El Roble y Los Sales Gemelos

II

-Levantate, y hablaremos al respecto sobre aquel joven que has salvado hace tiempo -ella mira por el rabillo de su ojo al muchacho que éste se encoge de hombros apenado- yo misma castigaré su mal comportamiento... por cierto, me llamo Saori Kido, tambien conocida como la reencarnación de la diosa Athena.

Iris levanta su mirada aceptando la mano de la joven Kido, al estrechar su mano queda perpleja por el gran poder que siente correr por las venas de aquella diosa, tragó saliva mientras que se incorporaba con la vista fija en Saori sabiendo que sí hacía algo indebido sería lo último que haría en el mundo de los vivos. Ambas mujeres mantenían sus manos estrechadas que la mas bajita, Saori, ve en las manos de la otra muchas cicatrices que atenúan la expresión dura mostraba, la diosa mira a Iris con una sonrisa casi maternal algo que a la joven rubia alertó.

-Son... marcas de mis victorias como derrotas.. -la incomodidad que sentía Iris ante la fija mirada de Saori la hacía sonrojar, giró un poco la cabeza desviando la mirada cuando la otra mujer toma su otra mano observando unas cicatrices similares- Además... de ser cicatrices... de rituales que suelo celebrar...

-Entonces cuéntame más al respecto... joven druida.. -la voz serena de Saori tomó por sorpresa a Iris sonrojandola hasta las orejas, tanto era el nerviosismo que estaba padeciendo la rubia que su ansiedad y pánico se apoderaron nuevamente de su mente que unas pequeñas lágrimas salieron de sus ojos, Saori se da cuenta que apreta un poco las manos de la druida llamando su atención, Iris voltea su mirada a la diosa quien inhala y exhala de forma exagerada en pausas moderadas logrando que ésta la copie consiguiendo que se calme, la rubia totalmente apenada mira al suelo agradeciéndole en voz baja- No hace falta, vuelvo a repetir que yo soy quien debería darte las gracias... y por eso quiero que vengas conmigo.

Iris levanta la mirada atónita ante tal pedido, Tatsumy también estaba sorprendido luego de lo sucedido anteriormente, él se acerca a su jefa disgustado.

-Pero señorita Kido, ésta mujer casi la lastima al igual que a Jabu... yo creo que debería alejarse, su extraña apariencia y ropas no me traen nada de confianza -el hombre observa a Iris de arriba abajo haciendo muescas de desagrado y horror al divisar un par de dagas en el cinturón de ella, las cuales el mango eran huesos, Saori miró a su guardaespaldas con frialdad que éste hizo una leve reverencia haciéndose a un lado dejándole el paso.

Saori comienza a caminar llevando a Iris al auto que estaba no muy lejos, ella quedó boquiabierta por el nivel de autoridad que impuso la peli violeta con solo una mirada, en su hogar la única, o al menos una de ellas, de tener autoridad indiscutible ante los demás era llegar a ser un 'anciano' en el círculo de los Grandes Druidas, ya dentro del auto junto con el calvo y el otro joven, Jabu, se dió el viaje mas incómodo y silencioso que pudo haber, Iris mantenía la mirada sería como amenazante a Jabu quien aún tenía en sus manos el cuenco que ella fue a buscar y que éste intentaba no tener contacto visual con ella por el miedo, Saori miraba a Iris con serenidad y curiosidad.

Luego de una hora de viaje llegan a una mansión, tras bajar todos y entrar al lugar se dirigen a lo que parecía un gran estudio con unos sofás enfrentados, Saori le pide a Jabu el cuenco quien se resiste en dárselo.

-Jabu, por favor dame el cuenco -repite Saori solo que su voz en esta ocasión era mas dura.

-Señorita Kido, no... creo que sea... la mejor opción -mira Jabu con temor a Iris que estaba sentada cruzada de piernas en el sofá con un brazo extendido sobre el respaldo y la otra mano sobre el cinturón jugando una bolsa que le colgada, la mirada de ella claramente desprendía ira sobre el joven.

-¿Y qué opción sería la mejor? En realidad deberías de entregarme a mí... el cuenco que has robado.. -la voz ronca que salió de la boca de Iris llenó el lugar de la furia que estaba reteniendo.