Kato-muerte (Aparición)

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El sol se estaba ocultando en la ciudad de los katos, el cielo se estaba despejando y la lluvia había cesado. Algunos curiosos se asomaban por sus ventanas para ver el espectáculo de estrellas que empezaba a iluminar el cielo, al mismo tiempo, los faroles de la calle iban encendiéndose poco a poco. La noche había empezado. 

Vestidos con capas para lluvia y botas altas, algunos katos se reunían en una plaza cercana en medio del parque. Era una bonita plaza rodeada de faroles y algunas bancas de madera. Tenía una fuente iluminada donde peces llamativos parecían escupir agua que cambiaba de colores, también había una escultura de tres cubos superpuestos de sus vértices que les gustaba admirar. 

Dejaron sus capas para lluvia en una caja con rejillas que había cerca de una banca, destinadas para este fin y empezaron a colocar en orden las sillas de plástico que cargaban. Habían estado planeado ver una película al aire libre y se habían deprimido en la tarde cuando empezó a llover, pero por suerte ya no había ni una nube en el cielo. Al poco rato los alcanzó un kato que llevaba una pantalla para proyector y empezó a instalarla. También llevaron comida y una gran mesa plegable, habían pizzas caseras, hot dogs, lasaña, empanadas, espagueti, nachos con varios tipos de salsas, refrescos de todos los sabores y una máquina de palomitas que les prestaron del cine. 

Poco a poco más personas iban llegando, hasta que ya habían unos 30 reunidos. Mientras esperaban que instalaran el equipo de sonido algunos katos conversaban entre ellos o aprovechaban para tomar una empanada. Otros ya estaban tomado asiento con sus palomitas y esperaban que empezara la película. 

Era un ambiente muy alegre y el clima estaba agradable. De repente, todas las luces cercanas parpadearon al mismo tiempo. Los katos se asustaron por un momento, pero luego continuaron con lo que hacían. Un kato que traía un plato con lasaña y un refresco se sentó cerca de la esquina y empezó a comer. 

—¿Qué película vamos a ver? — le preguntó otro kato que se había sentado a su lado.

—Creo que es una de acción, aunque yo prefiero las de...—dijo el chico al mismo tiempo que volteaba a ver al otro, cuando su expresión cambió de repente, su cara se volvió pálida y salió corriendo tirando toda la comida.

Los otros katos voltearon a mirar qué ocurría y quedaron paralizados del miedo. Después de todo, ese kato que estaba allí sentado era la misma muerte.

Kato-muerte tenía una apariencia misteriosa, sus ojos verdes luminosos eran lo único visible en la oscuridad. Siempre estaba envuelto en una túnica negra, del mismo color que las escleróticas de sus ojos. Algunos creían que en realidad no había nada bajo su túnica, que no tenía un cuerpo y que su rostro tampoco era real, en pocas palabras, daba la impresión de que llevaba una máscara. Todo eso, sumado a su sonrisa perturbadora, su aura sobrenatural y el hecho que podía matarte con solo tocarte, lo hacían alguien al que nadie quisiera tener cerca. 

—Entonces veamos una película otro día.— dijo Muerte sonriendo y se desvaneció como humo.

En ese momento las luces volvieron a parpadear y la multitud de katos entró en pánico. Algunos empezaron a gritar y correr sin control, tiraron las sillas y la comida, otros, solo se quedaron temblando en el piso. La policía y unas ambulancias llegaron rápidamente y luego de un rato pudieron calmarlos.

—¿Por qué tanto alboroto? — preguntó un kato que pasaba por allí con la ropa mojada.

—Kato-muerte estaba aquí, todos vamos a morir. — dijo un kato temblando en la parte de atrás de una ambulancia.

—N-no seas tonto, no vamos a morir, él no nos tocó. — dijo otro kato tratando de mantener la calma aunque estaba notablemente asustado. —El solo puede matarte si te toca.

—¿En serio? — dijo el de la ropa mojada.

—Es verdad, si te toca, estás muerto. Todo el mundo lo sabe.

Un kato con camiseta blanca que estaba haciéndose ovillo bajo una manta asomó la cabeza. —Tengo mucho miedo, ¿vieron cómo desapareció? Podría aparecer del mismo modo en cualquier momento.

Varios katos se miraron entre sí ante esa frase y volvieron a entrar en pánico. Era cierto, Muerte podía aparecer en cualquier momento. Era el único que no necesitaba usar ningún artefacto para viajar a otra dimensión. Él podía ir a donde quisiera en cualquier momento con solo desearlo. Lamentablemente, si Muerte iba tras ti, no había sitio para esconderse. 

Kato in katolandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora