Salí del baño, mirando quien estaba detrás de esa puerta... Lo que vi definitivamente cambiaría mi vida, pero yo no lo sabía en ese momento.
Era hermoso, alto, piel trigueña, ojos color miel, más brillantes que el oro, el cabello castaño, la anatomía más perfecta, cincelado por las propias manos de Dios. Su traje era color azul con hilos de plata, camisa gris y corbata de color grafito. Un Rólex que brillaba en su muñeca, a lo alto de su cabeza, donde sin querer, yo habría golpeado al abrir la puerta...
Su voz, su profunda y estremecedora voz, interrumpió mi recorrido por su cuerpo...
-Me basta con una disculpa- dijo arrogante.
-Ohh si, loo-lo siento- logré sacar las palabras de mi boca.
-De acuerdo, la próxima vez ten más cuidado- me dijo fulminándome con la mirada.
-La próxima vez no te pares detrás de las puertas- dije ya empezando a cabrearme.
-No seas insolente- me dijo y yo pude ver como se elevaba el final de su boca con ganas de una sonrisa de superioridad.
Antes de responder una grosería giré sobre mis talones y me dispuse a bajar las elegantes escaleras. Al llegar abajo me reuní de nuevo con mis chicos.
-Hola de nuevo- dije
-Hola chica- me contestó Esteban- ¿Cómo andan las cosas allá arriba?
-Ni preguntes- respondí volteando los ojos, el solo rio.
-Muchachos quiero presentarles a alguien- nos gritó Jake debido a la música tan alta.
-¿De quién se trata?- le preguntó Chantal.
-Es el organizador de la fiesta, él es el hermano mayor de Willy, mi mejor amigo y el que me ha obsequiado las entradas.
-Me muero por conocer ese bombón- dijo Esteban abanicándose con su mano, tratamos de disimular una risa, pero fue imposible.
Jake se fue en busca del hombre, al cabo de un rato escuché la voz de él a mis espaldas diciéndonos:
-Aquí está el joven del que les he hablado.
Chantal y Esteban lo saludaron con cara de asombro, así que giré en mi propio eje quedando frente a él y maldije por lo bajo cuando miré de quien se trataba... el tipo del baño.
Saludó a Esteban y a Chantal con un movimiento de su mano, pues no estaban a su alcance y de pronto tomó mi mano dándole un beso al contrario de la palma, ese gesto hizo que se me erizara la piel.
-Ryan White, un gusto- dijo mirándome, o mejor dicho atravesándome con los ojos.
-Amy Collins y no puedo decir lo mismo de usted señor White- procuré decirlo seriamente, pero podía escuchar las risas por lo bajo de Esteban y Chantal. Nota mental: matarlos al llegar a casa!
-Vaya que grosera- dijo en tono de burla.
-Prefiero la palabra sincera.
-No es lo mismo- me dijo y en ese momento me di cuenta de que seguía sosteniendo mi mano, la arranqué de su agarre y él se retiró del lugar.
La noche fue transcurriendo con normalidad, de pronto pusieron mi canción favorita: "Happy" de Pharrell Williams, mis amigos y yo corrimos a la pista a bailar como locos. En un momento mi mirada cambió de dirección y se encontró con el Dios de la arrogancia Ryan White, quien se encontraba hablando con unos empresarios, de pronto colocó su mirada sobre mí, me detuve por unos instantes, él se disculpó con esos hombres y empezó a caminar hacia donde yo estaba, paralizada... Mi frente comenzó a sudar mientras lo veía acercarse, mi corazón latía muy de prisa, intentando salirse de mi escote. Me sentía ebria a pesar de que solo había bebido vino sin alcohol.
Él llegó donde yo estaba, deteniéndose justo en frente mío, podía saborear el olor a whisky que salía de su boca, se combinaba con su excelente fragancia. Nuestros ojos nunca perdieron contacto, se acercó un poco más a mi rostro, me tomó por el cuello y acercó sus labios a los míos plantándoles un beso. Sabía tan bien...
Pero... pero... ¿QUE LE PASA A ESTE HOMBRE?
Intenté separarlo de mi pero todo esfuerzo fue en vano. Empezó a acariciar mis hombros, mi espalda y llegó a mis muslos. Estaba perdida en sus caricias y cuando sentí que llegaría a mi entrepierna, se detuvo, me separó por los hombros y me miró fijamente.
-No debes tentar a un hombre como yo.
-Y ¿Cómo es un hombre como tú?- le pregunté.
-¿De verdad quieres averiguarlo?
-Sí, sí quiero.
Se detuvo a pensar por un momento, luego miró hacia las escaleras, echó un vistazo hacia mis amigos, me tomó la mano y me hizo subir al segundo piso, nos dirigimos al final del pasillo y sin tocar, abrió una puerta y nos adentramos...
Cerró la puerta tras nosotros, encendió la luz y pude ver esa maravillosa habitación, enormes ventanales desde el suelo hasta el techo, con finas cortinas blancas, una cama tamaño King, un ropero y tres puertas, era todo lo que había en la habitación. Me ubiqué a un costado de la cama, se acercó a mi espalda y empezó a besar mi cuello.
Me preguntó si quería seguir con esto, yo solo respondí con un gemido. Subió sus manos por mis brazos y las volvió a bajar sobre mi cintura hasta llegar a mis muslos, comenzó a levantar mi vestido hasta mi espalda, dejando al descubierto mi hilo de encaje negro, metió sus manos por debajo y repartió caricias alrededor de mi clítoris, haciendo temblar mis piernas con cada movimiento.
Empujó con cuidado mi pecho sobre el colchón, dejando mi sexo a su alcance, bajó mi ropa interior y sin despegarse de mi clítoris, se sumergió en mí, haciéndome contraer todos mis músculos internos. Él encajaba a la perfección en mí, se sentía tan bien, pero lo hacía dolorosamente despacio.
-Más rápido- le pedí, el obedeció.
Cuando estaba a punto de alcanzar el orgasmo, el salió de mi y me hizo recostarme hacia arriba por completo en aquella cama. Subió encima de mí colocando mis piernas sobre sus hombros y volvió a penetrarme, pero esta vez fue duro y rápido y supe que no aguantaría mucho más, pero tampoco quería que acabase nunca.
Cuando llegué al orgasmo su nombre salió de mi boca en un ruidoso grito, el tapó mi boca con un beso suyo y tuvo de inmediato su propio orgasmo. Salió de mí, levantándose de la cama, abrió una de las puertas, algo que parecía un armario, sacó una toalla y me la brindó, tomó otra para él, sin decir una palabra.
Nos arreglamos y salimos de la habitación, al llegar al piso inferior lo perdí de vista. Terminó la fiesta, fui a dejar a Chantal y a Esteban a sus casas y 'por fin llegué a mi apartamento. Me acosté en mi cama y pensé: ¿Qué rayos pasó hoy?
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Ahora que te conocí!
RomanceTodos hemos oído hablar de Él, pero nadie lo conocía en realidad. Nunca pensé en que esto me podía llegar a pasar a mi! La noche más maravillosa, y el día más incómodo.