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Eres fuerte Jungkook.

No somos fuertes, y menos yo.

—Sabes, nosotros somos más fuerte, los distritos altos tienen más posibilidad de ser manipulados ya que a ellos solo le dan vida y material, nunca le han entregado amor.

Jungkook se despertó angustiado, gotas de transpiración recorría su frente. El corazón latía más fuerte de lo normal, el estómago se revolvió e instintivamente se dirigió hacia el retrete, empezando a vomitar.

El cuerpo estaba delgado, miro su cara, la piel cada vez se hacía más pálida. Se veía enfermo. Estaba enfermo.

Extrañaba a Jimin.

Veía todos los días en las noticia como lo buscaban. Entonces mientras el periodista relataba información absurda, la mente de Jungkook se llenaba de preguntas; por qué lo hizo, por qué se alejó de tal forma y lo dejó, aunque sabia perfectamente que no lo había abandonado. Si se hubiera aburrido de él, no hubiera dejado a Jin que lo cuidara, aunque Jin también estaba destrozado y repetía un mantra, tratando de convencerse de que Jimin no había asesinado a Namjoon. Él  creía en Jimin, sabía que él no era capaz de matar a un amigo.

Se lava la cara y los dientes. A penas camina hacia la cama y se acurruca entre las suaves sábanas que de a poco perdían el aroma de su chico.

Trató nuevamente de conciliar el sueño pero su cuerpo dolía, en cada extremidad el sufrimiento era agudo. Todos sus huesos se afligian, con las uñas se aferró a las sabanas, tratando de no gritar, no quería despertar a la pequeña que estaba cuidando Jin. Pero mientras pensaba en no querer gritar, los jadeos salian de la nada, no tenía control sobre su cuerpo, la almohada se empezó a manchar con sangre que salía por su nariz, y los quejidos se convirtieron en gritos.

Apenas vio unas luces ser encendida, pasos rápidos se acercaba a él. Era Jin, un enfermero que quedó sin trabajo por su corta experiencia. Ellos eran amigos de la infancia, y la pequeña que cuidaba era un bebé que Jimin recogió en pleno invierno.

Una mano ajena se posó en la frente de Jungkook. El chico lo miró preocupado y de un maletín saco algunas pastillas. Están eran droga fuertes, comprimida en cápsula de color blanco; servían para aliviar el dolor.

—Jungkook, estás ardiendo.

Los ojos del chico se llenaron de lágrimas. Jungkook se mordía el labio y tenía espasmos, sus huesos dolían, había perdido peso y manchas se formaba en su piel tersa, juvenil.

Jungkook tenía Leucemia.

Poseer Leucemia o algún tipo de cáncer no era igual como lo contaba los libros de hace años. Era peor, un minuto te dura treinta segundos, así que, 30 minutos eran 15 minutos.  Prácticamente vivías la mitad de lo que la gente normal lo hacía. Pero eso era la primera etapa, la segunda era peor, el tiempo se acorta aún más, ya no era la mitad, era un cuarto, sin mencionar que el cuerpo tanto como el ser se iban deteriorando. Jin se mordió el labio tratando de calmar el cuerpo de Jungkook.

Sostuvo sus brazos y abrió la boca del chiquillo como pudo, un poco de agua y la pastilla empezó a desintegrarse en su garganta hasta llegar al estómago. Jungkook empezó a disminuir los gritos, el dolor, sabía que iba desaparecer al igual que el brillo de los ojos del chico, que era como las estrellas de una galaxia entera balanceándose.

Un efecto de la droga era dormir el cuerpo, su cabeza estaba ladeada y en sus labios entre abiertos, por la comisura, empezó a caer un poco de espuma blanca. Jin no era estupido, sabía que aquella droga le estaba destruyendo de a poco el estómago del chico. Entonces, a lo pies de la cama empezó a llorar, aferrándose a este. Empezó a maldecir por lo bajo a Jimin que estaba ausente, parecía que quería arrancar de la muerte de Namjoon y olvidarse de Jungkook, no quería odiarlo, quería creer en las palabras del chico pelo castaño, que se rompía su espalda trabajando para ver una sonrisa de Jungkook y sus seres queridos. No quería encender la televisión y verlo robar bancos con una persona refinada que ni siquiera conocía.

—Jimin... —susurro Jungkook, por lo bajo y eso terminó rompiendo a Jin.

"Jimin"

El chico se dio vuelta a verlo. Las mejillas estaban algo quemadas por el sol, trabajar en verano no era lo suyo, pero igual lo hacía. El menor lo observó y distinguió en las hermosas facciones de Jimin una sonrisa.

Necesitas algo mi lindo novio.

Te amo.

Jimin río, si, el a pesar de tener una vida dura, de ver a su hermana y madre partir por culpa de su padre. Pese a que muchas veces miraba de forma intimidatoria a la gente y portaba en su pantalón una pistola, él siempre le regalaba su hermosa y más tierna sonrisa a Jungkook. Él  defendía a sus seres queridos con su alma.

Había sido capaz de darle un mes a Jin cuando lo necesitaba y el quedarse con tan solo media hora. Había dado a una niña de la calle un año de vida, cuando el con una sonrisa le quedaba cinco minutos.

Era un ángel que las personas lo tachaba como demonio, era el ángel del que se había enamorado Jungkook.

Entonces, esa última mañana, Jimin se acercó a su chico con su rostro rojo, en sus manos acomodó ambas mejillas del menor y depósito un beso tierno.

"Jungkook, recuerda que te amo y siempre te amaré. Nunca me alejare a menos que tu quieras, pero a pesar de que si un día llegamos a romper, yo te voy a cuidar, no te dejaré solo".

Al terminar la promesa, beso  las manos del chico que tanto amaba, entonces Jungkook, con sus pocas fuerza se abalanzó  contra el cuerpo de Jimin para besarlo.

"Jimin"

Abrió otra vez sus ojos de forma abrupta, las lágrimas se derramaba aún. Giro su cabeza y estaba Jin, durmiendo a su lado. Jungkook lo miro con ternura y alcanzó el control del televisor para prenderlo.

En las noticias decían que hoy iba a estar helado sin sol, además aún estaba vigente la recompensa de la captura de Jimin y Yoongi, esta vez por ciento cincuenta años de vida.

Los ojos grandes de Jungkook observó atentamente la pantalla. Miró el video que repetía la noticias una y otra vez.

Ahí estaba su amado, con un pantalón negro y camisa celeste, mientra disparaba a un oficial con la perfecta puntería, y a su lado, sin titubear estaba el tal Yoongi, sin flaquear, sin debilitarse. Vio perfectamente como el peli azul giraba su cabeza para ver a su novio y le sonrió de manera especial y con desbordante complicidad, Jimin le correspondió con un guiño.

Entonces Jungkook se preguntó si tal vez Jimin había cambiado a él por Yoongi.

El chico se veía saludable, fuerte y elegante, no como él, que ni siquiera lograba sostenerse o estar sin tocer.

La televisión de pronto se apagó y vio unos ojos que lo acusaban.

—Se lo que estás pensando Jungkook —dijo Jin, serio— pero te diré una cosa, y esa cosa es que conozco bien a Jimin, tal vez no su corazón pero si su manera de razonar —guardo una pausa y sus ojos se saturaron de determinacion.— Si Jimin hace esto es por algo, nos dejo muchos segundo de vida, eso quiere decir que lo esperemos.

—Pero...

—Nada de peros Jungkook—Jin se levantó de forma euforica— tu mismo me has dicho que no dude de Jimin, y no lo voy a hacer porque —los ojos se cristalizaron por las lágrimas— porque se que Namjoon algo le dijo, Jimin te ama y a ese niñato no, lo se porque, porque es Jimin y en sus ojos no está ese brillo que tu solo provocas, ni esa sonrisa sincera.

Jungkook agachó su cabeza.

—Y sabes que, cuando venga, le daré un golpe que jamás se olvidará, pero vendrá y para eso tenemos que esperar y tu Jungkook debes confiar y ser más fuerte de lo que eres.

"Jimin, te prometo que voy a confiar en ti"

tiempo; jikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora