Una semana después, Akashi se dio cuenta del cambio que había hecho su secretario de poquito en poquito hasta tener como resultado eso: su ropa de trabajo. Ya no era la de un Omega, ceñido del trasero y camisas livianas y algo ceñidas en la cintura con alguna decoración. No, era una camisa gruesa y pantalones algo flojos. Parecía una persona cualquiera.
¿Qué propósito tenía eso?
Eso pensaba, completamente extrañado mientras lo observaba dejando unos papeles en su escritorio. Con aparente tranquilidad y rostro imperturbable. De hecho, cuando cruzaron miradas, apenas una sonrisa fue lo que recibió, una de pura cortesía sin nada más de trasfondo.
Ya en serio, ¿qué propósito tenía? Claro que sabía que tenía razones de sobra para comportarse... pues de todas las maneras posibles, menos esa. Como indiferencia mezclada con resignación. Ver a Furi así le molestó. Por eso cuando el Omega se disponía a retirarse, habló.
―¿Me quieres explicar por qué estás vestido así? ―cuestionó señalándolo con la mirada de arriba hacia abajo, incluso de una manera grosera.
―¿Hay algún problema? ¿Impide que haga bien mi trabajo? ―le contestó con preguntas a su jefe, porque sabía que él odiaba cuando una persona contestaba con más preguntas.
Akashi lo miró confundido por un instante― No particularmente, pero...
―Entonces no hay de qué preocuparse si puedo ser igual de eficiente que siempre ―finalizó con una última sonrisa, algo falsa para gusto del pelirrojo pues conocía cómo era la sonrisa de Furi, y esa no era la que recordaba en el Omega―. Por cierto, quería comentarle algo. Hacerle una petición.
―¿Cuál es? ―preguntó intrigado.
Furi se veía nervioso, pero recuperó su compostura tan serena para hablar―Me gustaría un aumento para finales de este semestre. Usted lo mencionó también hace unas semanas, sé que no llevo mucho. Pero lo necesito y sé que lo merezco ―tragó duro y esperó que su jefe no perdiera la paciencia o algo peor.
―Lo pensaré ―dijo con la mano en la barbilla―, te mandaré llamar para darte mi respuesta.
―Gracias, con permiso ―dio media vuelta y salió de la oficina de Akashi, quien pudo observar nuevamente el traje tan de Beta que traía Furihata. Sin mencionar su atrevimiento al dar a entender que su ropa no importaba, pues él venía a trabajar.
Apretó los puños, a punto de explotar, pero no lo hizo; dejó que se marchara, pues era cierto: no había nada que discutir porque la política de su empresa jamás había contemplado Omegas, justo porque Furi era el único. Así que, básicamente, el castaño se había salido con la suya.
Eso le divirtió un poco cuando lo pensó mejor, ah, no conocía esa faceta de Furi. Y si bien le generaba un gran enojo y frustración, le divertía verlo tan astuto para cosas así.
Entonces recordó aquellas noches en que estuvieron juntos trabajando. El ánimo que le daba día con día aunque con algo de timidez o temor. Su acercamiento. Sus besos, besos que eran tiernos y suaves como Furi. La dedicación y apoyo que había tenido de su parte sin pedir nada a cambio. Pero ahora parecía que sí quería algo más. Tal vez era lo justo, pero dolía. Dolía que al final por su culpa, Furi hubiera decidido comportarse como todos los demás con él.
Ese aumento que pedía Furi, debía de pensarlo minuciosamente, pues si alguien consideraba que no lo merecía, se empezarían rumores. Quizás si le daba más responsabilidades se podría justificar. Pero en ese momento no quería pensar más sobre el asunto. Ya después lo decidiría mejor.
ESTÁS LEYENDO
Medios Tonos (Omegaverse)
FanfictionAños trabajando para esa familia, todo por su color de piel. Así viene siendo desde hace ya tanto tiempo. La única diferencia es que ya no se les llama esclavos domésticos, sino sirvientes. Se te daba un rango por dos cosas: 1. tu color de piel. 2...