Narra: January.
Antes de la salida.—No te preocupes, está bien, yo era la que estaba retrasando nuestra conversación, así que no es necesario que te preocupes.
—¿Vas a ir? —dice preocupada.
—Tranquila, todo saldrá bien.
En estos momentos no sé si ser sincera sea lo mejor, intentaré no lastimar a nadie y continuar con nuestras vidas como hasta hoy.
Avanzo hacia el lugar que él me dijo y continúo pensando en lo que podría pasar si hago algo equivocado. Al llegar puedo notar que Eduardo se ve diferente desde aquí.
—Sabes que me gustas, ¿no es así? —dice de la nada.
Lo único que puedo hacer es asentir, pero recuerdo mis propias palabras unos minutos antes
'Intentaré no lastimar a nadie y continuar con nuestras vidas como hasta hoy'
—Eduardo, yo la...
—No es necesario que me des una respuesta en este preciso momento, puedo esperar si eso es lo que deseas, pero déjame decirte que los sentimientos de las personas son moldeables y los tuyos no serán la excepción.
Me mira fijamente y se acerca de una forma peligrosa hacia mí.
Si se refiere a que puede hacer que me enamore de él creo que está perdiendo el tiempo.
Veo que sostiene mi cuaderno con su mano derecha pero no creo que me lo de tan fácilmente si se lo pido.
—Mira Eduardo, no soy una persona que se enamore fácilmente, así que no puedo asegurar suerte para ti.
Me alejo de él, dando un paso hacia atrás, al ver mi acción se acerca aún más. Si no fuera porque me dijo que le gusto estaría pensando que me está retando o algo parecido, por la postura en la que se mantiene, no es demasiado alto pero se ve desafiante gracias a ella.
—No lo sabes, las personas no suelen aceptar la realidad de una situación en la que tienen las de perder, así que te digo una vez más, tú no eres la excepción.
Supongo que me está tratando de confundir con todo esto, pero lo único que puedo pensar con esta situación es que quiero terminar con esto de una vez por todas, porque sé que no podré evitarla por mucho tiempo.
—¿Tengo las de perder?
Mi pregunta sale disparada y cargada en confusión.
—Exactamente —sonríe confiado.
—Y según tú, si voy a perder algo qué sería, porque déjame decirte pero no me...
—Jordan —menciona de la nada.
Me quedo muda procesando lo que acaba de decir. Me mira fijamente tratando de descifrar lo que pienso al escuchar su nombre de la nada.
En un abrir y cerrar de ojos el rostro de Eduardo se torna bastante confundido y fastidiado.
La única palabra que salió de su boca fue un nombre y no dijo nada más, parece como si realmente lo estuviera viendo frente a él y por esa razón debió callar lo que iba a decir, aunque por la expresión de su rostro no cabe la menor duda que está dispuesto a verse desafiante ante la persona que intente interrumpir esto.
—No eres bienvenido.
Al decir esto mi cuerpo se gira por inercia propia hacia la persona a la que van dirigidas esas palabras.
—Hablabas de mí, no puedo solo escucharte y quedarme de brazos cruzados sin hacer nada.
Jordan se mantiene de pie frente a nosotros con un semblante bastante serio.
—Que haya dicho tu nombre una vez no significa que estaba hablando de ti, solo te mencioné, en este caso serías un entrometido en nuestra conversación. Con nada de modales por supuesto —mira a Jordan de pies a cabeza como si estuviera analizando lo que tiene frente a él.
—¿Entrometido? —bufa divertido—. No era mi intención señor, solo venía a llevarme a la dama aquí presente para hablar de algo importante con ella —habla de un modo bastante serio y divertido, como si fuera una persona de alta sociedad que debe mantener una postura erguida y elegante.
Sonrío divertida por la situación y lo siguiente que puedo ver es como Jordan se acerca a Eduardo y lo mira desafiante, al ver esto no puedo hacer nada más que retroceder un poco y ponerme entre los dos.
—Vaya que sabes cómo comportarte, como un idiota sin gracia —Eduardo se cruza de brazos y mantiene su postura seria al igual que Jordan.
—Aunque no sea bienvenido necesito algo de ti.
Eduardo se sorprende de lo que dice el chico frente a él.
—Lo siento pero yo no acostumbro a...
Jordan toma el cuaderno de las manos de Eduardo en un movimiento rápido.
—Gracias por esto, nos vemos después, señor —hace una pequeña reverencia y toma mi mano para sacarme corriendo del lugar.
Lo último que veo es el rostro de Eduardo lleno de confusión y enojo, no trata de seguirnos pero tampoco se queda tranquilo.
—¡No nos está siguiendo, puedes soltar mi mano! —expreso cansada y en voz alta para que logre escucharme.
Hace lo que digo y se detiene frente a mí.
Aparece entre nosotros un silencio que podría durar una eternidad pero Jordan lo rompe.
—Lo siento, tengo una mala costumbre de hacer eso —se rasca la nuca y ríe nervioso.
—¿Lo has hecho antes?
La curiosidad jamás ha sido un problema para mí, pero casi nunca la saco a flote, después de todo, no siempre es bueno querer saber más acerca de algo que no nos concierne. A veces es mejor no indagar más en algo que no sabemos cómo nos afectará.
—Sí, una vez yo...
Comienza, pero es interrumpido al instante.
—¡Aquí estás, te he estado buscado! —dice un poco molesta Briana al verme—. ¿Qué haces tú con ella?, bueno, no importa, vengan conmigo.
No deja que ninguno hable, solo nos lleva con ella en silencio hacia algún lugar. Al detenernos por fin saco lo que tenía guardado.
—¿Cómo que me estabas buscando?, sabías donde iba a estar.
Cruzo mis brazos y alzo mis cejas intrigada.
—Cuando fui a verte al lugar Eduardo me dijo que te habías ido ya, entonces me señaló el lugar por donde te fuiste y te seguí. Aunque no me imaginé que estarían los dos juntos —nos señala a Jordan y a mí.
Ambos nos vemos y solo esperamos que Briana suelte la bomba de preguntas que nos tiene preparadas, es bastante buena para formularlas en un instante.
Lo que tanto esperábamos que suceda no sucedió y ambos la miramos confundidos.
—Dejaré el interrogatorio para otra ocasión, por ahora solo quiero que me ayudes Jana —toma mis manos y las une en forma de rezo.
—¿En que te puedo ayudar?
—Bueno es que... —deja de hablar de repente y baja levemente la cabeza.
—Briana, ¿qué pasa? —pregunto.
—Necesito comprar un regalo —susurra pero aún así logramos escucharla.
—¿Un regalo? ¿Para quién?
—Me enteré que alguien cumple años pronto y quería darle un regalo, pero aún no sé qué debería comprarle.
—No es necesario que compres nada —decimos Jordan y yo a la vez.
Nos vemos extrañados y divertidos de lo que acabamos de hacer.
—En todo caso, no necesitas gastar mucho dinero, puedes hacer algo propio tuyo, que haga que esa persona te recuerde.
Mira a Jordan fijamente y responde.
—Sé que no es necesario gastar dinero pero quiero hacerlo por esa persona —sonríe amable y perdida en sus pensamientos.
—Pronto será navidad, puedes hacerle algo con esa temática y le das algo además de eso, por ejemplo una carta, es sencillo, pero lo harías con mucho cariño —le digo tocando su hombro.
Jordan asiente como analizando mis palabras y abre la boca para decir algo pero acalla sus intentos de hablar.
—¿Y si proponemos jugar al amigo secreto? —Jordan toca su mentón y nos ve esperando una respuesta de nuestra parte.
—Tienes razón, ¡claro! —dice emocionada de la nada Briana.
Su rostro se ilumina y nos toma de una mano a cada uno.
—¿La persona a la que le quieres dar el regalo está en nuestro salón? —pregunto aunque estoy casi segura de la respuesta que dará
—Sí, tú deberías saberlo —me mira fijamente.
Lo sé.
—Josh —dice de pronto Jordan.
Ambas lo vemos extrañadas por el nombre que acaba de mencionar
—Era muy obvio, supe que cumplía años por estas fechas cuando veía las fichas de inscripción de algunos alumnos, no pregunten el porqué, además me di cuenta cómo lo veías y no fue difícil deducir que él te gusta.
—¿Soy tan obvia? —pregunta preocupada.
—No lo eres, Jordan simplemente lo dijo porque el no pasó por alto tu forma de mirarlo —lo reprendo con la mirada—. Además las personas que se dan cuenta de eso son quienes tienen un conocimiento especial en el tema del amor —sonrío para tranquilizarla.
—Espero que nadie más se haya dado cuenta —baja su mirada.
—No importa si todos lo saben, la que tiene que sentirse bien con tus propios sentimientos eres tú no los demás.
Jordan parece uno de esos padres que jamás abandonarían a su hija en una crisis amorosa, por más difícil que sea.
—Gracias a los dos. Entonces, ¿me ayudarán?
Asentimos y comienza la misión 'regalo'.