nombre falso, no porque no confiara, pero ya sabía de una caso en el que un paciente localizó a su psiquiatra solo por saber su nombre.

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Pensé en un nombre falso, pero a mi mente solo llegaban hamburguesas de chili, había estado sin comer desde la mañana y apenas me estaba pasando factura –llámame Hachi–

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–está bien doctora Hachi– me miró con una sonrisa que cambió radicalmente por su ceño fruncido –le prometo que la protegeré de esos infames si se aparecen por aquí, a fin de cuentas, no es justo que la ataquen por ser una mujer tan bella– dijo seguro de sus palabras

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–gracias Jeon– dije y sentí una pequeña alerta interna, por lo que, tomé mis cosas, salí y llamé a una enfermera que se llevó a Jeon a su habitación para que empezara el protocolo como se hacía con todo el que ingresaba

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Me dirigí a la oficina del doctor Kim para entregar mi reporte y una vez entré lo encontré con su mirada fija en su ordenador.

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–doctor le traigo el informe del paciente Jeon, parece algo grave su condición– deposité la carpeta sobre la mesa –¿puedo ayudar en algo?

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El doctor Kim miró el informe y luego me miró a mí, reglándome una sonrisa cálida –nada por el momento– suspiró y regresó su mirada al ordenador –luego la llamaré–

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–claro doctor– empecé a dirigirme hacia mi escritorio

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–de hecho, necesito pedirle un favor

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Detuve mi paso y di media vuelta para mirarlo, me acerqué a paso lento. a su escritorio y tomé asiento frente a él –dígame–

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–¿podría dejarle un recado a mi prometida?– lo miré extrañada

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–creí que sería algo más... profesional doctor– suspiró y sonrió cansado mostrando unos bonitos hoyuelos que podían encantar a cualquiera

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La verdad es que el doctor Kim era bastante apuesto.

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–tiene razón, no debería pedir algo tan personal– rodé los ojos, en serio me daba curiosidad saber lo que sucedía y solo era porque no tenía nada mejor que hacer con mi vida y el doctor Kim siempre tenía historias interesantes

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A comparación de él, mi vida era como un juego de ajedrez aburrido e insípido, pero él había viajado y tenía una pareja que lo iba a ver en el hospital de vez en cuanto y tenía amigos y una vida interesante fuera del hospital.

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Suspiré fingiendo desinterés –dígamelo, después de todo, me pagan por eso ¿no? Por facilitar su trabajo

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Él negó con la cabeza y bebió un poco de su café –estás aquí para hacer tu trabajo como psicóloga y realmente, no es necesario que pases el recado

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Lo miré fijamente –suena duro ¿problemas en casa?– su mirada divago en mí, para después viajar con pereza a su ordenador –¿acaso quiere romper su compromiso doctor Kim?– lo miré expectante, asintió lentamente y mi sorpresa no se hizo esperar –pero doctor, cuando le pidió matrimonio...

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–no lo había pensado bien señorita Hamada– suspiró algo frustrado –el amor es complejo y mi prometida demasiado celosa... me agobia bastante –acarició su mentón– no me gusta hacerla sentir insegura, pero tampoco confía realmente en mí –rio algo sarcástico– ya ni siquiera recuerdo por qué le tenía afecto o si tan solo le propuse matrimonio porque es lo que mis padres querían para mi durante esa época o mucho peor y solo fue algo por carne y pellejo

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Suspiré confundida –tal vez no la amaba– deduje –tal vez solo estuvo ilusionado por el físico o la elevó en un pedestal que ahora nota que es poco realista y eso le afecta

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–tal vez si– respondió 

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