SAMANTHA

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Capitulo 32: SAMANTHA

Nada mas levantarme de la cama oigo a mis padres ya despiertos dando vueltas por la casa. Salgo de mi habitación y me encuentro a mi madre saliendo de su cuarto ya vestida, con el bolso en la mano hurgando nerviosa en el.

—¿Mamá que pasa? —pregunto interponiendome en su camino.

Alza la cabeza encontrándose conmigo y para delante de mi:—Han ingresado a la abuela.

El peso del mundo cae sobre mi de golpe casi hundiéndome en el suelo y trato de respirar con normalidad antes de que me empiece a marear y me desmaye.

—Nos vamos a verla ahora —añade rodeándome para bajar la escalera.

—Yo también quiero ir —me apresuro a decir siguiéndola abajo.

—Lo siento cariño pero tienes clase —se gira para acariciarme la mejilla con dulzura—. Te avisaré si pasa cualquier cosa.

—¿Y que pasa con Tany? —pregunto viendo a mi hermana medio dormida en el sofá aunque ya esta vestida.

—Se viene con nosotros —quiero rechistar pero no me lo permite—. Tu tienes clase y no puedes faltar.

Mi padre aparece en el salón cogiendo a mi hermana entra sus brazos dispuesto a salir. Acaricia mi cabeza cuando abre la puerta para meter a mi hermana en el coche. Mi madre me echa una última mirada cogiendo su abrigo y saliendo detrás de papá.

—Te llamaré, te lo prometo.

Los veo subir al coche y arrancar a gran velocidad antes de desaparecer.

Cierro la puerta de casa y las ganas de ir al infierno del instituto disminuyen. Me tomo mi tiempo en vestirme y coger mis cosas antes de ponerme mis cascos que poco le faltan para pasar a nueva vida ya que el cable está casi destrozado y los auriculares a punto de romperse. Le doy al play de mi lista de música triste cuando salgo de casa preparada para ir a clase.

Oigo la moto de Martin parar delante de casa y recuerdo que es el quien me lleva asique me quito los auriculares y los meto en la mochila antes de salir con toda la flojera y la desgana del mundo.

Llego delante de el y ni le miro. No tengo ganas de hablar con nadie y menos con el.

—Sam, ¿pasa algo?

Me asusto al oír su voz. Normalmente a esta hora de la mañana suele ir medio dormido y no habla a menos que sea para burlase de mi. Cosa que me sorprende que no haga viendo como visto con ropa tan grande y gruesa.

Cojo el casco de sus manos y me lo pongo sin decir nada. No tengo ganas de hablar con nadie. Ahora solo tengo ganas de meterme en mi cama y pensar que mi abuela esta bien.

Me agarro a su chaqueta con poca fuerza. Tener un accidente es lo último que me preocupa ahora mismo.

Increíblemente Martin arranca a velocidad normal hasta llegar al instituto a su plaza de siempre. Le dejo el casco para que lo guarde y me voy dejándolo allí.

Mi cabeza de convierte en un revuelto de problemas, miedos e inseguridades. Aunque Peter no se muestra yo misma me encargo sola de machacarme.

Temiendo echarme a llorar me meto en el baño de mujeres, en el primer cubículo que encuentro y cierro con llave dejando caer las lagrimas que estaba evitando soltar.

Mi abuela es una de las personas mas importantes de mi vida. Como toda niña que adora a su abuela desea que sea eterna y jamás se muera, cosa que es imposible que suceda. Desde que el abuelo murió hace dos años mis padres quisieron que mi abuela se mudara con nosotros pero ella no quiso. Dijo que estaba bien y que se iba a mudar con su amiga la señora Meyers, y las dos adoptaron a un perro para hacerles compañía y a pesar de que madre no aceptó del todo que su madre viviera con otra mujer mayor las dejó por un tiempo.

Por el mal camino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora