MARATÓN # 4
Emiliano*
—¿Te gusta el frío? —le pregunto, pero noto en su cara de inseguridad, cuando mencione el frío.—¿No te gusta lo frío verdad? —decido volver a preguntarle, me acerco a ella y la desamarro, sonrío para mi mismo, se ve demasiado tierna con la cara llena de crema y el rostro rojo por la exitación. Ella decide no responder, pero menea la cabeza en negación, asi que el frío no es para ella.
—no me gusta mucho el frío—me contesta y se encoge de hombros, le tomo las muñecas de las manos y las froto delicadamente, no quedaron rojo, me agrada que ella sea obediente, me propuse enseñarla, pero que ella este siempre de acuerdo, sin obligarla a nada.
—¿Estas cansada?—decido preguntarle.
—no—contesta y noto que quiere hablar.
—anda, dí lo que piensas—la motivo a continuar.
—ok—ella levanta la mirada y me mira a los ojos con una expresión que no logro descifrar, tomo mi camisa que cayo al suelo y le limpio el rostro, esperando que ella hable.
Yo quiero hacer algo como eso—me señala la imagen que ella no dejaba de mirar desde que llego, la imagen donde las dos perspnas estan en el aire teniendo sexo, abro los ojos asombrado por su petición.
—¿Estas segura que quieres hacer eso? — le pregunto—eso requiere un cierto grado de manejo y capacidad para mover el cuerpo, ¿estarias dispuesta a soportarlo?—vuelvo a cuestionarle.
—yo, si lo hare—dice decidida—yo quiero intentarlo—contesta segura.
—bien, tú lo pediste, —me acerco y la beso en los labios.—vamos a otra habitación—le ordeno a mi venadita.
—¿por que? —pregunta nerviosa.
—por que iremos a la habitación aérea—decido bromear con ella, logro que ella haga una mueca irónica—venadita iremos a una habitación preparada para lo que tú quieres—decido explicarle.
—ohhhhh—es lo único que decide decir, se ve demasiado graciosa con la boquita que tiene como una "o" de asombrada.
La saco agarrandola de la mano, y la guío caminando dos cuartos mas y llegamos una puerta color azul. Abro y ella se sorprende.
Mi cuarto esta equipado con todo lo necesario para tener el sexo que ella pide, del techo cuelgan dos telas blancas, de un grosos bastante grande, esposas, grilletes, una soga que va de extremo a extremo hacia la pared, en un lado tengo una malla métalica que en los extremos tiene muñequeras y tobilleras, siempre me ha gustado observa todo, asi que en el techo tengo espejos, en la pared, espejos qie tiene un tamaño de dos metros cuadrados, colocados en una posición exacta, ya que en cualquier parte que yo me coloque me observare.
—¿y bien? —decido preguntarle a Natalia.
—ammm.yo.yo—contesta cortando sus palabras—digo yo, jamás pense ver algo como esto, pense que no existía, o que los libros siempre mentían—dice insegura.
Comienzo a carcajearme.
—¡por dios Natalia! ¿que libros lees?, no ya no me digas, ya se cual, —niego con la cabeza.
—¡queeeeee! todas quieren un hombre asi, pero, pocas lo encuentran, o estan extintos o simplemente no quieren hacerlo con la esposa, pero si con la amante— se mofa y se molesta
—Quizas la esposa no es tan atrevida—decido picarle.
—o quizas el marido es un gordo panzón, calvo, que ya no despierta nada en ella y quiere que la mujer haga todo el trabajo, o es un sexi marido del cual prefiere mujerzuelas, que a la mujer que tiene en casa, por que ya esta gorda en que le dió un hijo.
—bueno, buen punto—le güiño el ojo.
—no diras bada para defender a los hombres—me pregunta y cruza los brazos esperando que diga algo.
—por que eh de defender a todos los hombres— le digo—que se defiendan solos, yo solo me defiendo a mi, no abogare, ni acusare a nadie si no lo conozco, cada quien tiene sus propios problemas y propios demonios—termino por hablar.
—tienes razón —sonríe noto que le agrado mi respuesta.
—hoy haremos algo mas fácil venadita, sera una cabalgata voladora.
Ella no entiende a lo que me refiero, asi que camino y los extremos de la tela las amarro, formando una hamaca.
Me subo y quedo boca arriba, dejo caer la cabeza al suelo, sin tocar el piso, y los pies colgando, ella logra entender a lo que me refiero.
—Antes de que te subas, déjame probarte—le saco la lengua.
Camina segura a mí, y coloca su vagina encima mi cabeza que flota, ella lleva la boca a mi pene y ambos empezamos la labor de chupar y disfrutar un rato de nuestro delicioso sabor. Muerdo, jalo y estiro su clítoris que otra vez esta inflamado, a pesar que ya tuvo su primer orgasmo.
—subete nena—le ordeno con la voz tan ronca.
Ella obedece, se sube encima de mi.
—tranquila, busca acomodarte—le digo viendo que ella, pasa a caerse dos veces.
Hace un esfuerzo, para no caerse, se sienta en mi pene tan duro que gruño.
—¡rayos venadita!—se que estas molesta, pero me dejaras sin hijos.—me quejo.
—lo siento —dice apenada.
Alza las caderas y logra colocarse, mete mi pene en su vagina, poco a poco baja, ¡diablos! se siente extremandamente rico, tanto que me cuesta respirar, mis bolas estan felices, ella esta mojada y resbaladiza, coloca ambas manos al extremo de cada tela, y comienza la labor de subir y bajar lentamente, ella mantiene cerrado los ojos, tomo la soga que cuelga del techo y comienzo a mecernos, empezamos a girar, colgamos cerca de dos metros sobre el piso, estamos volando, somos dos cuerpos perdidos en una burbuja de aire caliente, afianza sus piernas en la tela y se suelta de las manos.
—¡siii Lobito!..........estoy volando—grita y gime—¡que ricoooooo!
—vamos venadita soy tuyo, tomame—le respondo con los ojos cerrados.
Abro los ojos, y observo nuestra imagen en el espejo, es simplemente una obra de arte.
—abre los ojos venadita—le digo.
Ella los abre mostrando una pupilas mas oscuras.
La alzo y obligo a que se retire de mi, me muevo y acomodo quedando con las piernas colgando de extremo a extremo a la hamaca mo espalda se apoya en la tela, estoy sentado con la tela metida entre las piernas, ella se acomoda nuevamente quedando arriba, pasa las manos alrededor de mi cuello, nos besamos, comenzamos a girar mientras seguimos en lo nuestro, ella baja tomandome, y yo me dedico a chuparle los preciosos senos que ella posee, me dedico a comerle los pezones que ya se encuentran rojos y erectos.
—observate, —le señalo el espejo—mira como te mueves y lo magnfica que estas toda sudada, sonrojada y exitada.
Eso la motiva a moverse y a gritar mas fuerte, me jala del cabello, no aguantare mas y se que ella tampoco.
—Venadita hagamoslo juntos—digo.
Ambos explotamos hasta quedar saciados, ella cae en mi pecho trantando de regular su respiración, y yo mantengo los ojos cerrados oliendo su aroma, la abrazo y hago caricias en la espalda.