Capítulo. 35 (Mi papá ha desaparecido).

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Esteban llegó a la casa San Román, pasó delante de las tías sin saludar si quiera se dirigió directamente a su cuarto y comenzó a llenar de ropa una maleta. Las tías al verlo tan extraño lo siguieron.
A: (fingiendo). ¿Qué pasa Esteban? ¿Es que ha empeorado la salud de maría?
E: María esta bien.
Car: entonces, ¿Qué te sucede chiquito? Es que tu aptitud me asusta, me asusta mucho.
E: tengo que desaparecer por un tiempo tía. Sólo te voy a pedir que cuides de mis hijos y quiero que sepas que eres la única persona en la que confío a la que le pediría tal cosa.
A: ¿pero de qué hablas Esteban? ¿Dónde pretendes ir ahora?
E: tía créeme cuando te digo que tú serías a la última persona a la que le diría a donde voy.
Car: pero, Estebancito, hijo ¿Qué voy a decirles a los muchachos?
E: no le digas nada. Bueno, si preguntan diles que me voy al lugar donde comenzó todo.
A: pero y María ¿que le tenemos que decir a ella?
E: no me digas que ahora te vas a preocupar por María tía. Tú la odias, la odias desde siempre, desde que la traje a esta casa por primera vez. Pero ahora vas a tener que soportarla te guste o no, por que ella es mi esposa, la madre de mis hijos y señora de esta casa y cuando yo falte, ella será la que lleve las riendas y tú tendrás que aceptar sus decisiones, y si no te interesa pues te vas y punto.
Car: pero hijo por favor por lo menos dinos a donde vas.
E: yo llamaré de vez en cuando para preguntar por mis hijos. (Abraza a Carmela).Te quiero tía y dile a María que puede quedarse en esta casa con sus hijos.
Esteban se fue sin dar más explicaciones y dejando a Carmela muy preocupada y a Alba furiosa.
Un par de horas más tarde, los chicos y Carlos llegaban del hospital.
Es: ¿tías? Tías.
Carmela bajó las escaleras con los ojos llorosos al escuchar las voces.
H: (abraza a su tía). No llores tía que María esta bien. Pronto volverá a casa.
Car: me alegro. Pero no lloro por María. Es que su papá se ha ido de la casa y no ha querido decir a dónde iba.
Todos a la vez: ¿Qué?
Es: pero, eso no puede ser. ¿Y qué motivo ha dado para irse de la casa de esta manera? ¿Dónde puede haber ido?
Car: no se si tiene intención de volver, por que me pidió que cuidara de ustedes y que le dijera a María que también los cuidara y que se quedara con la casa.
V: pero, ¿Por qué? ¿Qué explicación ha dado?
Car: ninguna, sólo me dijo que se marchaba al lugar donde empezó todo, pero yo no se que quiso decir con eso.
Alex: ¿Y qué vamos a decirle ahora a mi mamá?
Carlos, los escuchaba a todos muy preocupado. Sabía que todo aquello tenía que ver con la conversación que Esteban y él, habían mantenido el día anterior en el hospital y decidió ser él, quien le explicara la situación a María.
María, no podía creer lo que escuchaba. Esteban, la había abandonado de nuevo y esta vez con cuatro hijos y el mayor de los problemas aún sin resolver. Que sus cuatro hijos, supiesen la verdad.
Paro Carlos al escuchar sus reproches Hacia Esteban, le contó sobre la conversación que habían mantenido el día anterior.
M: Hermano, no debiste decirle esas cosas. Eso pertenece al pasado y ya estábamos consiguiendo dejarlo atrás.
C: perdóname, pequeña; pero es que me impresioné tanto cuando te ví que necesitaba culpar a alguien y le tocó a él por estar cerca. Además, necesitaba desahogarme, decirle todo lo que le había guardado por tantos años.
M: (muy preocupada. Casi desesperada). Si, Carlos. Pero este no era el momento.
C: lo se hermana, pero ya no tiene remedio. El mal ya está hecho.
M: ¿Y no dejó ninguna dirección, ninguna pista de donde demonios puede haberse ido?
C: me temo que no, sólo dijo que se marchaba al lugar donde comenzó todo; pero nadie sabe que es lo que quiso decir con eso.
M: (Con una luz de esperanza es su mirada). Yo creo que si lo se.
C: ¿estás segura?
M: casi del todo.
A la mañana siguiente, Tomás le dio el alta a María y ella antes de volver a la casa, pasó por una agencia y sacó un billete de avión.
Poco rato después llegaba a la casa San Román donde todos la estaban esperando avisados por Carlos.
María encontró a todos sus hijos muy tristes y preocupados por lo de Esteban y decidió hablar con ellos.
M: venid aquí muchachos, tengo que comunicarles algo.
María se sentó en el sofá y los chicos se repartieron alrededor de ella.
M: verán, creo saber donde está Esteban.
Es: ¡donde! Donde está mi papá.
H: sí por favor María, si lo sabe díganoslo. Estemos muy preocupados desde ayer.
M: Creo que está en Acapulco.
H: no, María estás equivocada, él nunca iría allí.
M: ¿Y por qué piensas eso?
Es: por que mi papá, pasó allí su luna de miel con mi mamá y cuando ella murió, juró que no volvería a pisar esa ciudad.
Las palabras de estrella, llenaron a María de felicidad. ¡Esteban no quería volver a Acapulco si no era con ella!
M: pues yo insisto en que está allí. Estoy tan segura que ya saqué billete. Pasado mañana salgo para Acapulco en el último vuelo del día, sobre las 6 de la tarde.
Alex: ¿Y por que estás tan segura de que está allí, mamá?
V: si, eso ¿Acaso Esteban te contó lo de su luna de miel?
Án: María, la semana pasada, cuando estuviste toda la noche sin aparecer por casa; mi papá hizo un comentario. Todos le pedimos explicaciones, pero él insistió en que nos hablaría de ello más tarde.
M: ¿y qué comentario fue ese que les dejó tan preocupados?
V: el dijo que ya te perdió una vez y que no quería perderte de nuevo.
Es: sí, ¡exactamente ese fue el comentario!
A María se le saltaron los ojos de lágrimas y esto confundió más a los chicos.
H: ¿y ahora usted sabe lo de la luna de miel de mi papá?
Es: Sí, y todo esto, nos hace pensar que usted y mi papá tuvieron alguna relación amorosa antes de que nosotros nos conociéramos.
H: ¿Acaso conoció usted a mi madre?
La pregunta inesperada de Héctor, hizo que maría se estremeciera por dentro.
M: verán muchachos. Les prometo que en cuanto se solucione lo de Esteban, los dos juntos les hablaremos de todo esto y contestaremos a todas las preguntas que tengan. Ahora lo más importante es buscar a Esteban y yo les prometo que lo encontraré.
Durante los dos días que siguieron, María, arreglo algunos asuntillos pendientes, los chicos se entregaron a sus estudios y las tías apenas se escucharon.
María se encargó de todo. De la casa, de las empresas, de sus joyerías y de sus hijos y el jueves a las 8 de la noche llegaba a la recepción del hotel donde Esteban y ella, empezaron su vida juntos.
Recepcionista: ¿que desea señora?
M: soy María San Román, la esposa de Esteban San Román y me gustaría averiguar en qué habitación se encuentra hospedado mi marido. Es que quiero darle una sorpresa ¿sabe? Él no sabe que estoy aquí.
Rec: ¡señora San Román! ¿No sabe el placer que me da conocerla? Es que tenemos un problemilla con su marido y no sabíamos como solucionarlo.
M: ¿Qué tipo de problema tienen con Esteban?
Rec: verá. Su marido se encerró en su habitación nada más llegar y no ha vuelto a salir de ahí ni para comer, tan solo ha pedido de vez en cuando algún café y algo de fruta. Lleva encerrado en la suite nupcial tres días y por mucho que hemos intentado, él no quiere hablar con nadie y ni si quiera deja entrar al personal de servicio de habitaciones.
María empezó a preocuparse.
Rec: además, hemos preguntado a los clientes de las habitaciones colindantes y nos han informado de que se pasa el día y la noche sentado en un sillón en la terraza y la verdad es que nos tiene muy preocupados.
M: (más preocupada aún). Bueno ya estoy yo aquí, por favor si alguien me pudiera facilitar la entrada a la habitación, se los agradecería mucho.
Rec: si señora, alguien del servicio de habitaciones podrá hacerlo. En seguida doy la orden.
Una sirvienta muy amable, le abrió la puerta y se fue corriendo como alma a la que sigue el diablo. A maría esto le hizo mucha gracia, pero no entendía muy bien las prisas de la sirvienta hasta que entró en la habitación.
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