Mi fuerte no es jugar

24 3 0
                                    



Estoy desnuda en una cama que no es la mía. Observo el espacio mientras me acurruco y abrazo una almohada que no me pertenece. Mientras te espero pienso que puedo contar con los dedos de una mano las veces que estuve acá y sin embargo no me siento extraña. Quisiera serte familiar, pero vos seguro estas en el balcón, mirando hacia el frente, fumando el segundo cigarrillo post sexo, pensando a qué hora es el próximo partido, que no es conmigo. Abstraído de todo, como de costumbre. Acaba de pasar el último tren dejándonos un silencio aliviador. Me concentro y pienso que me impacienta un poco tu lentitud. Para todo. Para aceptar una invitación a tomar una copa de vino o una cerveza. Para besarme. Para mirarme sin el prejuicio que pueda estar sintiendo más que vos. Para decirme que sí, que lo pasas bien conmigo. Y que te gusto, aunque reniegues.

Estoy desnuda en una cama que no es la mía. Al advertirlo me tapo como acto reflejo con una manta que tomo sin mirar. Pienso que no me incomoda la desnudez de mi cuerpo. De hecho la disfruto y gozo. Escucho unos pasos y te veo venir. Sonrío, más de lo que debo. Me miras fijo, intento mantenerte la mirada para por fin descubrir y tener la confirmación que tus ojos son color verde. Pero no puedo, bajo la mirada rápidamente para que no sepas cuánto me gusta mirarte. En cambio vos no tenes problema en mirarme fijo porque estás seguro que yo no te puedo descifrar y eso te gusta, te hace sentir bien. Disfrutas jugar conmigo. Y eso es lo único que me da desconfianza y miedo. Eso es lo que me hace sentir desnuda, en un cuarto que apenas conozco. Te acercas a mí, cómodo, vos jugas de local. Siempre lo haces, aunque no sea tu casa. Te acercar cada vez un poco más. Estas en cuero. Yo sigo desnuda. Te paras frente a mí, te sacas el jean. Yo te miro casi hipnotizada. Te quedas en bóxer, un bóxer negro que te queda hermoso. El lugar de la cama es amplio, sin embargo vos decidís acostarte bien cerca de mí. Me abrazas, fuerte. Tan fuerte como cuando alguien se aferra a algo que no quiere perder. Aunque no creo que tengas miedo a perderme. Yo sí.

Estoy desnuda en una cama que no es la mía. El calor de tu cuerpo me arropa, me tranquiliza, hace volver mi respiración a la normalidad. Te acaricio el pecho mientras recorres mi espalda con tus manos. La sensación de plenitud es indescriptible, creo que jamás me sentí así. Ni siquiera sé qué significa sentirse "así". La habitación está totalmente a oscuras y en silencio. Sólo escucho tu respiración. Y la mía. Escucho los latidos de tu corazón y puedo confirmar que tus pulmones no están 100% sanos. Siempre odié el olor a cigarrillo a pesar de ser una fumadora social, pero en éste caso no me molesta darte un beso y creer que acabo de llevarme un cenicero percudido a la boca. Las caricias son cada vez más intensas y pienso que no quiero que amanezca. No quiero que el ruido del tren me vuelva a la realidad. Tampoco a mi casa. Me impacienta pensar cuándo va a ser la próxima vez que estemos juntos. Sé que es un poco apresurado, pero con vos, la ansiedad siempre me gana.

Estoy desnuda en una cama que no es la mía. Pero vos también lo estás. Puedo darme cuenta de esto porque me insistís de madrugada, con los ojos achinados por el sueño que vea una escena de tu película favorita, la que más te hace reír. La que te muestra genuinamente como una persona que siente pero prefiere fingir que es el mejor jugador de play, que gana por goleada, pero muy rara vez dá revancha.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Sep 24, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

La noche que me ganaste en la play Where stories live. Discover now