12. Terminar con todo

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→ Ciertas cosas necesitan ser acabadas antes de que ellas acaben contigo ←


El rostro me duele como nunca, el simple gesto significa un intenso dolor, puedo sentir algo frio contra mi piel, lentamente abro los ojos, una parte de mi campo de visión esta interrumpida y al tratar de verificar en donde estoy sin querer suelto un gemido involuntario, dios, si que duele.

— Por fin despiertas —Escucho la voz de Ernest más sin embargo no lo puedo ver, quito la bolsa que tengo en el rostro y me incorporo. Todo este tiempo había estado tendida en un sillón en casa de los Neisser.

— Lo siento —Murmuro girandome para hacerle frente. Él esta sentado en un puff sosteniendo una bolsa contra su cara idéntica a la que yo tengo ahora en mi manos.

— ¿Cual parte? —Gruñe. Yo aparto la mirada y vuelvo a poner la bolsa contra mi cara adolorida— ¡Dios Cassie! ¡Cuando tus hermanos te vean que pensaran!

— Por favor no se los digas —Murmuro arrastrando las palabras.

— No, es que ni falta hace que les diga algo, solo tienen que ver tu puta cara para darse cuenta que te dieron una paliza. —Ernest se levanta furioso, justo en estos momentos me reccuerda a Eckart. Casi puedo jurar que son la misma persona... El se acerca a mi lentamente y suelta un suspiro, hace que lo mire a los ojos, me quita la bolsa del hielo y toca suavemente mi rostro, hace una mueca llena de dolor— Nunca debí dejar que ese imbécil te tocara — Murmura en alemán y yo soy capaz de entenderlo a pesar de que no es mi fuerte.— ¿Estas bien?

— Si, lo estoy —Murmuro, imitó su acto y toco el gran golpe que tiene en su pómulo— Lamento todo esto Ernest, no quería que te hiciera daño.

El suelta un bufido y toma mis manos, besa una de ellas (la que tengo morada) y la pone en su rostro.

— Estoy bien, no fue nada —Se queda examinando mi cara, estamos tan cerca que puedo ver sus ojos azules a la perfección, Ernest puede hipnotizar a cualquiera— Sin embargo tu... Debí cuidarte mejor.

— ¿Esta tan mal?

El asiente.— Se pondrá peor, lo malo no será el golpe en tu cara si no explicar quien te lo hizo.

— No quiero enfrentarme a mis hermanos ahora mismo, sinceramente no tengo energía para eso.

— Dejame acompañarte, no quiero que le digas esto tu sola, además también es mi culpa.

— No es tú culpa Ernest. Todos enloqueceran cuando me vean llegar con el rostro verde.

El suelta una risita y extrañamente se me contagia. Me suelta las manos y se sienta a mi lado.

— Lo sé, perdóname Cassie.

— No fue tu culpa Ernest. Dejalo así. ¿Podemos hacer algo?

Suelta un suspiro resignado.— ¿Que quieres hacer primor?

— Veamos una película o algo así.

— Tus deseos son ordenes Cassie. —Besa mi sien y se levanta para buscar el control de la TV.

Despierto de golpe y miro a quien estoy usando de almohada, Ernest está dormido plácidamente debajo de mí, nos habíamos quedado dormidos viendo 'Noche de juegos' el joven tiene la boca ligeramente abierta, una de sus manos la usa como almohada y la otra esta descansando sobre mi espalda, vuelvo a acomodarme en su pecho y escucho atentamente los latidos de su corazón, los cuales son de un ritmo suave y relajado, justo como esta su portador en estos momentos.

El secreto de los Neisser (Larkin#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora