Baño de lágrimas

520 64 6
                                    

Regreso al hotel, después de que Félix me pidiera que me marchara, y cuando llego el vestíbulo está desierto. Son las cinco de la tarde, y se respira una profunda calma. Fuera, el ambiente está enrarecido, las nubes son de un color negro como la ceniza, y amenazan tormenta, pero el sol todavía brilla por encima.
Entro al salón-comedor, y allí tampoco hay nadie, ni un solo camarero, lo cual es extraño, pero no le doy importancia y subo al ascensor para ir a mi cuarto. El trayecto se me hace muy largo, pues en mi mente continúo pensando en Félix y en lo que estará haciendo ahora mismo. Cuando se abren las puertas siento como si hubiera estado dos horas ahí metida, pero salir del ascensor no me produce sensación de alivio, al contrario, el pasillo se presenta ante mi, largo y solitario, y me siento como si estuviera en la película El Resplandor, y al final del pasillo hubieran unas gemelas siniestras esperándome. Afortunadamente, no hay nadie, y entro a mi suite sin incidentes, aunque cuando ya estoy dentro me doy cuenta de mi error. Esta ya no es tu suite, Chloe. Se me había olvidado por completo que mi hermana se ha instalado a vivir en mi habitación como un parásito, pero eso es lo de menos, lo impactante es lo que veo ante mis ojos. Ladybug está ahí, y no solo ella, también...mi sustituta. La nueva Queen Bee. ¿Qué están haciendo aquí?

Al principio las tres nos quedamos mirando, sin decir nada, hasta que Queen Bee me dedica una sonrisa amplia de dientes blancos y perfectos como la de mi hermana, y se dirige a mi:
—Chloe, debes ponerte a salvo, hay un akuma en el hotel. —Dice. Yo tartamudeo, sin saber qué decir. Ella es...perfecta. Pero, ¿cómo sabe mi nombre?
Ladybug y Queen Bee se van a combatir al villano, y yo me quedo ahí parada en medio de la habitación con cara de boba. Ser sustituida como portadora del miraculous de la abeja es la espinita que tengo clavada en el corazón desde la fiesta de cumpleaños de Gabriel Agreste, y duele mucho. Agacho la cabeza y me resigno a aceptarlo, aunque sea muy difícil.

Media hora antes, en la mansión Agreste...

Gabriel está en su guarida, mirando por la ventana, y sosteniendo el miraculous del pavo real. Nathalie está detrás de él.
—Ha llegado el momento —. Dice Gabriel, mirando el miraculous.
—¿Está seguro de esto? Yo podría utilizarlo —. Nathalie se ofrece, pero Gabriel se niega en rotundo.
—De ninguna manera, estás demasiado débil, además, Ladybug ya ha fusionado miraculous antes, y yo también puedo hacerlo. —Dice Gabriel, muy seguro. Se coloca el broche en su chaqueta y a continuación pronuncia las palabras necesarias para llevar a cabo la fusión, dirigiéndose a sus respectivos kwamis. —¡Nooroo, Duusu, uníos! —Gabriel se transforma.
—¿Se encuentra bien? —Pregunta Nathalie, preocupada, y Gabriel comienza a reír malévolamente.
—¡Me encuentro mejor que nunca! Siento todo ese poder en mi interior...¡soy invencible! —Exclama. Nathalie sonríe satisfecha, y Gabriel se concentra para buscar emociones negativas.

Ahora mismo, en el hotel...

¡Psst! ¡Chloe! —Oigo a alguien llamándome detrás de mi, y me doy la vuelta. Justo delante tengo a mi madre, mirándome siniestramente.
—¿Mamá?
—Te odio, Chloe, y nunca te querré. No vales para nada, tu hermana siempre ha sido mi favorita, ella es mejor que tú en todo...—Dice, y yo la observo horrorizada mientras se acerca lentamente hacia mi y sus pupilas cada vez se hacen más pequeñas, su cuello se tuerce y su boca se deforma. Tardo en reaccionar, pero eventualmente me doy cuenta de que esa no es mi madre, si no el akuma. No comprendo del todo cuál es su poder, pero esta claro que ver a mi madre de esa manera y diciéndome esas cosas es algo muy retorcido, sacado de lo más profundo de mis miedos. Cierro los ojos para no verlo, y trato de no pensar en ello, esforzándome al máximo. Cuando vuelvo a abrir los ojos, por un instante, veo como el akuma se vuelve una nube negra y borrosa, y después desaparece.

Rápidamente corro hacia la puerta y salgo de la habitación, sin poder sacarme esa perturbadora imagen de la cabeza. Es el akuma más aterrador que he visto jamás.
En ese momento, veo la misma sombra detrás de mi, persiguiéndome con asombrosa rapidez, y comienzo a correr hacia el ascensor, pero el pasillo es tan largo que parece no tener fin. Por si el miedo que me inunda el cuerpo ahora mismo no fuese bastante, las luces se apagan de repente y rezo para llegar al ascensor sana y salva. Aprieto repetidamente el botón, mirando hacia atrás y viendo al akuma cada vez más cerca de mi, hasta que finalmente se abren las puertas y presiono el primer botón que veo. Cierro los ojos, con temor de que el villano akumatizado pueda entrar antes de que se cierren las puertas, pero cuando siento que el ascensor se eleva y que no ha pasado nada, respiro más aliviada. No ha entrado.
Me apoyo contra la pared, suspirando, y miro a qué piso me dirijo. La azotea. Genial, ahora estaré atrapada allí arriba hasta que Ladybug y Queen Bee derroten al villano. Es gracioso hablar de Queen Bee en tercera persona, cuando hace unos pocos meses yo era Queen Bee.
De pronto, un extraño humo negro comienza a entrar por la rendija de las puertas y yo intento escapar de él, acorralándome en una esquina, pero es imposible, el humo está por todas partes. Me tapo la boca, como si fuera una especie de gas tóxico, aunque en realidad es un akuma, hasta que por fin se abren las puertas y puedo salir al aire fresco de la azotea.

FélixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora