10. Viaje

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El rubio se miraba decidido. Había tomado una decisión la cual jugaría su futuro y el futuro del que antes llamaba su omega. Miraba a un costado su equipaje, bueno solo era una mochila vieja que contaba con su ropa, y luego posó su vista en su libreta la cual tenía apuntado su destino.

El día de ayer fue a la Universidad y pidió una pausa de un mes en sus estudios, el director no se negó a su petición.

Ahora con ayuda de su jefe decidió marcharse.

Tomó sus pertenencias y salió de su pequeño departamento, sin mirar atrás, volvería, pero dentro de un mes.

Al llegar a la calle el auto que su jefe le prestó lo estaba esperando. Esperaba ser bien recibido en su primer destino.

Y rogaba a los dioses que no le jugaran mal esta vez.

[...]

El pequeño omega era un ovillo entre las grandes sábanas, sus mejillas estaban húmedas por el reciente llanto, esta era la tercera vez que lloraba y apenas empezaba la día.

Una semana ya había pasado. Una semana donde su omega seguía llamando a su alfa, pero el zumbido cortaba el llamado. Se sentía terrible. La marca ardía pero agradecía a su omega que no pidiera por ese alfa que abuso de ellos.

Pero extraña a ese rubio que lo mimaba y lo llenaba de cariño. Extrañaba que le dijera lo bonito que era. Extrañaba a su alfa, el verdadero.

Escuchó como tocaban la puerta pero no respondió. Volvieron a tocar.

---No tengo hambre, déjenme solo -lloriqueó escondiéndose más entre las sábanas.

El silencio se apoderó de nuevo de la habitación y el omega agradeció que no siguieran insistiendo.

---Omega, abre la puerta por favor -esa voz, esa voz era la que extrañaba, su omega se puso inquieto y comenzó a dar vueltas desesperado.

Pensaba que era una mala broma, que esa voz al otro lado de su puerta no era su rubio. Quería volver a llorar.

---Omega -escuchó de nuevo su llamado. A pasos temblorosos bajo de la cama y llegó a la puerta. Sus manos temblaban y se armó de valor y abrió la puerta.

Sus ojos no evitaron llenarse de lágrimas, ahí, justo frente a sus ojos estaba su rubio, no dudo y se lanzó a abrazarlo y comenzar a sollozar contra su pecho.

No importó que sus pieles quemaran al tocarse, y tampoco el incómodo olor del omega mareara al alfa. El rubio no lo evito y estrujó al omega entre sus brazos, extrañando su presencia y su forma de encajar en sus brazos.

---Te extrañe -confeso el alfa al borde del llanto.

---P-perdóname -sollozó el azabache sin salir del pecho del rubio ---p-perdóame a-alfa...se que s-soy asqueroso y y-ya no s-soy l-lindo -lamentaba el pequeño.

Naruto sintió como su corazón se quebraba ante lo dicho por el omega, también sintió repudio y culpa, dejó solo al omega cuando más lo necesitaba pero ¿que podía hacer? El azabache dejó de pertenecerle una vez fue mordido.

---Escucha omega -dijo tomando el mentón del menor para que lo mirara ---me iré...-dijo sin mas. El azabache abrió los ojos asustado y comenzó a llorar con fuerza.

---N-no, a-alfa n-no me me dejes -el omega se aferró al torso del alfa sin parar de llorar.

El omega aún tenía la esperanza de volver con el alfa pero al escuchar que se marcharía se rompió por completo.

---Escucha -dijo el alfa tomando de los hombros al omega ---me iré pero tu vendrás conmigo, así que deja de llorar, dúchate y has una maleta -ordenó. El omega estaba perplejo pero no se negó.

Mi AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora