Capítulo 17.

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MI ESTÚPIDO HERMANASTRO.

Capítulo 17.

Me rodeó con fuerza halándome hacia él, puse mis manos en su cuello, moví mis labios correspondiendo ese beso salvaje que me enloquecía, abrí mi boca dándole paso a su lengua que entraba y salía con tanta pasión en una guerra de movimientos, sintiendo un fuego recorrer todo mi cuerpo.

Sus labios y los míos se movían en una sincronía perfecta, sentía su lengua hasta lo más profundo de mi boca, nunca antes me habían besado de esa manera, una mezcla perfecta de salvaje y pasión, mordía muy sensual su labio inferior, pero él hacía lo mismo con mi labio superior, nuestra respiración era agitada, parecía que nos devoraríamos los labios. Cuando nos quedamos sin aliento nos alejamos al mismo tiempo.

Lo miré, aún no podía asimilar lo que pasó, ¡estaba en shock!  Él se quedó mirándome a los ojos, no resistí y  salí corriendo tan rápido como pude. Cerré la puerta y me recargué en ella, mi corazón latía más rápido que nunca, me temblaba todo el cuerpo, sentía mi piel arder.

Me puse las manos en la cabeza, negué, pero qué rayos fue eso. ¿Por qué me besó? ¿Qué fue todo eso?  ¡Rayos! ¡Rayos! qué fue lo que pasó, lo peor de todo, ¿qué me hizo sentir ese beso?  fue algo que nunca antes había sentido, tenía un colapso de sentimientos, eso no era real, no podía ser real.

Entré al baño, me lavé el rostro tratando de despertar porque eso parecía un sueño, pero no lo era, cerré los ojos e involuntariamente mordí mis labio inferior  al recordar sus labios, rayos, ese estúpido besaba como los dioses, era fácil quedar adicta a esos labios.

Pero qué estás diciendo Paola. Dejé caer la bata y entré a la ducha esa vez necesitaba  agua fría para que  apagara eso que me quemaba las entrañas, no podía borrar ese beso de mi cabeza.

Acababa de besar al mismo demonio, pero feliz me quemaría en su infierno. Eso no podía pasarme, tal vez solo lo hizo para fastidiarme, tenía que calmarme, respirar y pensar con cabeza fría. Me organicé, me puse una blusa rosa, una falda negra, solté mi cabello y maquillé mis labios, abrí la puerta y  miré a mi alrededor, luego salí corriendo como huyendo de algo mejor dicho de alguien. No quería verlo a los ojos, me fui a casa de Katia, tenía que estar lejos.

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                     Narra Álex...

Estaba profundamente dormido cuando sentí los gritos y golpes de esa mocosa, me dolía la cabeza y ella con sus gritos hizo que me doliera más, sentía que se me abriría en dos. Como un maldito impulso la callé con un beso salvaje y apasionado. Al principio lo hice por molestar, pero entre más besaba sus labios más los quería besar, eran tan adictivos, tan  provocativos, tan espectaculares, nunca nadie me provocó un fuego que  me recorría la piel.

No sabía como explicarlo, solo la miré, pude ver la cara de sorpresa que tenía, sin decir nada salió corriendo. La besé porque desde hacía mucho tiempo tenía ese impulso, pero ni yo entendía el porqué. Me acosté otra vez, no pude evitar sonreír al recordar la carita de sorpresa que puso y la manera en que salió  huyendo. Tenía impregnado ese beso en mis labios, esa insoportable besaba delicioso.

Álex qué rayos te pasaba, acabas de besar al demonio en persona,  pero qué infierno tan espectacular. Eso solo fue un juego, una broma nada más, eso quería pensar, puse música y me dormí otra vez.

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                 Narra Paola.

Llegué a casa de Katia..

—Pensé que no vendrías, ¿por qué la demora?

—Me quedé dormida —mentí.

©MI ESTÚPIDO HERMANASTRO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora