—Yo soy Adrián... ¿Cómo te llamas?
Llevábamos casi ocho minutos así. Adrián había revisado la boca del rubio, y al parecer esta se encontraba casi intacta, no había rastros de nada que indicara que no pudiera hablar.
Aún así el chico no decía palabra, comenzábamos a plantearnos si era mudo.
—Mmmm... ¿podrías asentir con la cabeza si es que sabes hablar? ¿Entiendes lo que te digo? —preguntó Adrián, el chico bajó la mirada y se llevó las rodillas al pecho .— ¿Tal vez habla otro idioma? —me dijo esta vez a mí.
Iba a mirar en mis gafas su nombre cuando de repente me percaté de que las funciones se habían limitado, ¿desde cuando? ¿Acaso hay algún tipo de sistema aquí dentro que las limita? El caso es que solo podía reconocer rostros y ver el estado mental y físico de las personas. Las funciones de visión nocturna, infrarrojos, copia de huellas dactilares, grabadora de voz..., entre otras, habían desaparecido.
Fruncí el ceño y, resignado, elevé el mentón del rubio para probar a ver si esque lo reconocía. Al parecer sí funcionó.
"Elie Burrell, 17 años"
No había más información de él más que llegó a la base a los 14 años de edad.
Era muy joven, contando que había vivido varios años en esta situación era obvio que ya estaba más que roto psicológicamente.
Le comenté esto a Adrián, y él agachó la cabeza, triste.
—Elie, ¿puedes entenderme? —repitió el pelirrojo, sin rendirse. El rubio dio un pequeño espasmo, seguramente al escuchar su nombre.
Buscó con su mano a Adrián, y este se dejó encontrar. Elie volvió a llevar la mano del pelirrojo a su mejilla y cerró los ojos.
Entonces asintió levemente con la cabeza, y eso a Adrián lo emocionó.
—¿De verdad? —dijo, esperanzado. Aunque repentinamente el rubio se separó y abrió los ojos de par en par .— ¿Qué ocurre? —Elie trató de ocultarse tras Adrián, escondiendo su rostro en la espalda del contrario, que estaba confundido.
Segundos después abrieron la celda y aparecieron dos soldados con una cadena.
—Se acabó el tiempo —sentenció uno mientras el otro se acercaba hacia Adrián y Elie, iba a interponerme cuando me percaté de que tan solo apartaron al pelirrojo del medio para volver a encadenar al muchacho, que temblaba asustado.
Tiraron de la cadena y por tanto de él, el joven rubio se revolvía mientras trataba de resistirse a que lo llevaran, pero era muy débil además de que acabaría ahogándose si tiraba más de las cadenas.
—¡Vamos, maldita sea no tenemos todo el día! —Dio un tirón uno de los guardias haciendo que el rubio perdiera el equilibrio. Adrián quería entrometerse pero no le dejé, si lo hacía él también acabaría mal.
Al final Elie se resignó y dejó que se lo llevaran.
—¿Qué crees que vayan a hacerle? —preguntó Adrián con una voz baja y triste. Yo simplemente lo abracé contra mi pecho.
Era obvio que lo llevaban de nuevo con Dante, y a saber de lo que era capaz ese hombre, con simplemente ver el estado de Elie deja en claro como Dante lo trata.
¿Pero hasta qué punto? ¿Abusará también de él? ¿Le torturará de alguna manera psicológica a parte de la física?
Ahora pensar en que Adrián podría haberse vuelto también el "juguete" de Dante me aterra.
...
Habíamos comido. Adrián no tenía mucho apetito, seguía pensativo y su salud mental no había mejorado y tampoco tenía pinta de que lo iba a hacer.
Por un momento al verlo curar y tratar con tanto cariño a Elie, creí que estaba mejor. Al parecer su estado mental tan deteriorado no le ha influido para nada a la hora de seguir preocupándose por los demás, lo cual me intranquilizaba. En este lugar sentir demasiada empatía es un arma de doble filo.
Hace unos minutos nos estaban llevando hacia el exterior para los entrenamientos cuando le raparon los laterales del cabello a Adrián. Lo siento raro así, pero no me disgusta y a él no parece importarle, supongo que la apariencia no es lo más importante en una situación como esta.
Había un nuevo sargento, era grande y corpulento, de unos cuarenta años, con barba y ojos desafiantes. Fue verle y echar de menos a Adriel de inmediato.
El hombre nos mandó hacer flexiones, eso no era problema para mí pero para Adrián...
Adrián, al igual que yo al inicio, no tenía una habilidad física notable. Él era delgado y saludable por su dieta vegana y porque los sábados se dedicaba a andar por las mañanas, pero más allá de eso no hacía ningún otro deporte.
Mientras que yo hacía mis flexiones, noté como sus brazos temblaban, apenas podía bajar y era completamente normal, pero la mirada del sargento en él no decía lo mismo.
Por suerte no le dijo nada, solo lo miró con desaprobación y pitó con el silbato. Ahora debíamos correr.
Puse a Adrián en frente de mí mientras corríamos para vigilar que nadie le hiciera algo malo como ponerle la zancadilla. A mí me lo hicieron más de una vez durante los primeros meses.
Pero después de los diez minutos corriendo Adrián no parecía estar bien. Me puse a su lado para decirle a una corta distancia:
—Tranquilo, no queda mucho... —traté de animarlo.
Aunque en verdad íbamos a estar corriendo por cuarenta minutos más y después seguramente haríamos abdominales. Y mañana en la mañana empezaríamos con el manejo de armas y más ejercicio físico.
—¡Vamos pelirroja, te veo flaqueando! —Le llamó la atención el sargento. Yo gruñí.
—Trata de ignorarlo —pedí en un susurro. Adrián agachó la mirada y asintió con la cabeza.
Claro que después de varios minutos sus piernas comenzaron a fallar por el cansancio, y en más de una ocasión estuvo a punto de caerse sino fuera porque yo le sostenía antes de que ocurriera.
—César n-no puedo más —me susurró tratando de recuperar el aliento.
—No queda mucho, respira por la boca para que llegue más oxígeno, retén el aire un poco antes de exhalar —comencé a aconsejar viendo que se estaba quedando sin aire. Adrián me miró agotado y asintió con la cabeza tratando de hacer lo que le había dicho.
Al final lo logró, esto no cambiaba el hecho de que estaba agotado pero al menos la situación había mejorado.
Quedaban unos quince minutos y el pelirrojo no tenía pinta de poder seguir tanto tiempo. Las primeras veces siempre son las peores, yo casi acabo desmayándome la primera vez que corrí aquí.