Un día con Alex

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Para empezar, iniciar el día era la peor parte. Era como intentar esculpir algo desde el inicio: ¿Por dónde empezabas?

Buena pregunta.

Cuando despertaba, lo primero que hacía era lamentar su existencia. En serio, ¿Tenía que seguir haciendo eso después de todo? Merecía un descanso. Eterno, de preferencia.

Se metía a duchar y elegía las ropas con las que más se sentía cómodo: Ese día eran unos vaqueros rosas y una camisa verde con un estampado del Valhalla.

Ese día se sentía como «él».

Comió comida que se robó del banquete de la noche (últimamente no podía gozar del banquete de la mañana, además de que tenía que dormirse temprano) y esperó a que Magnus tocara su puerta. Desde que Alex entró a su habitación de improvisto en ropa interior y Magnus se murió (literalmente), habían acordado en que él pediría permiso para entrar a su cuarto.
Claro, si acordar significaba aclarar con sólo la opinión de Alex.

Cuando él tocó la puerta, él simplemente le gritó que entrara.

Magnus entró y... Por los dioses de Asgard, era tan afortunado. Su cabello rubio, sus ojos grises, su playera del Valhalla en él...

Con cabello largo se veía guapísimo, pero no podía evitar querer cortarle el cabello. Podía agarrar su cabeza cuanto quisiera, acariciar su cuero cabelludo disimuladamente y apreciar su belleza bajo una excusa. Además de que si ahora dejaba que le creciera el cabello, habrían chicas tras él en todo momento.

Y era tan difícil que Magnus se diera cuenta.

— ¿Qué pasa? — Preguntó Magnus, probablemente al ver que se había quedado embobado viéndolo.

— Tienes un moco en la cara — Mintió. Mientras Magnus se revisaba la cara en un espejo, él guardó la comida en un cajón.

— No tengo nada — Dijo Magnus después de unos segundos.

— Pues se te cayó — Contestó Alex, limpiándose las manos en su pantalón.

— Simplemente apúrate, Hearth nos va a regañar de nuevo por llegar tarde — Dijo, dirigiéndose a la puerta con su mochila en mano — Esta vez no tengo ganas de hablar con Heimdall.

Fue hacia su mochila y juntos hicieron el mismo recorrido de siempre: Ir con Hearth y Blitz, visitar a Heimdall, hacer angelitos de arcoíris e ir a la escuela por un retrete.

De verdad que Hearth y Blitz Debian confesar de una vez que se sentían como padres respecto a ellos. Si no fuera por el detalle de que prácticamente Blitz era el primo de Magnus.

Cuando se dirigieron a los casilleros, captó la mirada de algunas chicas y unas más disimuladas de algunos chicos. ¿Qué podía decir? ¿Salir de un retrete siendo Alex Fierro? Hasta Ratatosk debía parar los chismes para burlarse de él.

Abrió su casillero y se encontró una carta de amor.

Awww.

La guardó en un libro al azar y ordenó sus útiles.

Se dirigió a su primera clase: Física.

Le tocaba con Magnus, el llamitas, el lamentable no Apolo, la bruja, Superman y su novia.

Se sentaron juntos como siempre e hicieron todo menos lo que les pedían.

— ¿Por qué se paró la impresora? — Preguntó Alex. Miró expectante a todos, quienes simplemente se encogieron de hombros. Apolo rodó los ojos.

— No sé — Dijo Magnus.

— Parece que tuvo una impresión muy fuerte — Respondió antes de soltar una carcajada.

Percy Jackson: Y los héroes de la escuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora