Capítulo 90: Licor y malentendidos.

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El avión había aterrizado después de varias horas y, aunque hubo turbulencia, Edine comenzaba a resentir el malestar hasta este momento.

Durante el viaje se distrajo livianamente con la charla de Adam, pero incluso el bajista pudo notar que la chica escocesa tenía la mente en otro lado. En sí, todos lo notaron ya que sus ojos solo reflejaban divagaciones y prácticamente podían leer el letrero de "Regreso en unos minutos" en sus pupilas. Nadie pudo descubrir la razón.

Excepto Mitch.

Él había observado en silencio y pudo deducir que todo se enlazaba con su amigo cantante. Desde su perspectiva, le sorprendía que ningún otro de sus compañeros lo haya descubierto. Era tan evidente que le parecía ridículo.

Pero solo bastaba ver a Harry para unir todos los puntos. Estaba taciturno, hundido en la música de sus auriculares y las nubes del cielo. Se limitaba a pronunciar monosílabos o simples "mhm" de vez en cuando.

Esa no era la personalidad del británico y su mejor amigo lo sabía.

En cuanto a Edine, las sospechas quedaron claras por las tantas miradas furtivas que le envío a Harry, como si quisiera decir algo más. Y aunque Mitch no había interactuado tanto con ella, reconocía que era una gran chica y que por eso el álbum estaba inspirado en todos los peculiares aspectos y momentos que brindó su compañía. Admitía que, de todas las personas que han inspirado canciones o álbumes a través de la historia de la música; ella realmente lo merecía.

Sabía perfectamente que Harry Styles no amaba a la ligera y mucho menos olvidaba tan rápido. Su corazón reinaba más que su cabeza. Y tener la viva encarnación de su inspiración, en el tour, era como una vívida epifanía.

Era incierto para él si habían discutido por algo del pasado o el presente. Si habían dicho algo malo o sus decisiones no habían agradado al otro.

Pero de lo que estaba seguro era que, por primera vez, se había cansado de solo observar. No soportaba una atmósfera plagada de palabras reprimidas.

Esta vez; iba a intervenir.

Y aunque nadie conoce lo que ocurre exactamente en la cabeza enigmática de Rowland, es sabido que sí él actuaba en algo que no fuera su vida; es porque es momento de prestar atención y comenzar a corregir las cosas.

Porque, definitivamente, no aguantaría otro álbum que sigue interminablemente el mismo camino. Y mucho menos ver a su amigo atravesar otra etapa tan amarga.

Así pues, al salir del aeropuerto todos fueron directo al hotel y aprovecharon que el buffet seguía en servicio. El resto de la mañana y la tarde transcurrieron sin mayor problema. Por supuesto, ignorando el abrasador hecho que la chica Tobermory y el chico Manchester estaban desconectados de su energía habitual.

Lo único que podía hacerles enfocarse en otra cosa era la fiesta, hablar sobre los atuendos, invitados y bebidas se convertía en un tema de gran interés.

— Escuché que otros artistas asistirán, pero no sé los nombres —comenta Claire con emoción mientras alisaba una blusa.

— Tanto misterio a veces llega a fastidiarme —confiesa Sarah y su amiga ríe.

— Lo sé —asiente lentamente y enfoca su mirada en la escocesa, quién ha estado viendo la ventana— ¿Qué opinas, Edine? ¿Alguna idea?

Escuchar su nombre le hizo despabilar sus pensamientos y sentarse en la orilla de la cama.

— No lo sé —se encoge de hombros viendo la puerta con tentación— Tal vez más amigos cercanos.

— Sus amigos cercanos también son cantantes así que quedamos igual —analiza Sarah acostándose en la cama amplia y tomando una revista de la mesa de noche.

          

Claire sonríe mientras asiente, pero Edine solo se mantuvo seria.

— Yo invité a un amigo —suelta sin más y se ganó la mirada expectante de ambas chicas.

— ¿Podíamos invitar a más personas? —cuestiona Claire dejando la blusa de lado.

— Diablos, de haber sabido no le habría cancelado a Britney Spears —habla Sarah sin quitar su mirada de las páginas y, después de unos segundos, las tres rieron de su ocurrencia.

— Le pregunté a Harry antes, por supuesto. Y dijo que no había problema.

Al decir eso, Sarah y Claire intercambiaron miradas cómplices.

— ¿Es alguien especial? —pregunta Claire con picardía.

Edine se puso de pie y suspiro levemente.

— Es un muy buen amigo —responde con honestidad.

— ¿Y cómo se llama? ¿Nos lo presentarás?

Pensó detenidamente antes de responder, pero al final, supo que ellas eran de fiar.

— Scott Eastwood.

Eso las sobresaltó y Sarah tiró la revista al piso antes de mirarla boquiabierta.

— ¿Tu buen amigo es el actor Scott Eastwood? —pregunta casi en reclamo y si Edine estuviera en su humor habitual se hubiera burlado de las reacciones.

Pero se quedó neutra y asintió con calma.

— ¡Madre mía! ¿Cómo es que no habías dicho nada? —es el turno de Claire para reclamar.

— La oportunidad no se había presentado hasta ahora. Pero, si gustan, los presentaré sin problemas.

— ¿Si gustan? Edine, ¿Cómo preguntas eso? Claro que queremos y por favor, hazlo antes de que esté ebria.

Sonríe de labios sellados.

— Es un trato.

— De casualidad no tienes otro amigo que sea... No sé, ¿Josh Dun?

— No, lo siento —dice casi divertida por la expresión frustrada de la castaña.

— Hubiera sido fantástico poder conocerlo —se lamenta con mirada perdida.

— Sí, he escuchado que es realmente increíble.

— No digas más o lloraré —advierte y ella alza sus manos.

— Iré afuera, necesito un poco de aire fresco —informa cuando su cabeza comienza a punzar en dolor y su estómago se revuelve.

— Está bien, pero no demores —avisa Clare volviendo a la labor con su blusa.

— Regresaré a tiempo.

Y sin más que decir camina hasta la puerta y la abre con las pocas fuerzas que tenía. Comenzó a pensar que quizá la comida era la culpable, pero incluso ella sabía que un par de ojos verdes la habían puesto en ese estado desde que descubrió que la estaban evadiendo.

Tan solo imaginar que Harry estaba a una puerta de distancia le hizo soltar un amargo suspiro que fue escuchando por el vacío sofisticado del lugar. Rastrilló estiradamente su cabello y camino con letargo hasta el pequeño balcón.

El viento era frío, el cielo estaba encapotado y Auckland presenciaba el decaído ánimo de Edine.

Al igual que Mitch, en el otro extremo de su propio balcón.

— ¿Buscas un resfriado? —habla con calma y con la vista enfocada al frente.

Ella se sorprendió al escuchar su voz. No era normal que tuvieran una charla por mucho tiempo o que se toparan a solas frecuentemente. Él prefería estar en su universo sin ser molestado o estar rodeado de personas que no sean su amada Sarah.

ShyWhere stories live. Discover now