Un Lobo Entre Leones (Algunos caps en edición)

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ROBERT LANNISTER

La suave brisa del norte, aquella nieve que llenaba el paisaje de blancos matices y ocultaba cuanto hubiera en su alrededor. Robert miraba sentado con espada en mano, desde un tronco aquel camino que recorrió hace ya varios años como Robert Snow, aquel niño alejado por deseo de su padre hacia un lugar desconocido y solitario en donde aquel sentimiento de miedo y dolor se acumulaban el pecho, en especial el miedo.

Robert no podía dejar de jugar con los botones de su capa, pequeños leones que mantenían unidos a su cuello aquella capa de piel oscura, con suaves y rápidos movimientos de esta en donde se amenazaba con que se soltase. El frío ya se había entumecido levemente y enfriado su nariz poniéndola de un color rojizo, no pudo evitar soltar una discreta sonrisa solo para él; evitando de esta manera que alguien viera el atisbo de alegría que le daba regresar a aquel frío y lúgubre lugar, en donde el calor solo se desprendía de fogatas y los motivos de alegría eran muy contadas, a diferencia del sur en donde el calor llegaba a ser insoportable y las festividades estaban en el orden del día: torneos, festivales, obras de teatro y tanto ebrio quisiera realizar un baile en algún lugar de mala muerte que alegrara aun que fuera por algunos momentos a las personas. Haciéndoles olvidar de aquellas penas y escasez que en su mayoría sufría, muy al contrario del Dominio, en donde los Tyrell gobernaban y cuidaban celosamente toda aquella riqueza para su propia gente.

Solo la casa Tyrell era de las únicas que competían en riquezas con la Lannister, con excepción de los Hightower que al alejarse de la política de los 7 reinos se dedicaron a hacer aún más grandes las riquezas que Antigua protegía su ancestral hogar. Aullidos de lobos a la distancia era lo que mantenían a Robert alerta.

- Maldición - Una voz saco a Robert de sus pensamientos y recuerdos, un hombre mayor a el de cabellos tan dorados como el mismo oro que se usaba para comerciar entre casas, frotaba una mano contra la otra sobre sus guantes de cuero. Este se sento a un lado del menor en búsqueda del calor que aquella fogata desprendía - Vamos maldición, ¿es que no hay en este lugar de porquería un lugar decente donde parar?

- Podrías dejar de maldecir - Robert reanudo su mirada hacia aquella espada que posaba en su pierna y sostenía con una de sus manos mientras la otra reanudaba la limpieza de esta - Por más que lo digas tus bolas seguirán igual de frias - Un joven apuesto de ojos grises como el acero lo veia directamente mientras limpiaba su espada

- Es fácil decirte esto como si nada, ¿que acaso no tienes frio? - Pregunta mientras se acercaba un poco más al fuego que se encontraba encendido.

Jaime habia actuado como un hermano mayor para Robert desde que lo vio en Kings Landing, aun que extraño a vista de los demas Robert no pudo haberse sentido mas agradecido con los antiguos y nuevos dioses. Sentir el calor de un hogar fue aquello que lo mantuvo en pie en aquellos dias de añoranza por su vida en el viejo y frio norte. Claro eso durante un tiempo antes de saber las tretas de los dioses

- Pase buena parte de mi vida aquí, y aprendi a soportarlo - Desde niños a los norteños se les mostraba formas de mantener su calor, fuera entre pesadas sabanas de piel de animal o ya en edad, entre las piernas de una mujer

- ¿Hablando de mujeres frente al mas puro y casto leon? - Dijo una voz la cual se iba acercando cojeando con una botella de vino que iba bebiendo - Cuidado hermanito, puede que sus oidos sangren y sus ojos se salgan del cráneo

- Tal vez deberías de aprender un poco mas de eso - Respondió Jaime - Puede que el dia menos pensado tu pequeña verga se quede atascada o se pudra de tantas visitas que realiza

- Buena jugada querido hermano, aun que me encargare de avisarte cuando eso suceda - Sonrió mientras le tendia el vino que Robert con gusto acepto y bebió mientras Tyrion se sentaba justo al frente de ambos hombres - Y bien Rob ¿cuanto falta para Winterfell?