Midoriya Izuku no cree que dos jóvenes se puedan enamorar.
¡Simplemente imposible! Primero hay que amarse a sí mismos y es claro que no todos cumplen esa característica. No es que sea envidioso, simplemente es realista. Con la generación que le tocó...
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Midoriya se levantó en cuanto vio que el era el único sentado, limpiando su ropa de manera olímpica y dramática. Monoma aplaudió sus manos con sumo sarcasmo al ver como los jóvenes de la U.A estaban a unos cuantos pasos de ellos con una pose llena de seguridad y sonrientes.
—¿Qué hacen aquí, ineptos? —dijo Monoma con su típico acento que incluso a sí mismo le irritaba. —Quizás se queden ciegos de ver lo inútiles que son ustedes mismos, pero yo les aclararé que este lugar esta ocupado. Así que, ¡lárguense! —Nadie lo detuvo porque sabían de antemano que cada uno pensaban lo mismo.
Una chica de cabello rosa rió burlesca y dio un paso delante hasta llegar al rubio y sacarle la lengua para después decir: —¿Juegan contra nosotros o se les hace chiquita? —botó el balón en su mano mientras una risa burbujeaba en su garganta. Neito sonrió de pura burla, todos los demás le siguieron las carcajadas.
¿Ellos perder?
Ni en sus sueños.
—Ustedes perderán primero. ¡Mejor sean mas varoniles y después vienen a ver si pueden! —dijo Tetsutetsu levantando su puño con una sonrisa, e inmediatamente su mirada grisácea chocó con una rojiza.
Mina se burló pero después colocó una pose altanera.
—¡Sólo jueguen, malditos extras! —gritó un muchacho explosivo mientras le quitaba el balón a la joven y lo colocaba en el suelo. —Veremos quien es mejor. —Una sonrisa sádica formó y todos los presentes comenzaron a prepararse.
—¿Qué pasa, Midoriya? —preguntó dulcemente la pelirroja, pues el pecoso estaba un poco alejado del grupito que estaban por allá.
¿Qué le pasaba? ¡Fácil! De un momento a otro aquel buen momento entre compañeros se había vuelto incómodo.
Súper incómodo.
Pues Shouto Todoroki, su pretendiente, estaba allí, cara a cara.
Además de que el calor estaba afectándole, sentía su cara de tonos rojizos por ese simple hecho.
Quizás él era el único torpe que se ponía de tal modo al ver a su pretendiente.
Trató de concentrar completamente su mirada en los orbes esmeralda de Kendō y sonrió, ignorando a todos los integrantes de la Yūei.
¿Qué como sabía que eran de Yūei? ¡Fácil! Recuerda perfectamente quienes participaron en el festival deportivo y era casi imposible no grabarse sus rostros.
Sus compañeros se acercaron a él con una gran sonrisa para comenzar a hacer un sencillo plan contra los contrarios, organizar que rol haría cada quien y esas cosas.
A él le tocó ser defensa.
Menos mal. No tendría que estar corriendo por todo el campo. Aunque sí, tendría un poco más de trabajo.
Ya minutos después, cuando el partido comenzó y que los chicos de la U. A se iban acercando para meter gol, pudo ver qué Bakugou andaba por allí.
Bakugou.
Desvió la mirada completamente fastidiado. Tenía que ser.
—¡Aquí! —gritó y una vez que se la pasaron sonrió y se la llevó dentro del límite que debía. Después la pasó, pero justo al hacer esa acción, llegó Katsuki a darle un aventón.
Al ser tan brusco, cayó al suelo de sentón.
Estornudó para después voltear hacia el hombre de cabello ceniza con el celo fruncido, se levantó y dijo:
—¿Qué te pasa? ¿Porqué me avientas así? —Su seria voz le sorprendió al contrario, pero no lo demostró.
—¿Qué? ¿Vas a pelear, nerd de mierda? —Sus manos se empuñaron —¡Inténtalo, maldito!
Midoriya hizo un sonido de fastidio mientras miraba con lastima al de mayor altura.
—Deja de gritar. Me van a sangrar mis oídos, es horrible tu voz.
Eso pareció desatar la furia del de ojos rojos, que abalanzó su puño hacía el pecoso.
A medio transcurso de darle un golpe, Izuku detuvo el puño en su mano, sorprendiendo a más de uno de la rapidez del rizado.
En ese momento, con su otra mano le dió un puñetazo en la cara al contrario.
No dejaría que nadie le pisoteara. No más.
—¡Tú, maldito! —Bakugou se preparó para darle una buena golpiza por tal osadía.
—¡Gooool! —Se oyó el victorioso grito de los estudiantes de la preparatoria Shiketsu. La mirada rubí se dirigió hacía su equipo y gruñó.
—¡5-0! —gritó el portero cerca de ellos y no era nadie menos que Tetsutetsu. —¡Eso, ustedes pueden!
Otro gruñido salió.
¿A qué maldita hora habían metido cinco putos goles?
¿Qué... Qué podía hacer? Perder ante ese maldito de Deku, o perder ante Shiketsu Kōkō...
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—No sabía que se conocían. —dijo su hermano a un lado de él. Shouto se había propuesto en curarlo –mas bien él obligó a otras a no ser más que él el que lo cuidaría–
La gasa en el contorno de su ojo estaba tapándole algo de su vista, una vez que Todoroki terminó de hacer sus enseñanzas médicas, Iida se acercó a él y le dió un fuerte abrazo.
Izuku solo podía seguir igual de abochornado pues el heterocromático había estado demasiado cerca de su cara.
Muy, muy cerca. Con su fragancia cara –sabía de antemano las marcas caras de perfumes– y le había gustado, le preguntaría como se llama. Fuera de ello, éste estuvo con su expresión de póker haciendo que él se embobara en lo hermoso de sus ojos.