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La luna llena siempre me había resultado hermosa, apasionante. Ahora simplemente no puedo evitar mirarla con odio, como si todo fuera culpa suya; como si estuviera en su brillo el poder de frenar el estertor que me atormenta y, sin embargo, no hace nada para cambiar mi destino. Supongo que sólo me queda acostumbrarme a esta nueva vida, a esta nueva familia. El tiempo será el que logre sanar todas las heridas, sin importar qué tan profundas sean, hasta dejar solo las cicatrices.

Y aunque esas marcas siempre estarán allí para recordarme cada detalle del pasado...no evitarán que siga siempre mirando hacia el futuro.

La Maldición de los Lycans: noche de aullidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora