• 13; El cine.

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Al fin había llegado el domingo, y tal como habían quedado antes, ambos jóvenes se encontraban afuera de lo que era un cine.

La gente entraba muy emocionada y lo hacía de igual manera cuando salían. Comiendo, riendo, hablando, contando en voz alta sobre cómo se sentían y uno que otro con cara larga por ir peleado con la persona ajena. Eso era algo muy extraño, más al verlos salir comiendo algo y con un vaso en la mano.

Draco volteó a ver al chico que estaba a su lado tratando de encontrar alguna explicación de porque eso se llamaba cine.

No le hizo mucho caso, aún sosteniendole la mano lo hizo entrar para unirse a la fila de las personas que se encontraban esperando por algo enfrente de unos tipejos raros vestidos de igual manera que picaban una televisión enfrente suyo y eso era todo después de darles basura que aceptaban muy gustosos.

Cuando al fin llegó su turno, el se quedó callado dejando que el intento de muggle que tenía a su lado fuese quién hablara.

—Buenas tardes, ¿A que función vienen?

—Hola, ah. Quiero dos boletos para ver El rey León...

—¿Acaso tienes que sacar tu lado Gryffindor en todas partes, Potter? —se quejó en voz alta sintiéndose más molesto cuando esté ni giró a verle.

—¿Cuáles serán sus lugares? —el muggle después de verlo de forma rara, dio la vuelta a aquel aparato mostrándole un dibujo de muchos asientos.

Y el ciego de Harry acercó su rostro para comenzar a ver. Después de tanto pensar, escogió dos lugares que de inmediato se prendieron en color verde.

¿Estaban seguros que los Muggles no usaban magia?

Lo vió pagar, y el idiota aquel lo que le estaba dando de vuelta eran unos papeles inútiles que Harry iba a tomar. Negó dándole un manazo.

—Draco, por favor. Son los boletos —susurró tomando estos y después su mano para jalarlo con él— esto sirve para que puedas entrar a la sala, además debemos comprar algo de comida.  —señaló otro lugar donde la fila seguía igual de grande pero la gente recibía comida haciendo que Draco sonriera— ah, así que ha encontré tu debilidad. ¿Quieres palomitas, helado, refresco?

—Ya no quiero hacer fila, Potter. ¿Por qué no vas tú?

—De acuerdo, pero espérame aquí —se acercaron a una mesita donde le dejó libre su mano al fin— no te vayas a mover, por favor.

—¿Alguna otra cosa? —se sentó cruzando los brazos.

—Hoy te ves muy bien.

Dicho esto se dio la vuelta para regresar hacia aquella fila ante su mirada, el muy descarado hasta se había lamido indiscretamente los labios dejándolo sin habla.

Claro que se veia bien. Se miró discretamente notando que estaba vestido como un ordinario muggle solo porque Harry había decidido ayudarle con eso, porque no quería que saliera con una túnica muy costosa porque según los Muggles no entendían sus costumbres. Ahora que se daba cuenta, el muy idiota lo había vestido a su conveniencia.

Una playera de manga larga color gris más encima una chaqueta de cuero negro y unos pantalones negros demasiado apretados donde estaba seguro le levantaban las nalgas.

Suspiró frustrado buscándolo pero se le perdió, había tanta gente que no podía diferenciarlo. Justo ese día cumplía los dos meses de embarazo como para que se le ocurriera abandonarlo de tal manera.

Estiró el cuello tratando de encontrarlo pero se frustró demasiado cuando un par de chamacas idiotas se habían detenido enfrente de él. Las dos eran morenas, vestían ridículamente y usaban mucho brillo labial que parecía tenían labios de plástico, e inflados para arruinar las cosas. La más alta se escondía detrás de la primera quién sonreía demasiado amable que no le pareció gracioso.

Cuando me recuerdes;      [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora