Esta misión es ridícula" pensé por décima vez desde hacía una hora, exactamente el mismo tiempo hacía que Mr Jackes me había dicho que tendríamos que hacerla.
-Recuérdame por qué estamos aquí -exigí mientras pulsaba el botón del ascensor.-Porque estamos en una misión, y esta es la orden. A mi tampoco me hace ilusión, compórtate, por favor.
Suspiré, en parte por la prepotencia que parecía no abandonar jamás a ese hombre, y en parte por la lentitud del ascensor, que no había llegado todavía.
Después esperar unos interminables segundos, Jackes y yo pudimos subir al fin al viejo armatoste. Al entrar, me refleje en el espejo que se alojaba en la pared del cubículo en el que nos encontrábamos, con la ayuda del cual, peine algunos mechones rebeldes. Después miré a mi compañero frunciendo el ceño; se encontraba a mi lado, peinando también los pelos grises de su barba, para después pasar su mano por su cabello cano.
-¿Por qué me miras así?-me pregunto con una sonrisa socarrona.
Yo no sonreí, le dirigí, por el contrario, una mirada censuradora, y entonces volví a preguntar.
-¿De qué narices trata esta misión?
Él no respondió enseguida, se permitió el lujo de hacerme esperar, y después de unos segundos, contestó:
-En la casa en la que vamos, -comenzó, mientras colocaba y avisaba los pliegues de su traje negro- viven dos ancianos, una mujer de ochenta años que no sale de casa, y un hombre enfermo de alzheimer.En mi rostro se pintó una mueca de ligero asombro. Él continuó hablando:
-El hombre tiene bajo su cargo un gran tesoro en finanzas: unos diamantes con valor de nada más y nada menos que un millón y medio de dólares.
La mueca de asombro se triplicó y mi boca se abrió, siendo incapaz de cerrarla hasta el momento en el que hablé.-Pero tiene alzheimer....
-... y no se acuerda de donde están... o que lo tiene... -completó Jackes.
Nos dirigimos una mirada cómplice antes de que Mr Jackes continuara.
-No sabe donde está, ni tiene ni idea de que lo tiene... pero otros sí lo saben. Y están dispuestos a todo para conseguirlo.En ese momento el ascensor dio un brinco y Jackes y yo temimos que aquel viejo armatoste se viniera a abajo con los dos dentro. Afortunadamente no fue así, si no que simplemente se paró y abrió sus puertas. Nos miramos, suspiramos y nos encaminamos hacia una puerta abierta, que, deducimos, era la entrada a la casa de la señora. Al llegar, Jackes golpeó con los nudillos la puerta.
-¿Se puede?
Al recibir una respuesta afirmativa, pasamos y Jackes procedió a explicarle todo lo que nuestro capitán ya le había explicado por teléfono. Consideré ese gesto innecesario y no quise atender, de modo que me dirigí al salón.
Al entrar vi unas fotos, muchas fotos, las observé por puro aburrimiento; todas antiguas, menos dos o tres que, imaginé, serían de algún familiar joven.Después de las fotografías, llamaron mi atención dos estanterías repletas de libros, todos iguales y tratando de lo mismo, supuse, pero no pude adivinar de qué; tenían todos una cobertura marrón con detalles dorados.
Miré entonces uno de los tres sofás que habían en la sala, dos individuales y uno con tres plazas. Me senté y esperé.
Unos minutos después, Jackes y la mujer entraron en la sala conversando, al verme la anciana me saludó y nos presentamos, intenté ser todo lo amable que pude.
Siguieron hablando después de sentarse cada uno en un sofá, mi compañero le preguntó sobre la enfermedad de su marido, y sobre si sabía algo de aquel tesoro que poseía. Ella se se limitaba a responder, con la voz quebrada y la cabeza gacha. Sentí lástima de esa mujer, pero pensé que aquél interrogatorio era lo único con la que podríamos ayudarla.
Reparé en el aspecto de aquella mujer, enfundada en un albornoz azul, con el pelo totalmente blanco y la cara cubierta de arrugas. Los ojos cansados y el gesto triste y melancólico. Suspiré, pero me mantuve en silencio.Noté que la anciana intentaba cambiar de tema repetidamente, incluso se enfocó una vez en mi ropa y en mi aspecto, elogiándome, yo miré a Jackes con dureza, reprendiéndole el hecho de hacer pasar a aquella mujer por aquel momento, pero sabía que lo único que él quería era protegerla, y no se lo volví a reprochar.
Después de un tiempo dialogando, se levantaron, según entendí, para dirigirse a la habitación del hombre y preguntarle. Yo hice amago de levantarme para ir con ellos, pero Jackes me detuvo.-Espera aquí, Meghan, puede ser duro.
Estuve apunto de reprochar, pero al final asentí y me senté en el sofá de nuevo. Suspiré pensando en que hacer, después de un rato, decidí comprobar entonces si mi pistola, escondida en la mochila, tenía munición. Después consulté mi teléfono, preguntándome si tendría algún mensaje. En efecto
Claus: Hola, guapa. ¿Qué tal estás? Algún día tenemos que quedar ;)
Leí el mensaje con una mueca de fastidio, y después de unos segundos de indecisión, le dejé en leído. No era momento de pelearse con el chico, de modo que guardé el teléfono y me limité a esperar.
Minutos después Jackes apareció por la puerta.
-Podemos irnos.
Yo asentí enérgicamente y me levanté del sofá para después de colgarme la mochila a la espalda y caminar hacia él.Le dirigí una última mirada a los libros en la estantería y salí por la puerta mientras le dábamos las gracias a la señora.
Una vez en el pasillo, caminamos hacia el ascensor y presioné el botón, suspiré al recordar lo que tardaría en subir. Después de unos interminables segundos, por fin subimos. Una vez dentro, pude preguntarle:
-¿Has conseguido algo? -pregunté, mientras observaba con resignación como Jackes colocaba la manga de su trage y luego me miraba, a través del reflejo con una de sus sonrisas socarronas que tan nerviosa me ponían siempre.
-Sí -respondió por fin- He conseguido que me digan más de veinte veces en menos de una hora "no tengo ni idea", seguro que es un nuevo récord
-O sea, que a parte de salir en el libro guinness, no has conseguido nada -concluí.
Él aintió con resignación.
El ascensor se paró con un salto del que ya estábamos alertados y salimos de él, dirigiéndonos a la salida de aquel edificio tan... curioso.
Ese fue el primer contacto con la misión que me cambiaría la vida.
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RELATOS
Short StoryAquí podéis ver relatos estúpidos de cualquier comida de olla.. O relatos de aventuras, de amor, de dramas de la Liya (o sea yo)....