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Un albiceleste disfrutaba de un sueño profundo, aun que nisiquiera el sabe que estará soñando e imaginando su inconciente. Sus brazos sólo se apoyaban contra el cómodo colchón de su comoda cama, todo tranquilo para una mañana.

Eso no duró mucho. Por mala suerte del argentino un sonido algo molesto se estaba empezando a escuchar, era su alarma. A esta ultima no le dió mucha importancia al país. Sólo que rápidamente sintió algo patear levemente su torso, lo cual hizo que el portador de sol separara lentamente sus párpados.

Al poder adaptarse a la luz de la habitacion y despegarse vagamente algunas legañas de los ojos pudo ver lo que le causo molestia, era Uruguay.

El de bandera celeste se extraño un poco por lo que observaba, pero luego de unos segundos recordó que habia dejado que el contrario se quede por esa noche. Las patadas del país con menos altura se hicieron presentes nuevamente, haciendo que el mayor territorio se molestara.

-Apagá la alarma de mierda- Habló el uruguayo con fastidio, aún adormilado. Argentina sólo calló aquel sonido, haciendo que la habitacion quedara en silencio nuevamente.

-Che, ¿Para que puse la alarma?- Se limitó a preguntar algo retórico mientras levantaba su torso de la cama para sentarse.

-No se, Dejame dormir- Respondió el de menos altura con molestia por ser despertado.

El argentino quedo en la misma posición en la que se encotraba anteriormente, solo que esta vez estaba inmovil, estaba pensando en la posible respuesta de la pregunta que habia dicho en voz alta.

Luego de unos minutos de procesar, su rostro tomó un sentimiento de sorpresa, acompañado de una salto fuera de la cama. Su alarma se debía a que hoy se llevaría a cabo la junta del mes.

-¡LA PUTA QUE ME PARIÓ! URUGUAY, LEVANTATE- Gritó de manera bruta el albiceleste, mientras se cambiaba de ropa a una mas o menos formal.

-Alta paja- Habló vagamente el de rayas azules mientras abría sus ojos con pesadez.

-¿Que paja ni que paja? Levantate, dale- Dijo con un tono más bajo mientras corría hacia al baño personal que contenía la habitación.

El uruguayo chasqueó la lengua para luego levantarse lentamente y empezó a cambiarse tranquilamente. Para el, el llegar tarde no era un problema.

El argentino, por otra parte, se alistaba de la manera mas rápida posible. Al terminar de realizar lo anterior se dirigió a la cocina para preparar algo para desayunar. Pero al tener el tiempo limitado no le quedó de otra más que agarrar una leche con chocolate "Cindor!" y servirla en dos vasos. Tambien buscó unas galletas, encotrandose con unas "Pitusas", las cuales gustoso se las guardo para el viaje.

-¡DALE, URUGUAY!- Gritó nuevamente con molestia. Desesperante miró el reloj para identificar la hora, eran las 6:38__

Minutos más tarde, Uruguay salió del cuarto, bajo las escaleras y fue hacia donde se encotraba el mayor para beber en uno de los vasos ya llenos. Al terminar aquel "desayuno" salieron de la residencia de Argentina, para luego llegar al aeropuerto y adentrarse al avión privado que los llevaria hacia su destino.

Se dirigieron a uno de los asientos para acomodarse en ellos, bastantes cómodos para los hermanos. En eso una rubia vestida con una tipica vestimenta de asafata llegó a ellos, preguntando si solicitaban algo para ingerir durante el viaje, a lo cual negaron.

En el trayecto, Uruguay aprovechó para descansar un poco más. En cambio, Argentina prefirió quedarse despierto durante aquel viaje de 10 horas aproximadas. En eso solo fijaba sus redes sociales, para matar el tiempo.

Pasaron casi 6 horas desde que el de escudo de sol se habia quedado dormido, se puede suponer que no le funcionó distraerse y terminó en los brazos de Morfeo. En eso sólo se despertó por el aullido de un gato. Este ruido de forma fuerte y constante, dando a entender que el felino de encotraba en un estado de molestia.

El argentino sólo se guió por su vista, hasta escuchar como algo, en este caso alguien, frotaba sus garras en un tipo de caja constituida por mental. El de colores blancos y celestes se acercó hacia donde se encotraba aquella caja, la cual era una jaula para animales. Este objeto contenía a un tierno gatito de pelaje esponjoso y gris. El argentino se sentó en el suelo del avión en movimiento para poder observar mejor el interior del metal.

-¡Macri!- Exclamó con sorpresa el de escudo de sol mientras abría la puerta de rejas -¿Que hacés acá?- Preguntó con una pequeña sonrisa en su rostro, como si el animal fuera A responderle. El felino sólo se acurrucaba en sus piernas mientras ronroneaba.

Argentina se levantó del suelo con el gato en brazos, para luego caminar en dirección de su asiento correspondiente. Llegarían en poco tiempo, teniendo en cuenta el aviso repentino de la azafata al encotrar al país. En eso el de color cielo se acomodó en aquella silla acolchada reteniendo al de pelaje grisáceo en sus piernas.

El país nombrado anteriormente tenía pensado dormirse nuevamente, pero al recordar que el viaje terminaría en unos 30 minitos aproximadamente decidió sólo enviar un mensaje a uno de sus conpaleros para que sepan que llegaría un poco tarde ya que la reunión se llevaría a cabo en 10 minitos exactos.

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