-Madre mía- dice Max al ver el lugar de la fiesta.
Es una casa grande, con jardín, el cual está lleno de gente y con vasos tirados al suelo con restos de alcohol en el interior. La música está muy alta y, no es muy del estilo de mi amigo. A medida que vamos avanzando hasta el interior de la casa, Max se pone cada vez más incómodo, no me lo dice, lo veo en su expresión.
-¿Y ahora qué?- No puedo evitar reírme ante esa pregunta. -¿De qué te ríes?
-De nada, lo siento. Si quieres podemos ir a buscar algo de beber- Le echo un vistazo esperando su respuesta, pero, envés de eso me lanza una mirada de pocos amigos.- No hace falta que me mires así, seguro que hay algún refresco por ahí, no tienes porqué beber alcohol.- Le sonrío de forma juguetona y, a causa de su inmenso orgullo, pone los ojos en blanco.
Nos dirigimos a una habitación la cual, no podría adivinar que se trata de la cocina, si no fuera por la gran campana de horno que cuelga del techo. La zona de ésta, está repleta de gente y los muebles están cubiertos por una capa de vasos de cerveza vacíos. Mientras le sirvo a mi amigo un vaso de naranjada, un pequeño y escandaloso torbellino rubio se acerca a nosotros dando tumbos, ya que al parecer, el torbellino ya va borracho.
-¡¡¡MMAAXX!!!- Sin tan solo dejar responder a mi amigo, Allie ya se ha abalanzado sobre éste.
Con tan solo un movimiento ambos han acabado en el suelo, y la gente de alrededor cuchichea y se ríe a partes iguales. Mi cara expresa una mezcla de asombro y diversión, me parece que Max no podría estar más incómodo, y Allie... Allie no podría estar más pedo. Me acerco a mis amigos y agarro a la rubia por la cintura como modo de ayuda. Por primera vez en toda la noche Allie se da cuenta de mi presencia y también salta a mis brazos acompañado de un gritito.
-Madre mía Allie -por más que lo intento no puedo dejar de reírme, la imagen de Max cayendo al suelo con Allie entre sus brazos es demasiado para mi.
Ya de pie, Max recobra la compostura y se da cuenta de que la gente le está mirando, echa la mirada al suelo y se ruboriza, es de lo más adorable.
-¡¿Como has podido convencerle para que venga a la fiesta?!- Por la pregunta, sé que Allie se refiere a mi, pero no puede apartar la mirada de mi amigo. Él nunca lo admitiría, pero tanto Max como yo sabemos que la razón por la que ha venido es Allison, y por eso, en cuanto han salido esas palabras de los labios de la chica, me ha dirigido una mirada de espanto, o tal vez de advertencia, no lo sabría decir muy bien. Es por eso a lo que respondo: -Bueno Allie, ya sabes que, a cabezona no me puede ganar nadie.- Le guiño el ojo y Max me sonríe de modo de agradecimiento.
-Si, eso es cierto, jajaja.
Cansada de estar en la cocina, dirijo a mis amigos al salón, por suerte hay espacio en el sofá para los tres. La mayoría del tiempo permanezco callada escuchando las anécdotas de Allie con esa amiga suya, Isabella se llamaba. Max, tan educado como siempre escucha atentamente a su amiga, y yo me dedico a ir tomando pequeños sorbos de mi copa.
Un poco cansada de estar sentada me decido ir a dar una vuelta por la casa a ver si encuentro a alguien más interesante con la que conversar o el baño, lo primero que venga.
Cuando ya llevo unos cinco minutos recorriendo los pasillos de esta enorme casa decido volver hacia atrás para buscar la cocina y rellenarme el vaso. Con esta ya van cuatro copas, soy consciente de que me estoy pasando un poco de la raya, pero me aburro y hoy duermo en casa de Max, eso si él no se queda en esta y se tira a Allie, aunque no creo, a ver, no estaría mal, ya que llevan meses mareando la perdiz y sin hacer nada al respecto a lo que sienten entre ellos, pero bueno, eso ya es cosa suya.
Saliendo de la cocina, me choco con un tío enorme, el cual no tiene ninguna pinta de tener mi edad, o la de ninguno de los presentes en esta fiesta. El chaval ni siquiera me pide disculpas, le maldigo para mis adentros y me dirijo hacia el jardín para que me de un poco el aire. En cuanto pongo un pie en el césped, empiezo a inspeccionar el panorama que tengo delante. Sentadas en las escaleras de la entrada, dos chicas se están dando el lote sin parar, un par de pasos delante de ellas hay un grupo de tres chicos hablando, dos de ellos van con una camiseta negra con diferentes estampados, y el otro lleva una de color rojo. Cuanto más me fijo más me suena uno de los de camiseta negra, éste tiene el pelo castaño, no muy largo aunque un poco rizado. Sin darme cuenta, le he estado mirando de un modo bastante poco disimulado, por lo cual, recupero la compostura cuando veo que se está dirigiendo hacia mí. Madre mía, que vergüenza me doy a mi misma.
-Buenas- Manda huevos, ya sé quien és, va a mi clase de biología, suele estar callado pero es bastante majo.
-Emm... Hola- Le digo por lo bajo. Me empieza a entrar la risa floja, pero la consigo controlar lo suficiente para que no se piense que voy muy borracha.
-¿Que tal estas Alex? No sabía que estarías por aquí hoy.
-Muy bien, y, lo cierto es que yo tampoco tenía planeado con mucha antelación venir aquí, si te digo la verdad.- Le miro y me sonríe, tiene una sonrisa encantadora- ¿Tu como estas, Lucas?
-Pues muy bien, yo tampoco sabía que iba a venir hasta esta noche, pero bueno, oye, ¿sabes dónde está Max?- Ah claro, se me olvidaba, tambien es amigo de Max.
-Hace rato les he dejado a él y a Allison en el salón hablando, si quieres te acompaño a buscarlo.
Asiente y emprendemos el viaje al salón. Cuando llegamos no me puedo creer la escena que estoy presenciando. Allie ya no está y parece ser que Max le ha tirado una bebida o algo encima del tío que se chocó conmigo anteriormente que no tiene nuestra edad.
-¡¡¿¿Pero qué cojones te pasa, eh??!!- Le está gritando a grito pelado, y, obviamente va como una cuba, solo hace falta ver que no se sostiene en pie y sus ojos rojos. De repente veo que se acerca mucho a mi amigo y le da un empujón. Al verlo voy corriendo hasta mi amigo, no sé muy bien porqué, ya que físicamente no me podría enfrentar a ellos ni de broma, mi tamaño y el suyo no tienen ni punto de comparación. Al ver que Max no le responde de ningún modo al empujón, el grandullón se dirige a darle otro, pero justo antes me pongo enfrente suya como modo de escudo a mi amigo. Definitivamente voy bastante borracha.
-¡¡Aparta mocosa si no quieres recibir tú también!!- Me mira a los ojos con furia, pero no me muevo, estoy totalmente petrificada.
-¿¿¡¡Se puede saber de qué coño vas!!?? ¡¡No puedes presentarte en una fiesta en la cual ni siquiera te han invitado y liarte a hostias!! ¿¿Pero se puede saber cuantos años tienes??- Sinceramente, no me creo ni yo lo que me acaba de salir por la boca, creo que habla más el alcohol que mi conciencia, pero durante unos segundos lo agradezco, hasta que veo que se dispone a agarrarme de la muñeca. He tenido un acto reflejo veloz, no me ha podido tocar. En este justo momento el alcohol y el sentido común están teniendo un debate de lo más importante, salir por patas de este sitio o pegarle una patada en el culo. Pero antes de hallar el resultado de la discusión, veo que todo el mundo ha formado un corrillo alrededor de nosotros. Por un instante, el cual me parece eterno, me cuesta respirar y escuchar a la gente de mi alrededor. Estoy en otro lugar de mi mente y no sabría decir cual es. Tengo miedo, pero no voy a permitir que me supere. En cuanto vuelvo a la realidad, veo que el chico se está echando atrás, creo que se ha dado cuenta de que no vale la pena iniciar una pelea con dos menores por una sola bebida. Doy media vuelta, y sin escuchar ninguno de los comentarios que hacen la gente de mi alrededor, salgo fuera, no puedo contenerlo más. Odio que cuando me siento impotente, llena de rabia que me supera, me echo a llorar, no puedo controlarlo. Me siento en un pequeño muro que hay en el jardín junto a unos arbustos. Miro al cielo, respiro hondo, y en cuanto bajo la cabeza, vomito, lo vomito todo, la comida y la cena de ayer incluida. Sin alzar la mirada, noto como alguien me sujeta el pelo, pero estoy demasiado ocupada en este momento. Vaya noche.
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IMPOTENCIA
Teen FictionEsta historia trata de cinco adolescentes desconocidos entres ellos, pero, que tienen más en común de lo que creen. Con esto, queremos dar a conocer los problemas de los adolescentes ante la generación adulta, és decir, ese sentimiento de impoten...