Cuando una invasión de infectados convierte a los humanos en monstruos devoradores de carne, Mark y su familia intentan encontrar refugio y respuestas. Con su padre desaparecido y las amenazas acechando en cada rincón, Mark carga con la responsabili...
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«Aquí el informe especial de la cadena internacional.»
La voz de la reportera sonaba grave y tensa, como si cada palabra fuera una sentencia. La pantalla mostraba imágenes desoladoras de ciudades en ruinas, lugares desiertos y calles cubiertas de polvo y escombros.
«Las autoridades en Estados Unidos han confirmado que, debido a la amenaza incontrolable que representan las zonas infectadas en Corea del Sur, se tomarán medidas extremas para contener la propagación. Lamentablemente, tras intentar varias soluciones y sin éxito, la última medida será el despliegue de misiles en las áreas con mayores focos de infección.»
Una pausa larga y helada se apoderó de la transmisión, mientras en la pantalla aparecían mapas de las zonas afectadas. La reportera continuó:
«Sin embargo, el gobierno de los Estados Unidos también ha informado sobre la creación de un refugio especial a las afueras de Seúl, destinado a proteger a los civiles no infectados. Equipado con tecnología de purificación y seguridad, este lugar se ha preparado para albergar a quienes logren llegar sanos.»
La imagen cambió a una entrevista con un funcionario estadounidense que miraba la cámara con determinación.
-Esta es nuestra última opción. Nos comprometemos a ayudar a los sobrevivientes, pero la única forma de evitar una catástrofe global es eliminar el riesgo en su origen. A todos los ciudadanos en las áreas seguras, se les recomienda dirigirse al refugio tan pronto como sea posible. El tiempo es esencial.
La transmisión volvió a la imagen de la reportera, quien hablaba con una mezcla de urgencia y resignación.
«Así que, repitiendo el aviso para quienes aún se encuentren en las zonas críticas: el refugio estará disponible, pero las horas son limitadas. La seguridad de los civiles es nuestra prioridad.»
Luego de eso, la pantalla se desvaneció en negro.
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Apenas podía distinguir su respiración entre el polvo que lo envolvía. Todo era oscuridad y silencio, salvo por el eco distante de explosiones y el crujir de los escombros sobre él. Intentó mover sus brazos, pero uno de ellos estaba atrapado bajo una losa de concreto. El dolor era tan intenso que cada intento por liberarse lo hacía gritar en un susurro ahogado.
La cabeza le daba vueltas, y trató de recordar qué había pasado. Las imágenes regresaron en destellos: la explosión, el calor abrasador, los gritos de sus compañeros, la fuerza que lo había lanzado por el aire y el impacto contra el suelo. ¿Estaban todos bien? ¿Hyuck, Jaehyun, Taeyong? Apretó los dientes, luchando contra la desesperación que comenzaba a invadirlo.
Un sonido se filtró a través de la oscuridad, débil pero inconfundible: alguien estaba cerca. Era un murmullo, como un eco de vida en medio de la desolación. Mark intentó gritar, pero solo logró un susurro áspero.
-Aquí... estoy aquí...
La voz se hizo más clara y reconocible: Hyuck. Entre la penumbra y el polvo, pudo ver una sombra moviéndose entre los escombros.
-¡Mark! - jadeaba, sus manos temblaban mientras apartaba pedazos de concreto y fragmentos de vidrio, ignorando los cortes que cubrían sus palmas-. ¡Espera, ya casi!
Mark sintió que sus ojos se humedecían al verlo. Con cada fragmento removido, una chispa de esperanza se encendía en él. No estaban solos. Hyuck estaba ahí, luchando por sacarlo, arriesgando su propia vida. Hyuck, que con cada jadeo, con cada grito de aliento, parecía determinado a no abandonarlo.
-pensé que... -Mark no pudo terminar la frase. El nudo en su garganta y el dolor en su pecho lo ahogaban.
-No digas nada. -Hyuck lo miró, sus ojos encendidos de determinación, y con un último esfuerzo, logró mover la losa lo suficiente para liberar el brazo de Mark-. Vas a salir de esta. Ambos saldremos.
Al liberarlo, Mark apenas podía mantenerse en pie, sus piernas temblaban, y su visión se nublaba. lo sujetó, pasando un brazo alrededor de sus hombros. Entre ambos, cojeando y tambaleándose, avanzaron por el terreno destrozado. Los escombros y la ceniza formaban una niebla densa que apenas dejaba ver el camino.
-¿Y los demás? -preguntó Mark, aunque temía la respuesta.
-No lo sé. Vi a Jaehyun y a Taeyong hacia el sur antes de la explosión. Tal vez lograron refugiarse, pero... -Hyuck hizo una pausa, su voz quebrándose-. No podemos preocuparnos por eso ahora. Solo debemos salir de aquí.
De repente, un rugido rompió el silencio. Desde la oscuridad, figuras tambaleantes comenzaron a aparecer, atraídas por el estruendo de la explosión. Los infectados, con sus ojos inyectados de hambre, avanzaban hacia ellos como una marea imparable.
-No... no ahora... -susurró Mark, mientras sus labios temblaban y su voz se desvanecía entre el dolor.
Los infectados avanzaban, tambaleándose, a pocos metros de ellos. Mark intentó levantarse, pero sus piernas ya no le respondían, y una profunda herida en su costado goteaba, tiñendo el suelo de rojo oscuro. El peso del dolor y el cansancio lo aplastaba, hundiéndolo en una desesperación que nunca había sentido. Miró a Hyuck, cuya expresión mostraba una mezcla de pánico y obstinación.
-Vete... -murmuró Mark, con los ojos entrecerrados y el rostro pálido-. Solo... corre.
El contrario negó con la cabeza con una desesperación feroz, sus manos temblando mientras intentaba jalar a Mark para ponerlo de pie.
-¡No voy a dejarte aquí! -Su voz estaba rota, un grito de rabia contenida y miedo-. ¡Levántate, por favor!
Sintió que las fuerzas lo abandonaban y que la oscuridad empezaba a consumirlo. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y una de ellas escapó, trazando un rastro en su mejilla ensangrentada.
- No puedo... -Sus palabras fueron apenas un susurro-. No puedo seguir... Déjame.
lo miró, sus propios ojos llenándose de lágrimas al ver a Mark así, tan quebrado y vulnerable. Se inclinó, sosteniéndolo con más fuerza, como si al sujetarlo pudiera evitar que se desmoronara por completo. La ira y la tristeza en su pecho estallaron, y abrazó a Mark con fuerza, susurrándole:
-No voy a dejarte, Mark... Nunca.
El abrazo era cálido, una extraña sensación que contrastaba con el frío de la sangre y el suelo bajo ellos. Mark sintió un nudo en la garganta, incapaz de sostener las palabras que se formaban en su mente.
-No arriesgues tu vida por mí -murmuró, su voz rota.
Los sollozos de Hyuck comenzaron a llenar el espacio entre ambos, y Mark sintió las lágrimas de su amigo caer sobre su piel. La determinación en el rostro de Hyuck era inquebrantable; aunque su cuerpo era delgado y su aspecto frágil, había una fuerza en él que parecía desafiar todo. comenzó a arremeter contra los escombros, quitando piedras y pedazos de metal con manos que temblaban, pero que no dejaban de aferrarse a Mark.
-No me importa, Mark. No pienso dejarte morir aquí, ¿me escuchas? -Hyuck apenas podía hablar entre lágrimas y respiraciones entrecortadas.
Uno a uno, los infectados se acercaban, y cada paso era un recordatorio de que el tiempo se agotaba. Pero el chico se negaba a mirar atrás. Tomó aire, cerró los ojos un instante, y con un grito que parecía arrancar las últimas fuerzas de su interior, deslizó el brazo de Mark sobre sus hombros y lo levantó, tambaleándose bajo el peso. Los músculos de sus piernas temblaban, sus manos dolían al aferrarse a su amigo, pero nada importaba en ese momento. Cada paso que daba era una promesa: no iban a caer, no mientras le quedara un respiro.