Capítulo 22

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Gabriel.

Las cosas al fin parecían estar saliendo conforme a sus planes en el nuevo proyecto que prometía abrir un nuevo campo para las empresas Ifriqia, con la potestad que tendría sobre el nuevo medicamento de su ahora nueva empleada podría darle renombre en el mundo de la salud al apellido que con tanto peso había cargado desde hacía muchos años.

Odiaba su apellido y a su familia, pero el maldito orgullo con el que había nacido le impedía dejar todo de lado y empezar desde cero lejos de la hipocresía de su mundo. Gabriel no podía rendirse ante el aplastante poder de su padre, el deseaba llegar a la cima desde donde su progenitor observaba en silencio a todos, se desharía de él sin el menor remordimiento y todo aquel poder ya no amenazaría con tragárselo ya que el sería el dueño y señor de todo, así al fin sería libre. ya no se dispondría a recibir los golpes de la vida, ahora los daría con toda la fuerza de su cuerpo.

Observó la hora en la pantalla del computador donde minutos atrás revisaba el estado de cuentas del último mes del centro comercial que se había inaugurado hacia algunos meses, ese año en particular se habían aperturado nuevas sucursales en tres diferentes países, y aunque tomó un gran esfuerzo de su parte lograrlo por si mismo fué algo que era necesario para colocarse como el merecido sucesor de la red de compañías, frente a los variados accionistas que trataron de desmerecer su valía, incluso programando reuniones privadas con su padre que por supuesto se negó, el viejo ermitaño nunca salía de la casa principal, incluso logrando despertar rumores de una supuesta muerte. 

Ya quisiera él que el maldito lo librará de deshacerse de él por sí mismo.

Se recargó en el asiento dando un suspiro cansado y dejando volar su mente a la única diversión y entretenimiento que tenía ahora, pensó en Rebecca. Decidido a saber de su ubicación, más por la necesidad irrefrenable de saberla vigilada y sin escape, tomó su celular y marcó el número de Neil esperando largos segundos hasta que contestó.

-¿¡Porque tardas tanto en contestar!?.—Reclamó a su fiel mano derecha, que por el otro lado de la línea parecía titubear algunas palabras inentendibles.—¿Estas con Rebecca?.—Preguntó impaciente al ver que su viejo guardián no parecía escucharlo.

-La... La señorita Rebecca está en la residencia de su abuela.—Contestó el mayor.

-¿¡Porque no entraste con ella!? ¡Te dije que la siguieras a donde sea que vaya!.—Bramó furioso. Necesitaba tener ese control sobre ella para sentirse seguro recién ahora se daba cuenta, tenía un creciente temor a que su ángel desapareciera como lo había hecho Sheila.

-Ella me pidió que la esperara para que su abuela no se cuestionara sobre mi presencia, pero estoy esperándola fuera del lugar.—Explicó Neil, con un leve tono de inquietud que parecía tratar de esconder.

-¿Hay algo más cierto? ¿Qué averiguaste?.—Neil no acostumbraba a mentirle, siempre era honesto y leal con lo que a su relación de amistad se refería y que ahora pareciera titubear lo ponía inquieto.

Solo se escuchó el silencio por largos segundos hasta que Neil en un suspiro bajo y resignado confesó aquello que había querido retener.— Acabo de ver a un antiguo amigo de su padre y accionista de la empresa salir de la residencia donde la señorita Rebecca se encuentra.

¿¡Amigo de mi padre!?

Eso no estaba bien absolutamente nada bien. Notó segundos después que había estado apretando sus puños con tanta fuerza que se había lastimado así mismo, soltó el aire que sin darse cuenta había retenido y su mente empezó a trabajar buscando a la persona de la que hablaba Neil entre su memoria.

Mi forma de amarte [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora