Oneshot I: Cruel premisa

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El crepitar de la ardiente fogata además de mantener la temperatura a un nivel soportable en aquella caverna, era la única fuente de sonido del lugar, así pues, en el inhóspito refugio el silencio era la pasiva compañera de Sakura y Sasuke. La primera no podía despegar sus ojos verdes de su compañero de antaño, quien a su vez observaba sin moverse ni un centímetro el como las ramas eran consumidas por el fuego, sino fuera porque no era el momento idóneo, quizás ella se hubiera reído hasta tomarse del estómago para después sollozar y comenzar a llorar.

Es que la situación era irrisoria, simplemente. Amaneció con los ojos enrojecidos por tanto llorar, después se dirigió a realizar una misión de rango C y resultó que el cielo desahogó todo su dolor pues comenzó a llover de manera torrencial, en consecuencia se vio obligada a encontrar refugio en una cueva cercana. Al entrar, de inmediato se obligó a tallarse los ojos para asegurarse de que lo que veía era real, pues ahí se encontraba el aludido de sus lágrimas. Sasuke la examinó de tal forma que si las miradas mataran, quizás estaría muerta. Para su sorpresa el hombre no hizo ninguna acción más, sólo rozó con la yema de sus dedos la empuñadura de su katana lanzándole una amenaza silenciosa y cerró los ojos con lentitud, lucía en verdad agotado.

—¿Sasuke-kun? —canturreó tiritando del frío y el horror, pues para colmo de males reparó en que él vestía la jodida capa negra con nubes rojas. —Así que es verdad, te has unido a Akatsuki.

No hubo respuesta y ella no agregó nada más a pesar de sentirse tentada por recriminarle su decisión y rogar porque volviera a la aldea, un inexplicable nudo en la garganta le impedía abrir la boca pues sabía que en cuanto lo hiciera, se rompería en mil pedazos. El resonar del tacón de sus botas se escuchó cuando ella se sentó frente a Sasuke, manteniéndose separados por nada más que la fogata, ambos recargaron el cuerpo contra la pared tras ellos y hasta este momento aquello fue lo único relevante que hubo ocurrido.

—Deja de mirarme. —escupió, frunciendo el ceño.

Sakura pegó un respingo al escucharlo teniendo la sensación de que sus pensamientos fueron reventados como una burbuja por la fría voz de Sasuke, pensamientos que cabe mencionar incluían una y otra vez el cómo no dudó en apuntarle con la katana dispuesto a quitarla del camino.

"Molestia. Molestia". Cantó su yo interna señalándole con crueldad su posición.

—Lo siento, sólo... —balbuceó durante unos segundos hasta que resignada desvió la mirada. —Cielos.

Mientras afuera el diluvio destruía todo, adentro el infierno se desataba ante tanta indiferencia. Sakura dirigió sus ojos hacia la entrada de la cueva hundiéndose de nueva cuenta en su mar de remordimientos y para su desgracia, no demoró mucho tiempo para que por sus mejillas se esparciera la sensación de humedad. Apretó sus ojos y labios con fuerza para después propinarle un sonoro puñetazo a la pared, reprimiendo un gran gemido en el proceso. En su deber como ninja es indispensable contener los sentimientos y no dejarse llevar por ellos, pero maldición, le fue frustrante que ni por esa razón pudo regular sus emociones.

"Miserable, eres miserable Sakura. Él ya es un criminal."

¿Por qué Sasuke-kun? —jadeó, dirigiéndose hacia él de rodillas. —¡Ya estás en el libro Bingo, Danzo ha dado pie a que te atrapen vivo o muerto!

Ante la mención de Danzo, la mirada de Sasuke se ensombreció y se activó, parándola en seco, su aterrador sharingan.

—Maldición, estuvimos tan cerca de encontrarte aquel día... —susurra con un hilo de voz. —¿Por qué te uniste a Akatsuki?

—Eso no te importa.

El ardor de sus rodillas dolió menos que el impacto de sus crueles palabras. Su mirada se ensombreció a la vez que su cabeza luchaba con desesperación por evitar que pensamientos de resignación hacia el hombre que amaba la dominaran. Sasuke debía de tener alguna esperanza, por pequeña que fuera. Cesó de llorar y extendió con timidez la mano hacia su pálida mejilla a lo que en un abrir y cerrar de ojos, su posición fue de sumisión pues él capturó su muñeca con hosquedad y la pegó a la pared. Resonó entonces su gemido ahogado.

—Es en serio Sakura, no te metas en cosas que pueden dañarte.

Su voz se escuchaba fría pero sincera, sin rastros de violencia o sarcasmo; pese a su posición fue obvio que el objetivo de Sasuke no fue atacarla, su reacción había sido tan solo un reflejo. El repiqueteo acelerado de su corazón sumado a su estómago revuelto le quitó el deseo de rogarle metiendo de lleno cuanto le amaba y las consecuencias de sus acciones, en cambio, se dejó vencer por el atemorizante escrutinio de su mirada ya sin el sharingan. Derrotada lo intentó de nuevo, extendió su brazo para acariciarle el rostro y lo logró finalmente, él frunció el ceño al sentir su toque.

—Konoha siempre será tu hogar.

Entonces el rostro de Sasuke se deformó en una mueca de asco. Soltándola como si repeliera su contacto, se levantó y se dirigió a la salida de la cueva, sin embargo, Sakura corrió hacia él para detenerlo, rodeando fuertemente su espalda con los brazos. La escena parecía una triste y miserable repetición de lo ocurrido hace años cuando aún eran unos niños.

—No te vayas... —Sasuke viró el rostro hacia atrás, mirándola expectante. —Aún sigue lloviendo.

Si hace dos años le hubieran contado que él sería parte de una organización criminal se hubiera carcajeado en sus caras, mas tristemente aquella era la realidad. Los dos volvieron a la misma posición en la que se encontraban minutos atrás, estando ya no tanto separados por algo físico como lo era el fuego, sino por los pensamientos que ambos no permitían escapar. Sakura suspiró al acurrucarse junto a la fogata y ver que Sasuke imitaba su acción, aquello era la confirmación de que el día había acabado para ellos; pero ella no quería que fuera así, porque sabía que en cuanto cayera dormida todo habría acabado, no lo vería en mucho tiempo. Fijó sus ojos verdes en él, resignándose a solo mirar su espalda cubierta por la capa de Akatsuki.

—Cuídate Sasuke-kun. —susurró desde lo más profundo de su corazón.

Luchó lo más que pudo, se arañó las palmas de las manos y ni así lo logró, el sueño la atrapó una hora después a causa de todo su cansancio. Al abrir de nueva cuenta los ojos para recibir al nuevo día, se enderezó impaciente y lo buscó con la mirada, sin embargo, allí no habían rastros contundentes siquiera de una fogata. En cuanto las lágrimas se arremolinaron en sus ojos negó con la cabeza y no les permitió salir, dispuesta a continuar con su misión.

"Cobarde" se reprochó, huyendo de su cruel premisa: Sasuke no quería ser salvado.

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