-Capítulo XXIV-

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Apenas el auto frenó en seco cuando Fyodor abrió los ojos de par en par al sentir una extraña corazonada, provocando que Sigma percibiera su energía y por ello detuviera el auto de forma tan abrupta.

Algo angustiado se giró sobre su asiento para poder ver mejor al azabache, fue entonces que se encontró con aquella mirada perdida y ese rostro lleno de miedo, Sigma sintió su sangre helarse al recordar aquella misma expresión aquella noche cuando aquel demonio albino asesinó a Mei. 

Era justo la misma mirada de ese no cabía duda, aquella mirada llena de temor de perder a la mujer que amaba, incluso el sentimiento que sentía Fyodor con aquella opresión en el pecho era idéntica a la de aquella vez.

-¿Amo Fyodor?-Como aquella vez, Sigma le volvió a hablar, haciendo que el azabache sintiera un extraño deja vu.

De repente la imagen de la chica vino a su mente de golpe, fue entonces que Fyodor se bajo del auto y sin importarle atravesar una calle en movimiento se dirigió hacia el edificio de trabajo, que justo quedaba doblando la esquina. Sigma ni siquiera lo puedo detener, se limitó a apagar el coche y seguirlo detrás.

"Mei, Mei" Se decía una y otra vez Fyodor mientras corría apenas tomando aire, pues quería llegar a donde se tendría que encontrar con la castaña. De igual forma se culpaba una y otra vez al tener que haber atendido esa llamada de negocios, pues por ello había llegado tarde al encuentro con la chica.

Entrando a aquel edificio, se detuvo en seco jadeando sin importarle que algunos trabajadores le miraran con extrañeza.

De inmediato corrió a tomar el elevador pero al fijarse en el número que iba y en cuanto se iba a demorar decidió subir por las escaleras al piso donde rogaba que se encontrara Mei. Se trataba de convencer a él mismo que todo estaba bien, que ella estaría seguramente preparando té esperándolo o simplemente comenzando a realizar más bocetos. Seguramente la vería radiante como siempre, podría apreciar aquella hermosa sonrisa y podría abrazarla calmando aquel sentimiento que le invadió aquella noche cuando aquel demonio le arrebato la vida a su amada y no le quedo más que abrazar aquel cuerpo frío y vacío.

Justo al llegar al piso paró en seco al encontrarse a aquella mujer de cabello azabache quien era amiga de Mei, ella estaba acompañada de un chico pelinegro que Fyodor no podía distinguir, pero por la forma tan cercana con la que se encontraba con Yosano dedujo que sería su pareja.

El azabache no necesitó decir algo, pues la pareja al sentir su presencia de inmediato se giró para verlo. Yosano apenas lo miró se soltó del abrazo de Rampo para correr hacia Fyodor y tomarlo de la camisa.

-¿Dónde está Koi-kun? Dime que está contigo Dostoevsky.

-Yosano...-Le llamó Rampo tomándola por los hombros, pero ella aferró su agarre.

-¡Respóndeme Dostoevsky!

Fyodor analizó el lugar y ocupó algo de su poder para poder detectar algún rastro, fue entonces que encontró una energía roja que conocía perfectamente. De inmediato sus ojos se oscurecieron, casi parecía una diferente persona, pero ello sólo lo pudo detectar Yosano.

-Yo sé donde puede estar.-Habló con un tono serio pero esta vez más oscuro, incluso provocó que la mujer soltara el agarre de su camisa para poder retroceder un poco. Con aquella mirada fría miró a Yosano, haciendo que ella se sintiera algo débil.-Estará bien, lo juro.

Diciendo esto último, Fyodor dio media vuelta y camino hacia la salida. Yosano se quedó helada al poder sentir una extraña y densa energía alrededor de aquel hombre, incluso le había dejado sin habla. Ella sabía que esta energía era diferente a la que había sentido antes, incluso pareciera como si en aquella sala estuviera el mismo demonio.

My Nocturnal Serenade [Fyodor Dostoevsky]Where stories live. Discover now