***
(Grita, hiere tu garganta.)
Aquel sueño desgarrador se repite, invadiendo de nuevo el escaso descanso que disfruta. Siente su garganta desgarrarse con alaridos estruendosos, pero que a la vez son silenciosos ante sus oídos; nota el suave y doloroso tacto del agua salada que escurre de sus amatistas claras, empapando el inerte cadáver de un ser amado en sus brazos. Percibe el atrayente olor metálico de aquel líquido rojo tatuado en sus manos, perteneciente a otra persona.
Pero... ¿a quién?
Desvía su mirar inundado a la hermosa dama a la que se aferra; sencilla, preciosa, completamente deleitable y apetitosa. Sus instintos monstruosos le ordenan que la devore, que disfrute gratamente el delicioso sabor de la sustancia cálida que viaja en su despedazado cuerpo, mientras le agradece a cualquier deidad que le mira en la lejanía por semejante y sabroso festín.
Pero, en lugar de ello, junta su cuerpo sin vida con el suyo, abrazándola con cariño. Ensancha sus ojos, sin poder detener sus lágrimas ni sus gritos desenfrenados.
No, no lo entiende.
¿Quién era aquella maldita y por qué se aferraba a ella como si le doliera el hecho de que falleció en sus brazos? Le da múltiples vueltas al asunto, sin comprender nada aún. Observa su apagado y pálido rostro de porcelana: Frío, muerto, olvidado. Una pequeña sonrisa se infiltra en sus finos labios pintados de carmín, demostrando su extraña felicidad por haber abandonado ese podrido mundo.
Su aspecto le resulta conocido, pero... ¿de dónde?
—Tamayo-san... —murmura quebrado. Su mente continúa preguntándose de dónde la conocía y quién era, la razón por la que de sus labios se escapó ese nombre de forma amorosa y triste —Perdóname, Tamayo-san...
(Llora, destruye tu orgullo.)
El armonioso y ensordecedor sonido de su voz clamando por ella continúa, las paredes manchadas con la misma sangre de una doncella muerta que yace en las manos de un despiadado monstruo escurren lentamente; la elegante habitación donde sufría se encontraba destruida, con sus muebles distribuidos por doquier y vidrios rotos de quebrados retratos felices.
¿Quién era? ¿quién era? ¡¿QUIÉN ERA?!
Un tintineo relajante se infiltra entre alaridos inhumanos; la campanilla en esas suaves manos se mece con el vaivén del viento fuera del lugar. El joven lastimado (por algo que no recuerda) gira su cabeza hasta encontrarse con el dueño de ese sonido reconfortante, repetitivo, insoportable, para solo observar a la misma muchacha muerta parada sencillamente en la puerta corrediza (claramente rota) del cuarto ensangrentado.
¿Qué?
La observa detenidamente, intentado comprender la razón por la que ella está ahí; viva. De su boca temblorosa intenta escaparse una pregunta, pero ella se le adelanta, repitiendo con sus labios mudos las mismas palabras que logran sorprenderle.
¿Qué está diciendo? No entiende.
Otro tintineo iterativo resuena con más rapidez, y las palabras silenciosas de un fantasma se esparcen en el aire, confundiendo al pobre hombre (o no) que le miraba asustado.
—¿Qué dices? —interpela, desesperado y harto de observar el movimiento de sus labios sangrientos.
El mismo sonido se acelera, imitando el movimiento del péndulo del antiguo reloj que cuelga en la pared. La nueva voz que surca sus oídos le obliga a comprender; sus orbes lilas ardientes se ensanchan, casi pareciendo que saltarán de su lugar en cualquier momento. La respiración violenta que escapa de su boca se detiene, y su pulso veloz se congela, paralizando el movimiento desenfrenado del latir de su corazón.
ESTÁS LEYENDO
Pesadillas || 『KnY』
Fanfiction«Porque la vida era tal y como algunos la sueñan, una pesadilla mortal y asfixiante.» Advertencias: ➤Los personajes le pertenecen a Koyoharu Gotoge. ➤Spoilers del manga. ➤Au; Yushiro vampiro alv. ➤Se prohíben copias o adaptaciones, gracias. ➤Linda p...