Siguieron en el vehículo por unos veinte minutos, que, al parecer de Laura se habían hecho insufribles, pues seguía molesta por la ruda actitud de Romeo, pero para Alba habían pasado en un abrir y cerrar de ojos.
Finalmente, el recorrido llegó a su fin, y los estudiantes pudieron por fin encontrarse con sus compañeros. Laura bajó echando humos por la puerta del autobús, mientras que alba iba lentamente. Cuando se dio cuenta de que tenía que despertar de su trance, sacudió la cabeza en el fresco aire de la mañana, y siguió a su amiga hacia el edificio que se alzaba frente a ellas: el colegio. Más bien, era el instituto, pero ni Alba ni Laura habían madurado lo suficiente mentalmente como para darse cuenta de que iban al instituto; de hecho, en el último año.
Nada más entrar, Laura corrió a saludar a otra de sus buenas amigas (aunque no tanto como Alba), Anne. Una única mirada entre las dos chicas bastó para que entendieran cuánto se habían echado de menos durante las vacaciones. Anne solía pasar el verano en casa de su abuela, con lo que normalmente no quedaba con sus amigas durante esta época. Ella era, básicamente, como Laura. En todo excepto en la responsabilidad. A pesar de que las dos eran muy fiesteras, Anne era mucho más irresponsable y desorganizada, y, aunque esto no intervenía mucho en su relación con sus amigas, estas se veían obligadas a tratar que Anne madurara un poco; no es que ellas fueran adultas, pero Anne se comportaba como una niña. Una niña loca por los chicos también. Y esa era su perdición. Mientras que Laura sabía, más o menos, cuando parar (no a nivel superficial, sino en el interior), Anne se dejaba llevar por cualquier corriente que la rozara.
Cuando terminaron de saludarse, Anne fue entonces a saludar a Alba. Ambas se fundieron en un cálido abrazo, y, posteriormente, buscaron juntas su nueva clase.
—Tercero, desdoble de tercero, segundo—Anne iba leyendo las placas que se encontraban a los lados de las puertas para buscar la clase de cuarto—, primero de bachillerato... ¿Por qué demonios tendrán que cambiar siempre las clases? Explicadme a mí cuál es la razón por la que han decidido meter bachillerato entre las clases de la ESO. Oh, mira, cuarto.
Las tres chicas entraron en el aula de cuarto de la ESO, y se dispusieron a colgar sus mochilas de los percheros.
—Sigo sin entender por qué traéis mochila el primer día de clase—dijo Anne, que era la única que no había traído nada más que su uniforme y unas ojeras que le llegaban hasta la nariz.
—Tú es que eres demasiado despreocupada—le espetó Laura—, a ver si este año te fijas en algo más que no sea Mario, o Fer, o Pedro...
—Vale, vale, lo he pillado. Y que sepas que tú no eres la más indicada para hablar—le respondió Anne, con una sonrisa pilla en la cara.
—Ja, ja, ja, vale.
Alba nunca había entendido como esas dos podían decirse de todo, que nunca se enfadaban por ello. Se lo tomaban todo a broma; todo aquello que Laura podría considerar como broma, puesto que ella sí tenía sentido de lo correcto. Pero era verdad, ellas siempre estaban llamándose de todo, pero esto las unía aún más, Anne era prácticamente igual a Laura, y también, en ocasiones actuaba como escapatoria a la sobriedad de Alba. Pero Laura siempre había creído en la teoría de que los polos opuestos se atraen, y esta era la razón por la que Alba era su mejor amiga, porque sus diferencias hacían que encajara la una con la otra.
Poco a poco fueron llegando más y más alumnos. Algunos de ellos buenos amigos de Alba, otros de Laura, algunos de Anne, y, finalmente, entró Carolina.
—Pero, ¿no venía en el bus con nosotras?—le preguntó Laura a Alba en un susurro.
—Estaba en la biblioteca—respondió súbitamente Carolina, lo cual provocó que Laura saltara del susto—.Me había llevado unos libros este verano, y fui a devolverlos.
—Ah... Vale...—añadió Laura, intentando sonreír, mientras un escalofrío la recorría de pies a cabeza—. Esta chica me da miedo, Alba...
—Ja, ja, ja.
Las clases fueron transcurriendo poco a poco, hasta que sonó el primer timbre del día, tras el cual todos los alumnos salieron escopeteados al patio. Sin embargo, Alba y Laura decidieron no salir todavía, y se dirigieron hacia la clase de primero de bachiller, para buscar a la prima de Laura, que era nueva en el colegio. La mayoría de los alumnos de primero estaba en clase, ya que estos no tenían la obligación de bajar. Laura trataba de identificar a su prima entre la muchedumbre: buscaba una joven rubia, de ojos café y de piel morena, tarea difícil, dado que, tras un largo y caluroso verano, muchas cabelleras tornaron claras, y el sol tuvo también su efecto sobre la tez de los alumnos de primero. Pero, tras unos cuantos minutos repletos de una sensación asfixiante, Laura por fin consiguió distinguir a su prima, Cornelia. Se acercó a ella, y comenzaron a hablar sobre temas cotidianos, especialmente sobre cómo habían sido sus vacaciones en Australia. Por otra parte, Alba, que no tenía mucho que contarle, se alejó de su amiga para acercarse a la ventana, pues su claustrofobia comenzaba a ejercer efecto sobre ella y el hecho de que se encontraba en una clase pequeña y atestada de gente. Mientras se acercaba al desgastado alféizar, un chico que se encontraba delante de ella se echó bruscamente hacia atrás, inconsciente de la presencia de Alba, empujando a la joven, la cual se precipitó hacia el suelo. Estaba a punto de caer. Ya había cerrado fuertemente los ojos, preparándose para el impacto, cuando se percató de la presencia de dos fibrosos al rededor de su espalda, que la sujetaban, evitando así la caída. Tras unos segundos de estupefacción, Alba abrió lentamente los ojos, y se fijó en los brazos que la sujetaban. Morenos brillantes, venosos y extremadamente suaves. Poco a poco, su mirada fue ascendiendo, hasta encontrarse con la de la persona que la estaba agarrando.
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Otra historia chiché pero más turbia
Teen FictionTodo empezó un lluvioso día de otoño, cuando la autora se aburría en clase y no sabía qué hacer. Fue entonces cuando decidió comenzar a escribir una obra sacando las cosas macabras y pensamientos raros (y sensuales) que se le pasan por la cabeza.