Él sonríe pícaro y siento como todo los muros alrededor de mi corazón tiemblan. Mierda, menos mal estoy encima del auto, sino, mis piernas hechas gelatina me habrían mandado directo al suelo.
Nosotros nos encontramos en una disputa de quién besa primero al otro. Y la verdad, como nos encontramos nadie apostaría quien iniciará el beso. Él me necesita tanto como yo a él. Y con nuestra actual burbuja especial y altamente caliente que hemos creado tras pocos minutos cerca, apostar sería jugar en algo incierto. El momento, cercanía y sentimientos hacen que hasta la piedra más dura se desintegre, que el iceberg más sólido se vuelva líquido, que nuestros conflictos se vuelvan soluciones y que todo lo malo se vuelva bueno.
Y esto aunque es irreal, me gusta.
Nuestros labios se rozan, pero ninguno toma la iniciativa. Todavía no, queremos torturarnos más.
Sin embargo, un fuerte sonido de frenos de auto y llantas sonando sobre el asfalto nos hacen separar. Bueno, literalmente yo lo empujó lo más lejos de mí. Y bueno, lo más lejos que me deja alejarlo con mi escasa fuerza.
El auto frena enfrente de nosotros y de él se baja un enojado manager.
— ¡Kim Nam Joon! ¡Kim Eun-Yeong! —nos llama el mánager, o más bien, nos grita— ¡Suban ya al auto!
Nosotros nos miramos mutuamente. Yo seguramente estoy más roja que un tomate, pero a Nam no sé porqué, pero esto le parece gracioso. Ni siquiera la mirada furiosa de su representante lo hace quitar esa linda sonrisa que tanto le hace mostrar sus hoyuelos del demonio.
Él, sin darme la oportunidad de negarme me tomó de la mano y me baja rápidamente del auto en el que me encontraba sentada. Para después, llevarme agarrada de la mano hasta el auto en el que está el mánager. Con mi acto de valentía o idiotez -no sé cuál de las dos soy a ciencia cierta- intento zafarme de su agarre. Pero éste al ver mi intención me agarra más fuerte.
Llegamos al auto y como todo caballero que alguna vez fue conmigo, me abre la puerta del auto, para después ayudarme a subir y después ingresar él.
— ¿Se puede saber qué demonios estaban haciendo? —nos reprende el mánager y a juzgar por su rostro, tono de voz y la vena en su frente a punto de estallar. Me da una señal clarísima estamos en problemas, muchos problemas.
El hombre tranquilo, atento y amable desapareció. Ahora mismo, es la mezcla de Jin cuando desordena su cocina y de Suga cuando lo despiertan de su largo sueño.
Aquí vamos a arder —pienso—.
En el auto del mánager —que es donde nos encontramos— se pueden evidenciar tres emociones.
Enojo, que se evidencia con un largo regaño del mánager más que todo hacia Nam que ni se inmuta; tengo miedo y vergüenza, de estar en esta situación; y tranquilidad, por parte de Nam, quien debería de estar preocupado por lo que nos regaña el mánager. Sin embargo, en él se ve todo menos preocupación, para ser sincera él está muy... ¿Feliz? Sí, feliz. Él está feliz. Pero ¿Por qué?
¿Por la travesura que hizo al venir donde me encuentro y hacer el espectáculo que hizo?
¿Por qué me vio?
¿Por qué me beso?
Ese beso —desvío mi mirada de enfrente hacia él. Mi estúpida conciencia me traiciona. Lo cual me hace recordar nuestro beso de hace pocos minutos, mientras mi vista se posiciona en sus labios.
Él quien se encontraba mirando al frente mientras el mánager seguía con su sermón de que lo que hizo le va a costar. Mueve su rostro hacia mí. Tomándome en fragancia mirando sus labios.
— ¿Extrañabas sentirlos sobre lo tuyos? —dice de forma pícara.
— Por favor, díganme que se cuidaron —dice el mánager alarmado mientras nos observa con sus ojos muy abiertos.
Mi rostro se enciende y, aunque no es lo que el mánager piensa, la vergüenza se apodera de mí, a tal punto que quisiera desaparecer de este lugar, o más bien, de esta situación.
Aunque siendo sincera el mánager no tiene la culpa de interpretarlo así. La culpa solamente recae en Nam. Quién a juzgar por su sonrisa, sé que lo hizo a propósito.
¿Será su deporte favorito avergonzarme? Y si lo es ¿Quiere romper récords en la noche de hoy?
— ¡Respóndanme! —dice al ver que yo quedé muda y que Nam se dedique solamente a observarme mientras sonríe. Como si solo él supiera un gran secreto.
— Sí, lo hicimos. —responde sonriéndome mientras me observa atentamente.
Lo hace de maldad
— No es lo que piensas — logro articular con torpeza— Nam dijo así por molestar.
El mánager suspira fuerte mientras coloca su mano encima de su pecho, justo encima de su corazón.
— ¡Casi muero de un infarto! Por Dios. Esto es demasiado para mí. — mira a Nam— ¿Quieres matarme? — pregunta serio— No — dice mientras niega con su mano— ¿Quieres que las Armys me maten? — lo miro confundida. Mientras Nam se encoge de hombros, restándole importancia.
Lo golpeó ligeramente por el costado y él me mira confundido. A lo que ruedo los ojos.
El mánager no dice algo más debido a que ya habíamos llegado a la parte trasera del hotel en el que se hospeda Bts, debido a que entrar por el frente sería una misión imposible con todas las fans que allí se encuentran. Y suicida para mí sí me ven bajarme del auto con Nam.
Al llegar a la habitación en la que Nam y a juzgar por el desorden Tae y Hoseok comparten. El mánager comienza nuevamente con su regaño.
— ¡Dios mío! Un día de estos ustedes van a acabar con mi vida. Definitivamente debí estudiar medicina, seguramente no me estresaría como lo estoy ahora — se quita sus gafas y se sienta en uno de los muebles— Eun-Yeong -me llama y yo contesto con un sí inmediatamente.
Mi ex jefe, quién me trató tan bien, en estos momentos no se ve feliz. Lo cual aunque no es mi culpa, si tengo algo que ver.
El mánager de coloca nuevamente sus gafas para dirigirse a mí:
— Siéntate, que tengo que hablarte -dice y yo asiento-.
— No hay algo de qué hablar. Por lo menos no con ella.
El mánager alza su mano en señal de que se detenga con lo que sea que iba a decir. Me observa y yo inmediatamente camino hacia un mueble individual.
— Quiero hablar contigo, porque al parecer, tú eres la única que piensa entre los dos.
— ¡Mánager! — se queja pero el mánager lo ignora y continua.
— Te voy a ser sincero. La verdad es que no sé cómo, cuando, ni porqué están tan... ¿Cercanos? Y la verdad es que no me parece relevante. No en estos momentos. Lo que si quiero saber es cual es su relación. Asi que lo preguntaré directamente ¿Son novios?
— No — aseguro
— Sí — responde él a la vez.
El mánager suspira:
— ¿Es un no o es un sí?
— Es un no. — aseguro
— Es un sí — respondemos al unísono nuevamente-.
El mánager intercala miradas entre nosotros dos y no sé qué me avergüenza más. El hecho de este interrogatorio o de las respuestas y reacciones que este generan.
— Al parecer es complicado. Lo entiendo. En fin, ahora lo que sí necesito bien sea que sean o no novios. Es que no den espectáculos como los de hoy. Porque sé que la atención siniestra y celosa de las Armys nadie la desea, mucho menos tú — dice mirándome— aunque a decir verdad. Ya la tienes, justo ahora — quedo confundida y él saca su teléfono móvil.
Lo que allí veo reproduciéndose me petrifica. Alguien de la heladería grabó el espectáculo y lo subió a las redes sociales. Sin duda, era alguien que estaba muy cercano, porque el audio es muy claro.
El video, bien sea por bien o por mal, termina al momento de salir de la heladería. Lo cual puede verse de dos maneras. Bueno, porque no grabaron el beso y cercanía tan comprometedora en la que nos encontrábamos después de ello. Y malo porque el vídeo termino en la parte donde él me carga, me da una nalgada y dice:
» Lamento las interrupciones pero mi querida novia está rabiosa porque se me olvidó nuestro aniversario. Mi culpa lo sé, por eso pienso recompensarla, pero no sé dejará ¿Cierto?
Pocas palabras " Mí querida novia" "pienso recompensarla" bastó para que el vídeo que se encontraba en YouTube se llenará de millones de comentarios en la que con palabras distintas decían lo mismo.
Las Armys querían matarme por robar a su bias y lider.
Palidezco, tantos comentarios uno peor que el otro hace que entre en pánico. Sobre todo cuando subieron fotos donde yo me encontraba con los chicos y el mánager meses atrás debido a mí anterior trabajo.
Las Armys son peor que Anonymous. Encuentran información de primera en poco tiempo.
Pero eso no fue lo que me dejó casi muerta.
Un usuario colocó en un comentario y su canal el vídeo que me daño la vida. Ese vídeo del que tanto he huido pero que siempre me persigue.
Muchos más comentarios negativos se hicieron en mi contra. Muchas personas afirmaban haberme visto y saber dónde vivo. Otras personas me relacionaron con mis tíos y primos.
Nam se acerca y observa lo mismo que yo observo. Al ver en uno de los comentarios mi dirección actual y como me derrumbo, éste me quita el teléfono.
— No mires más — dice Nam.
Lágrimas corren por mis mejillas. Él preocupado se arrodilla ante mí para verme el rostro. Al tenerlo mirando hacia el piso, toma mi mentón y lo levanta.
— Tranquila, todo estará bien.
Mis lágrimas corren más rápido. El dolor que siento en mi pecho se expande. Sus palabras no me reconfortan, todo lo contrario me dan miedo. Él es famoso y por mí culpa estará en un gran lío.
Me levanto rápidamente y él lo hace igual. Intenta agarrarme pero logro zafarme del mismo.
— Tranquilo, no pasa nada — digo después de limpiar mí rostro con la tela de mi manga.
Pero una lágrima traicionera me delató. Nam intenta acercarse a mí pero yo retrocedo y sin más hago el acto más valiente o cobarde. Huyo del lugar.
Maldición ¿Dónde esta eso de comenzar nuevamente? No, entendí mal. No es empezar nuevamente de manera tranquila. Es empezar nuevamente con mí sufrimiento. Eso era.