La boda

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NA: Permitidme dedicarle este capítulo a la chica de Twitter que dice que actualizo de dos en dos años. Toda la razón, hermana. Sé que me demoro mucho a veces, y por eso... ¡Gracias por la paciencia! :D

Capítulo 38: The wedding.

Cuando Hermione despertó necesitó de un momento para empezar a ser vagamente consciente de que Draco la estaba mirando.

Se estiró un poco, apartó los mechones de cabello que cubrían su rostro y se incorporó lentamente en la cama. Su vista estuvo fija en la sábana hasta que encontró la valentía para mirarlo a él. Una parte de su ser deseaba con todas sus fuerzas que lo ocurrido la noche anterior solo hubiera sido un mal sueño. Uno horrible y muy vívido, pero solo un sueño.

—Draco...

—Espera, antes de que digas nada más... Yo también te quiero.

Aquellas palabras fueron para Hermione una mezcla de sentimientos muy dispares. Por un lado felicidad, por otro, pena. Felicidad porque la seguía queriendo, pena porque lo de anoche había sido real; Cuando ella se lo había dicho antes, cuando él no había respondido.

Alzó una mano para acariciar su mejilla. Sus dedos se enredaron en su pelo rubio y se quedaron allí.

—Era todo lo que necesitaba escuchar —dijo con suavidad.

—También mereces escuchar una disculpa —terció él. Parecía arrepentido.

—No hace falta, de verdad.

—Sí, sí hace falta. —La rudeza de su voz solo se vio suavizada cuando la miró a los ojos y añadió—: Te hice llorar.

—He estado algo sensible estos días.

—Por favor, no hagas eso —le rogó, tomando la mano que acariciaba su cabello y encerrándola entre las suyas.

—¿Hacer qué?

—Quitarle importancia. Todo lo que te afecte negativamente es importante para mí.

—Draco, escucha —lo interrumpió con sutileza—. Eres humano, también tienes derecho a sentir dudas de vez en cuando.

—¿Dudas?

Hermione torció un poco el gesto.

—Sí, ya sabes. Tu ex está a punto de casarse, y...

Ahora Draco parecía contrariado.

—¿Piensas que tengo dudas con Astoria? —preguntó, confuso—. ¿Crees que lo que me pasaba anoche era que no podía elegir entre tú y ella? —Hermione no dijo nada, pero su silencio otorgó lo suficiente—. Vaya...

—Sinceramente, ¿qué querías que pensara? O mejor, ¿qué estabas pensando tú?

Draco no intentó ocultar el dolor en sus ojos cuando negó con la cabeza y la miró con tristeza.

—Pensaba en la manera en la que puede cambiar la vida en un segundo. No sé, me sentí nostálgico de repente. Hoy se casa Astoria y no voy a ser yo quien la esté esperando en el altar, aunque un día tuve la certeza de que así sería. Tienes razón, he estado pensando en eso, pero también en muchas otras cosas. Pienso en ti, en el momento en el que tú y yo nos casemos y en las sillas vacías de las personas que falten. Pienso en que ya no tengo cerca a mi primo, y también pienso en la familia con la que no tengo relación. Pienso en el accidente y sigo estremeciéndome por las posibilidades que tuve de morir o quedar en una silla de ruedas para siempre. —Hizo una breve pausa—. Cuando dijiste que me querías... me bloqueé. No soy una persona insegura, ya lo sabes, pero en ese momento no pude evitar preguntarme si tú también te convertirás en un recuerdo algún día, si de aquí a un tiempo será otro hombre el que espere por ti frente a un altar.

          

—¿Por qué piensas esas cosas? —Hermione se veía seriamente disgustada.

—Porque sé de buena mano que, por muy bueno que sea el amor, a veces termina acabándose... como todo lo bueno en la vida —confesó—. Sabes que hoy me quieres, pero no puedes estar segura de cuáles serán tus sentimientos en el futuro.

—No te atrevas a afirmar algo así delante de mí —contestó ella con rudeza, luego negó enérgicamente con la cabeza y se acercó aún más a él—. No me hace falta tener visiones del futuro para saber que mis sentimientos hacia ti son verdaderos.

Draco la abrazó mientras buscaba su mirada.

—Me alegro, porque esto es lo más puro que he tenido nunca.

—Bien, pues si ambos estamos de acuerdo en que todo esto ha sido un malentendido... solo quiero pedirte algo antes de zanjar el asunto.

—Lo que quieras.

—No vuelvas a dudar de mis sentimientos, ¿de acuerdo? Es casi insultante —terció, presionando un dedo sobre su pecho—. Desde que te conozco solo sé con certeza una cosa, y es que voy a amarte hasta que muera.

Draco levantó las manos, rindiéndose a su amenaza.

—Nunca más. Ahora ven aquí. —Pasó un brazo por sus hombros y la obligó a tumbarse a su lado. Hermione miró torpemente la pared del fondo para ver la hora que marcaba el reloj.

—La boda es en menos de dos horas.

—¿Y?

La chica abrió mucho los ojos, casi sorprendida.

—¡Que tenemos que arreglarnos! ¿Has comprobado que tu traje no tenga arrugas de la maleta? Tienes que ducharte, y yo también. Y luego necesito peinar esto —dijo, señalando la maraña de pelo sobre su cabeza—. He traído algo de maquillaje, pero todavía no sé cómo quiero usarlo. ¿Será muy atrevido usar un labial rojo? ¿O quizás debería ponerme algo más sutil? ¿Las sombras de ojos marrones son elegantes para este tipo de eventos? Quiero maquillarme, pero tampoco quiero llamar demasiado la atención. ¿Tiene sentido? Además, tenemos que darnos prisa si no queremos que se nos pase la hora del desayuno.

—¿El desayuno?

Hermione estuvo a punto de responder, pero la picardía en su sonrisa le mostró la intención subyacente en sus palabras.

—Oh, no...

Las yemas de aquellos dedos paseándose por su bajo vientre y dejándole el vello de punta allí por donde tocaban hicieron que cambiara la palabra "no" por su contraria. Una vez. Dos. Tres. La almohada en el suelo, su frente contra el cabecero. La piel desnuda y las sábanas ardiendo. Besos en el pecho, mordiscos en el cuello. La cama crujió en consecuencia de la fogosidad que desprendían sus cuerpos. Hermione gimió, y luego sonrió. Sí, algo tenían las habitaciones de hotel. Y mucho había pasado desde aquel primer hotel en Londres, cuando, aun sin conocerlo, se lanzó a vivir aventuras a su lado. En sus brazos. Suspiró. Ahora la abrazaba, y mientras movía las caderas entre sus piernas, se aferraba a ella como si la necesitara, como si realmente siguiera temiendo que llegara el día en el que dejara de quererlo.

Quiso resoplar.

Como si eso pudiera llegar a pasar.

—Te amo —le susurró al oído como si hubiera podido escuchar sus pensamientos. Hermione se relajó al instante.

—Te amo más.

El clímax, un desayuno perdido, muchas prisas y las agujas del reloj moviéndose a una velocidad vertiginosa. Al final, los labios rojos y un recogido algo despeinado sobre la nuca. Él, algo tenso en su traje perfecto e impoluto.

Y volarWhere stories live. Discover now