La historia del adulto y de cómo llegué aquí

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Fue incómodo. No sabía que decir.

—Mi nombre es Mel.—Dije nerviosa intentando evadir.

Se quedó callada viéndome de pies a cabeza unos segundos como si me juzgara. 

—Eres principiante ¿verdad? no habías estado aquí antes. Te sugiero que no digas tu nombre real.—Cassie se asomó por el pequeño tragaluz.—Aquí dentro nada es real, tú tampoco lo seas.

—¿Cómo no van a saber que mentimos si traemos las pulseras con nuestros nombres reales?—pregunté.

—Mel, ven.—Me tomó de la mano y me llevo al patio de pasto sintético. Nos subimos a una mediana barda donde podíamos observar desde arriba a los demás.—Mira como se mueven, como caminan, como ven a los demás; no son como nosotras, se orinan en sus camas, creen que las voces en sus cabezas son reales, muerden la envoltura de sus chocolates, gritan y se ríen de la nada.

Los vi por unos segundos y me di cuenta de que quizá era cierto.

—Tú y yo Mel, sólo estamos tristes, estamos aquí porque estamos tristes, ellos están aquí porque no tienen otro lugar en dónde estar.

Cada quien tomo su rumbo, no había mucho que hacer en el psiquiátrico, sólo caminar por los pasillos y cuando te daba algo de ansiedad beber agua si es que había

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Cada quien tomo su rumbo, no había mucho que hacer en el psiquiátrico, sólo caminar por los pasillos y cuando te daba algo de ansiedad beber agua si es que había. 

Era más desesperante no tener nada qué hacer, tienes más tiempo para recordar muchas cosas, como la forma en la que llegué a ese lugar.

Siempre he tenido el deseo de morir, a veces muchos no lo entienden pero yo si lo hago porque yo lo sentí, cada que tenía una crisis de llanto hería mis brazos o piernas, pensaba que así la gente que me lastimaba emocionalmente podrían ver el dolor que me causaban de manera visual, pero sólo me juzgaron aún más. Recuerdo al adulto que tocaba mis pechos y mi vagina cuando mis padres se iban, yo pensé que él me quería pero no me explicaba porqué hacía esas cosas, un día flagelé mis pechos y mi abdomen para que notara que me hacía daño, pero él sólo espero a que mis padres se fueran a su trabajo de nuevo y arrancó mis ropas sin darse cuenta en lo absoluto que me encontraba muy herida. 

Y no sé que fue lo peor, si él no se dió cuenta de mis heridas físicas o de mis heridas emocionales, que también eran evidentes. 

Intenté huir de la ciudad para comenzar una nueva vida ya que era demasiado cobarde como para dejar de vivirla. No hubo una razón especifica si no un detonante que lo causo, mi padrastro y mi madre habían discutido esa tarde, la discusión fue tan grave que mi padrastro nos echó de la casa, era de noche y no teníamos donde dormir, le dije a mi mamá que nos fuéramos de ahí y que dejaremos a ese hombre solo pero mi mamá seguía queriendo estar con él y comenzó a insultarme, yo tenía miedo, no quería dejar sola a mi madre pero ella estaba muy firme de seguir con ese hombre, así que me fui yo. 

Le robé dinero a mi madre de su bolso, ella tenía bastante. Y decidí ir a la central de autobuses, pero antes quise ir a la casa del adulto que me tocaba.

Cuando llegué a su casa tenía lágrimas en los ojos, él me abrazó e intenté contarle lo que había sucedido pero inmediatamente me beso bruscamente y me llevó poco a poco al sillon de la sala de su casa, me acostó ahí y comenzó a meter su mano entre mi ropa, metió sus dedos en mi vagina, y hasta cierto punto yo con coraje lo disfrutaba, pero eso no era lo que quería, quería sólo un abrazo, una despedida e irme. 

Sacó su pene que estaba muy húmedo y erecto ya, empujó mi cabeza hacía él y yo me rehusaba, quería que le hiciera una felación, susurró algunas palabras suplicando muy excitado que ya metiera su pene a mi boca, pero yo de verdad no quería hacerlo, en ese momento con las pocas fuerzas que tenía me lo saqué de encima y salí rápido por la puerta.

Me detuvo entre la banqueta y se disculpó, hasta parecía sincero, y me dió otro abrazo, yo temblando y sin decir nada más corrí y tomé un taxi que me llevaba a la central de autobuses por fin.

Despeinada, sin si quiera maleta,  con tan sólo 100 dólares en el bolsillo tomé un bus que me llevará a otra ciudad, lo abordé, y el bus estaba a punto de partir pero en eso entra un hombre, resulta ser mi padrastro y se sienta a un lado mío, me amenazó para que bajara, yo lloré bastante le dije que no bajaría del bus. Él me tomó fuertemente del brazo y le dije en voz alta que me soltara.

Los pasajeros que abordaban el bus voltearon a ver lo que pasaba y quisieron que ese maldito bajara para que me dejara de molestar, él se escudó diciendo que yo era menor de edad, yo me escudé diciendo que él no era mi padre y que nos maltrataba. Él se escudó diciendo que yo era una paciente psiquiátrica, y una maldita puta vez que hacen eso ya nadie te cree ni una sola palabra de lo que dices, pierdes todo tu valor frente a la gente.

Malditos antidepresivos, malditos ansioliticos, malitas pastillas para dormir, pastillas para todo, malditas todas, que desde los 13 años tengo que tomarlas sólo para que mis padres puedan tener más poder sobre mí. Y ¿me han ayudado en algo? para nada, todos los días tomo las mismas pastillas y todos los días quiero morir.

Le supliqué a una guardia de la central de autobuses que no me dejara ir con ese hombre y ella decidió acompañarnos a la delegación para que pudieran hablar conmigo, estuve sentada en un escritorio por unos minutos y mi mamá había llegado con mi padrastro, ambos se pusieron a platicar con la policía, me dieron un vaso de agua y nadie pidió mi testimonio, sólo me llevaron en un auto a un hospital donde al llegar me acostaron en una camilla, yo no sabía lo que estaba pasando hasta que me inyectaron de pronto y sin avisarme una sustancia amarillenta y después me dijeron que me cambiara de ropa y me quitara todas las joyas que traía, me dieron una playera blanca con un pantalón cafe claro y tuve que ponermelos frente al enfermero que me miraba con morbo, después de eso estaba consciente de que ya no iba a regresar a casa, ni a cumplir mi sueño de cambiar de vida. 




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⏰ Last updated: Dec 18, 2019 ⏰

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