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Advertencia:
Contenido sexual: No.
Consumo de drogas/alcohol: No
Violencia: No.
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La música sonaba a todo volumen retumbando por las paredes de la casa. En el medio de la cocina, comiendo un poco de pie, Elizabeth se encontraba bailando animadamente. Estaba en su propio mundo, tanto, que no escuchó el timbre sonar varias veces antes de que la puerta fuera abierta.
Seguía cantando a todo pulmón mientras se acomodaba el moño despeinado. Dió un par de vuelta al compás de la guitarra y antes de hacer su increíble final, una risa la interrumpió.
- Veo que estás feliz hoy.- Dió un salto en donde estaba y se llevó una mano al pecho, cerrando los ojos ante el medio infarto causado por el hombre presente.- Me encanta cómo te quedan los shorts.
Abrió lentamente sus ojos, insultando en voz alta a el idiota parado ahí, el cuál sólo rio más fuerte en respuesta. Lo volvió a insultar pero esta vez en voz baja al darse cuánta de lo bien que se veía.
Sebastian sonreía entre alegre y burlón, realmente feliz por asustar a la muchacha. Se acomodó el cabello con una mano y avanzó hacia ella, decidido.
- ¿Qué traes en esa bolsa?- Paró y sonrió, ofreciéndole el lindo empaque blanco que colgaba de sus manos.
Elizabeth lo tomó con afán, dándose la vuelta sin importarle mucho la presencia del otro, sólo queriendo saber qué había traído. Un par de mentas, unos chicles, una caja de chocolates y dos papeles largos estaban adentro.
- ¿Qué es esto?- Intentó girar pero su espalda chocó contra una superficie fuerte y firme. El pecho de Sebastian.
- Un pequeño regalo, ya sabes.- Su corazón comenzó a latir más rápido de lo normal al sentir el aliento del mayor chocar contra su oreja. Los brazos definidos la tenían acorralada en una especie de abrazo.
- ¿Para?- Agradecía a Dios el que su voz saliera firme. Internamente estaba a nada de colapsar.
- Pués, los dulces son para ti y las entradas, para nosotros.- La chica seguía sin entender y Stan se separó un poco, girando a la muchacha en sus brazos.- ¿No creerás que te la dejaré fácil, verdad?
Cayó en la realidad cuando Sebatian volvió a reír, juguetón. Se alejó como si nada hubiera pasado y caminó a la cocina, buscando algo.
Elizabeth se quedó estática por un momento, intentando relajarse y plantearse que debía jugar también, al menos si no quería salir tan mal.
- ¿Cambiaron la servilletas?- Agradecía que Sebastian fuera tan querido por su familia y de tanta confianza. A estas alturas paseaba por el lugar como si fuera su hogar.
- Si, están en la gavetas de abajo.- La chica asintió, sabiendo que tenía que superar todo lo que sentia y aprovechar al máximo la apuesta.- ¿A dónde iremos, galán?
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Sebastian Stan One Shots
FanfictionPequeñas historias del perrito rumano, historias de cualquier tipo. Muchas veces los OS están basados en canciones. Espero y les guste. TDG