SIETE

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JUNGKOOK
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Una hora pasó hasta que la lluvia pareció comenzar a detenerse, Jimin se apartó de mí y se levantó del sofá, habíamos dormido un par de minutos tras la discusión. Me senté aturdido.

—Debes de regresar, ella podría preocuparse por ti y...

—Le dije que me quedaría por la fuerte lluvia.

—Aún así.

—Ella estuvo de acuerdo y de hecho feliz con la idea.

—Insisto.

—¿Quieres que me vaya o por qué tan obstinado? Te recuerdo que tú querías que me quedara, Jimin.

—¡Tal vez si no fueras tan cobarde las cosas no serían así!

—¡Ponte en mi lugar!

Nunca antes habíamos sido tan insolentes como lo estábamos siendo aquella semana, llenos de indirectas, soltando palabras al aire, maldiciendo e insultando a otros y a nosotros mismos. Antes de que respondiera su madre bajó entre quejidos, inmediatamente la ayudó a bajar las escaleras.

—No sabes cómo me duele la espalda, Jimin, mi cama no ayuda mucho, la compré hace un mes y ahora es un asco. —Su voz me hizo recordar tanto el pasado, cuando la señora Park me invitaba a comer luego de los partidos de fútbol, cuando caminaba con nosotros en las excursiones a las que mis padres no podían ir.

—Puedes dormir en mi cama.

La mujer me miró cuando el sofá provocó un chirrido tras mi movimiento, la misma sonrisa se plantó en su rostro, se separó de su hijo y llegó hasta mí. Pasó su mano delgada y fría por mi cabello.

—Ya creciste mucho, Jungkook.

—Señora Park...

Me abrazó enseguida, hizo señas a Jimin de que se acercara y al final nos abrazó a ambos. Me sentí cómodo, familiarizado con la placentera sensación cariñosa que nuevamente experimentaba mi corazón, una calidez inexplicable a la que trataba de asociar con el amor de familia, ese amor que perdí hace un par de años.

—No peleen, chicos, no pierdan su tiempo en rechazar escucharse antes de soltar palabrería.

Asentimos en silencio, ella suspiró y nos soltó. Revolvió nuestros cabellos y entonces se hizo camino a la cocina.

—¿Invitaste comida a Jungkook?

—No aún...

—Así estoy bien, me iré pronto, señora Park.

No sé si mis padres recuerden a Jimin, él cambió mucho desde la última vez que se vieron, ni siquiera supieron su nombre de verdad porque lo tenía agregado como "Minnie" y cuando lo amenazaron fue por teléfono, hablaron con él y su madre. Apesar de que entonces la posibilidad de que fuéramos descubiertos era mínima yo no pensaba arriesgarme, era muy egoísta de mi parte, pero incluso si me enfrentara a mis padres y lo hiciera público nuestros amigos iban a despreciarnos y mirarnos con repulsión. Iban a tratar de consumirnos, aún no éramos lo suficientemente fuertes.

—Tomen un té, antes de que te vayas, Kook.

Se sirvió un vaso de agua y volvió a subir despidiéndose con un movimiento de mano. La vi más delgada y somnolienta, la mujer joven y viva se había consumido en la enfermedad.

—Lo siento... —susurró con un mohin en los labios.

—Lo siento yo —nos dimos un abrazo lleno de suspiros y palabras acarameladas—. Soy un cobarde.

—Era mentira, no lo eres...

°

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—¡Amor! ¡Qué bueno que te quedaste en casa de Jimin! La lluvia fue mortal.

—Sí, cariño —dejé la motocicleta bien estacionada y me retiré el casco.

Ella se acercó a darme un abrazo apesar de que mi sudadera estaba húmeda. Pasé mis manos por su espalda y suspiré. Mis padres nos veían desde la puerta con una sonrisa de satisfacción dibujada en sus rostros, en realidad la amaban y estaban totalmente decididos a casarme con ella.

Cuando nos separamos caí en mi dura realidad, comencé a torturar mi mente pensando en todo lo que había hecho a todos los últimos días, desde engañar a mi novia con un hombre y violentar las reglas de mi familia hasta detener la mejor etapa del amor de mi vida, que de hecho lo último era lo que más me importaba. Jimin era un jóven como yo, un jóven al que no podía ofrecerle un romance de película, al que no podía cumplirle nunca las ilusiones que nos roden a nosotros los universitarios en la flor de la vida. Sólo le daba tristeza y aún así me rehusaba a soltarlo.

¿Cómo reaccionaría Sana a mi teatro? ¿Me sería una maldición más su reacción? ¿Me hallaría yo en más infiernos?

—¿Le hablaste de Rosé?

—¿Mmm?

—¿Le contaste cosas lindas de Rosé?

—Ah, sí. Claro que lo hice —la mentira salió natural—, por eso decidí quedarme.

—¿Qué piensa de ella?

—Creo que le gusta.

Y ahí me hice en mi propia tumba, porque si yo hubiera soltado una mentira distinta y hubiera sacado a Jimin de la entrada a este círculo amistoso entonces tal vez él la hubiera pasado bien aquellos días.

No me tomé la molestia de reflexionarlo, metería a Jimin a nuestro círculo de amigos, lo haría novio de Rosé y tal vez así lo tendría más cercas. Tal vez con esto me sentiría mejor, pero, ¿cómo se sentiría él? Por lo menos en eso no pensé.

—¿Bromeas? Entonces hagamos una cita doble. No, mejor aún, vamos a la fiesta de cumpleaños de Jackson —es imposible que esta mujer logre contagiarme su emoción, porque en vez de sentirme bien me siento mal.

Ella piensa que somos la mejor pareja porque nunca hemos discutido, porque no he sido celoso, porque sólo salgo con ella, porque tenemos buenas notas, porque soy muy manipulable... Todo eso es una farsa.

Yo soy muy celoso, soy muy cobarde, soy egoísta, soy enojón, soy de palabras sueltas, soy introvertido, no me gusta el béisbol, detesto las fiestas y soy gay. En realidad cuando estoy con ella no soy yo, pero mi cuerpo se está acostumbrando tanto a esta mentira y aveces ya no sé quién soy realmente.

¿Qué pasaría cuando se enterara de que la verdad es otra muy distinta? ¿Cómo diría que no me tomaba la relación enserio? ¿Cómo contaría que no sentí nada por sus besos? Esas preguntas no eran nada.

Lo único que valía la pena preguntarme era lo siguiente:

¿Cómo escapar de una mentira que dura más de una hora?





UNA HORA [KM] "PAUSADA"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora