【Au | Childhood 】*
«Los niños no conocen de problemas» decían sin importarles los inconvenientes que venían.
«Los niños no saben que es estar realmente tristes» comentaban sin siquiera mirar a las caras infantiles que se llenaban de un dolor impronunciable.
«La infancia es la etapa más hermosa de la vida» aseguraban quienes olvidaban los pesares que ocurrían en lo que se suponía era "el mejor momento para estar vivo".
Quizás por todas esas cosas que los adultos murmuraban es que se encontraban perdidos en el sendero de lo que era normal y correcto para ellos, tal vez por cada prejuicio que los atormentaba en sus sueños, era que se sujetaban de las manos para salir corriendo de esa vida de "ensueño"; quizás era el mundo en sí lo que aceleró sus corazones, con la decisión latente de escapar a un lugar seguro donde las lágrimas también pertenecieran a aquellos que temían ser mayores cuando ser infantes era demasiado duro.
«Es solo amor de niños» las sombras venían a su cabeza como un eco, hasta que él lo calmaba con unas cuantas palabras, desvaneciendo cada letra de una oración sin sentido.
«Cuando crezcan se olvidarán de ellos» los años seguían, y ellos se seguían recordando.
«Cuando crezca dejaré de sentir esto» pero aún continuaba sintiendo esa punzada en el pecho cuando el azabache lo arrebataba de su sufrimiento.
El ruido de sus pasos parecía ser más fuerte que las personas a su alrededor, quienes pese intentaron detenerlos, no eran capaces de frenar una huida que solo se planeaba cuando esos labios pronunciaban un sigue corriendo. Luego el silencio fue abismal, cuando la reja que los retenía estaba siendo una amenaza que, a los segundos, se convertiría en una advertencia vacía al ser levantada con sutileza por quien lo protegía.
La barrera se quebró, y la libertad lo cogió de la mano para cruzarlo a un lugar seguro.
Aunque no sabía si realmente existía alguno o solo era una sensación que crecía cuando sus dedos se sujetaban con la seguridad que a veces le asustaba.
«Es un sacrilegio».
«Una atrocidad».
«¿Cómo un niño puede amar otro niño?»
Prejuicios que hicieron eco en su persona, miedos que partieron su cuerpo y lo hirieron. Un dolor que se solo se calmaba entre sus brazos, sin importar el deplorable lugar donde se escondían de quienes creían esas mentiras; los contenedores de basura no eran sus favoritos, dentro o fuera de ellos, sin embargo, el desagradable olor pasaba a segundo plano cuando se terminaba recostando en su pecho, como una almohada dura que con el tiempo, cogía la forma de su cabeza. Husk de alguna forma se había adaptado para arroparlo entre sus abrazos por más disgusto que le llegara a ocasionar eso.
Las últimas lágrimas se acabaron por secar, cuando los dedos del mayor deslizaron sus yemas para eliminar cualquier rastro salado de su mirar.
Las personas malas quedaron atrás, y ellos, ellos estaban en un mundo donde las rosas se marchitaban pero tenían la oportunidad de ser bellas hasta que ese momento sucediera.
Ser un niño en ese instante era estar en un parque repleto de flores muertas.
―Oye ―y ahí estaba, los rayos de sol más bruscos como dulces que revivían algunas raíces sin esperanza. ― ¿Te hicieron algo?
Negó apenas con un hilo de voz audible, que creció lentamente cuando la duda lo impulsó a mirarlo. ― ¿Por qué me sigues ayudando? Yo...yo sé que no te agrado.
Un silencio le hizo sentir que, muy probablemente, se equivocó al decir eso.
―Eres extraño ―esas palabras ya no le sorprendían. ―Pero no sabes pelear. Nadie merece aprovecharse de ti solo porque parezcas más débil ―esa clase de poética sobre justicia le hacía querer reír como vomitar. ―Además ―estaba sorprendido de conocer una segunda condición. ―No eres tan desagradable como creía antes.
Esta vez no pudo evitar reír. ― ¿Gracias? ―ante su mirada, no pudo evitar sonreírle. ―No es mi culpa que seas malo halagando personas.
―Debería dejar que te halaguen a golpes como antes.
Son palabras vacías que le hacen sentir tranquilo, pues sabe que ese sentimiento se desvaneció de ellos cuando ambos compartieron las dolorosas mentiras que decían los adultos.
«No saben del amor».
La última oración golpea en su cabeza, en una ironía, ya que reconoce que, seguramente, no conoce nada sobre el amor, pero sabe cómo se siente, a que huele, a que sabe, y más que nada, que forma tiene.
Y lo confirma cuando le roba un beso, tan efímero, tan suave, tan torpe e inseguro.
Son infantes madurando en un mundo que pende de la unión de sus manos.
*
Alastor y Husk han sido vecinos desde que tienen memoria, y pese a la unión de sus padres, nunca pudieron llevarse bien hasta que las cosas van cambiando poco a poco entre ellos.
N/A:
¿Me extrañaron?
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El veneno de tus labios
FanfictionCuando sus labios se bañan en el veneno de su copa, y su alma se alcoholiza en un pecado que lo ahoga, comprende que está condenado a repetir sus mayores miedo en una condena con nombre propio. Alastor. Y es terrible el solo imaginar un sentimiento...