Peticiones

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A pesar de que sabía que ella vendría hasta el medio día, como él le había pedido hace unos días. No podía evitar seguir echando miradas nerviosas a la entrada del taller una y otra vez. El sonido de su celular, lo sacó de sus nervios por un momento. Goku le decía que ya habían llegado a Kyoto y que los gemelos secuestraron a Vegeta, para que les prepare hot cakes. No pudo evitar reírse. Sabía, como eran esos dos. Más relajado por la imagen mental de su hermano cocinando acechado por los dos hermanos. Lo ayudaron a relajarse. Al fin le tomó la atención que debía a su trabajo. Mientas ajustaba los cables de una camioneta. Su mente divago hasta el día en que la conoció.

Conducía la grúa del taller. Su jefe le había enviado a recoger una auto que se quedó varado en la interestatal del norte. A penas si tuvo tiempo de lavarse las manos, por las prisas de salir rápido. Ya que la particular cliente no dejaba de llamar una y otra vez de manera insistente. Quince minutos después divisó un bello Ferrari GTC4 lusso rojo. Estacionado como sea a un costado de la carretera. Una muchacha con un vestido rojo de falda corta, caminaba de un lado a otro vociferando le a su celular. Obviamente estaba peleando con alguien por teléfono. No paraba de hacer graciosas caras de enojo. Cuando estacionó la grúa y bajo para hablar con ella, que le daba la espalda. Tardó un rato para que le pusiera atención, además de que acababa de empezar otra llamada.

- Ya llamé una grúa - se quedó silenciosa un momento para escuchar a su interlocutor - si, no se a que hora llegara

- Señorita, ya le traje la grúa.

- Ya llamé varias veces, me dijeron que ya viene en camino.

- Emm... ¿señorita?.

- Yo que se, porqué tardan tanto - respondio molesta. Sin dejar de ignorarlo - es un pésimo servicio.

De acuerdo, eso ya fue demasiado. Le tocó el hombro con molestia.

La chica dio un notable respingo  y en exagerado gesto de alarma lanzó su celular hacia atrás, con tan buena suerte para ella que cayó en las manos de Raditz. Por fin se voltio a verlo.

Tenía una expresión de pánico en el rostro bastante cómica, grabada en el. No pudo evitar reírse de buena gana. La muchacha logró reaccionar por la jactanciosa risa del joven mecánico.

- Oiga grosero - reclamo molesta. Mientras ponía las manos en las caderas - ¿Quién se cree?, para reírse así de mi. ¿No sabe quién soy? - cuestiono orgullosa.

- Mire señorita, la verdad no lo sé, ni me interesa. ¿Quiere qué remolque su automóvil? .

Pregunto aún con cierto tono burlón, que solo provoco otro arrebato de enojo de la bella joven. Le devolvió el celular con ademán brusco, dispuesto a hacer su trabajo.

- ¿Y para qué cree que lo llame? - interrogo molesta - tomando el aparato con fuerza - haga su trabajo de una vez por todas - ordenó cruzándose de brazos.

Raditz solo volteó los ojos, mientras chasqueaba la lengua. Era la chica más irritante que había conocido. Se puso a hacer su trabajo de inmediato. Entre más pronto terminará de hacer esto, más rápido se deshacería de ella. Pronto tuvo el auto enganchado a la grúa y a la joven sentada a su lado mientras volvía al taller. Ésta no había parado de hablar por teléfono. Primero se quejó con quien supuso era su amiga de su auto varado, del servicio; sin importarle su presencia y cuando por fin pensó que terminaría su odiosa cantaleta el celular volvió a sonar.

Después de echarle una mirada furiosa a la pantalla del celular apago el mismo y lo lanzo a alguna parte de los asientos de atrás. Le echo una mirada interrogante de reojo. Sin esperar respuesta volvió a fijar su mirada al frente.

Mereces Más          (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora