— No! A Henry no le gustaría que ella lo sepa, así que respeta su decisión. En el fondo es como tu, se hace el niño fuerte pero igual tiene su corazoncito — Comentó riendo.

— Me estás llamando débil? — Preguntó aparentemente molesto.

— No, yo no quise decir eso — Dijo entre risas.

— No tienes trabajo que hacer? — Preguntó seriamente en modo jefe deteniendo toda risa — Ve a hacer tu trabajo antes de que te despida por insolente — Ordenó.

— N-No serías capaz — Dudó Harley.

— Quieres ponerme a prueba? — Cuestionó alzando una ceja.

No quiso averiguarlo, simplemente se levantó del sofá y salió de la oficina de Tony hacia los talleres de aeronáutica para supervisar el trabajo del día, luego podría tomarse un descanso, pues había quedado con Peter al terminar la jornada laboral.

El rubio no pudo ver como su jefe y amigo sonreía con diversión y orgullo al verlo salir de la oficina. Harley, en lo más profundo de su corazón, aún esperaba oír palabras aquellas palabras llenas de orgullo por parte del hombre a quien consideraba un padre.

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Nueva York, Agosto del 2030.

— Vamos Pet, veinticuatro años no se cumplen todos los días. Cómo no vas a querer nada para tu cumpleaños? — Preguntó su tía con incredulidad.

— Acabo de conseguir un departamento a buen precio, no tengo tiempo para fiestas, debo planificar mi mudanza — Contestó por milésima vez.

Por fin había logrado rentar un apartamento al alcance de su salario y tía May parecía empecinada a no dejarlo ir. Peter le dirigió una mirada de ayuda a Nathan y éste pareció entender de inmediato por lo que intervino en la conversación.

— May... Peter es un adulto, respeta sus decisiones — Pidió el mayor.

— Está bien, te ayudaremos con la mudanza, pero éste fin de semana inauguraremos el departamento y celebraremos tu cumpleaños, Pet — Sentenció su tía.

Peter rodó los ojos y asintió con la cabeza dándole la razón a May, no tenía ganas de seguir discutiendo con ella. Cenó rápidamente para dirigirse a un pequeño bar donde se reuniría con Harley después de una larga, agotadora y atareada jornada laboral.

Aunque no le gusta su trabajo, no podía decir que era un infierno estar todo el día en su oficina, pues gracias a su empleo como analista en Innovaciones Williams ahora podía considerarse arrendatario de un modesto departamento en el centro de Nueva York.

Sin duda extrañaría su barrio de Queens, ese barrio que lo vió crecer y el cual protegió en el instante que descubrió sus poderes arácnidos, pero su trabajo estaba Manhattan y para ser Spiderman no importaba el lugar ya que la delincuencia estaba en todas partes.

Interrumpió sus pensamientos para saludar a su rubio amigo al verlo entrar al establecimiento y comenzar a desahogarse de inmediato. Lo único que Peter pudo rescatar es que la convivencia con una mujer era más difícil de lo que cualquier hombre imaginaba.

Su amigo había insistido toda la semana en salir a beber unas cervezas para tener su momento de hombre cargado de testosterona, según dijo, lo necesitaba urgente ahora que Cassie se había adueñado de su departamento y las prendas color rosa estaban esparcidas por doquier.

— Es horrible hoy encontré un brasier rosa junto a mis boxers, pero tal vez fue mi culpa yo lo arroje anoche a cualquier parte de la habitación — El rubio sonrió antes de beber su cerveza.

Aprendiendo Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora