Gabriel.
Las cosas al fin parecían estar saliendo conforme a sus planes en el nuevo proyecto que prometía abrir un nuevo campo para las empresas Ifriqia, con la potestad que tendría sobre el nuevo medicamento de su ahora nueva empleada podría darle renombre en el mundo de la salud al apellido que con tanto peso había cargado desde hacía muchos años.
Odiaba su apellido y a su familia, pero el maldito orgullo con el que había nacido le impedía dejar todo de lado y empezar desde cero lejos de la hipocresía de su mundo. Gabriel no podía rendirse ante el aplastante poder de su padre, el deseaba llegar a la cima desde donde su progenitor observaba en silencio a todos, se desharía de él sin el menor remordimiento y todo aquel poder ya no amenazaría con tragárselo ya que el sería el dueño y señor de todo, así al fin sería libre. ya no se dispondría a recibir los golpes de la vida, ahora los daría con toda la fuerza de su cuerpo.
Observó la hora en la pantalla del computador donde minutos atrás revisaba el estado de cuentas del último mes del centro comercial que se había inaugurado hacia algunos meses, ese año en particular se habían aperturado nuevas sucursales en tres diferentes países, y aunque tomó un gran esfuerzo de su parte lograrlo por si mismo fué algo que era necesario para colocarse como el merecido sucesor de la red de compañías, frente a los variados accionistas que trataron de desmerecer su valía, incluso programando reuniones privadas con su padre que por supuesto se negó, el viejo ermitaño nunca salía de la casa principal, incluso logrando despertar rumores de una supuesta muerte.
Ya quisiera él que el maldito lo librará de deshacerse de él por sí mismo.
Se recargó en el asiento dando un suspiro cansado y dejando volar su mente a la única diversión y entretenimiento que tenía ahora, pensó en Rebecca. Decidido a saber de su ubicación, más por la necesidad irrefrenable de saberla vigilada y sin escape, tomó su celular y marcó el número de Neil esperando largos segundos hasta que contestó.
-¿¡Porque tardas tanto en contestar!?.—Reclamó a su fiel mano derecha, que por el otro lado de la línea parecía titubear algunas palabras inentendibles.—¿Estas con Rebecca?.—Preguntó impaciente al ver que su viejo guardián no parecía escucharlo.
-La... La señorita Rebecca está en la residencia de su abuela.—Contestó el mayor.
-¿¡Porque no entraste con ella!? ¡Te dije que la siguieras a donde sea que vaya!.—Bramó furioso. Necesitaba tener ese control sobre ella para sentirse seguro recién ahora se daba cuenta, tenía un creciente temor a que su ángel desapareciera como lo había hecho Sheila.
-Ella me pidió que la esperara para que su abuela no se cuestionara sobre mi presencia, pero estoy esperándola fuera del lugar.—Explicó Neil, con un leve tono de inquietud que parecía tratar de esconder.
-¿Hay algo más cierto? ¿Qué averiguaste?.—Neil no acostumbraba a mentirle, siempre era honesto y leal con lo que a su relación de amistad se refería y que ahora pareciera titubear lo ponía inquieto.
Solo se escuchó el silencio por largos segundos hasta que Neil en un suspiro bajo y resignado confesó aquello que había querido retener.— Acabo de ver a un antiguo amigo de su padre y accionista de la empresa salir de la residencia donde la señorita Rebecca se encuentra.
¿¡Amigo de mi padre!?
Eso no estaba bien absolutamente nada bien. Notó segundos después que había estado apretando sus puños con tanta fuerza que se había lastimado así mismo, soltó el aire que sin darse cuenta había retenido y su mente empezó a trabajar buscando a la persona de la que hablaba Neil entre su memoria.
No podía ser otra persona que aquella, la ira lo embargó al haber descubierto al susodicho y más aún cuando indagó el porque de su estancia en la misma casa que su ángel.
-Es Marcus ¿cierto?.—Afirmó Gabriel recibiendo como única contestación un sí.
Sin perder tiempo le ordenó a Neil que trajera de regreso a Rebecca así tuviera que entrar al lugar y sacarla arrastrando, luego de eso colgó sin escuchar la respuesta del otro lado.
Pensó en aquel día en el que Marcus había insistido en tener una reunión con él, teniendo que aceptar a regañadientes al quitarle su tiempo que bien podía aprovechar con La Eneriz. Para su sorpresa aquella dichosa cita de trabajo no era más que un aviso de parte de Marcus para su futuro matrimonio y los enlaces comerciales y empresariales que vendrían con él. Al principio no entendió la necesidad de saber aquella información, pero al analizarlo mejor se dió cuenta que era una amenaza de poder, en su fuero interno no pudo más que burlarse de aquella situación que su adversario indigno creía que lo amedrentaría. pero él nunca lograría vencerlo, no importaba con que familia pudiente se enlazará.
Nunca se le había cruzado por la mente que Marcus y esa familia excesivamente tradicionalista tuviera nexos, y sabiendo que Rebecca estaba irrevocablemente unida a ellos por la sangre, debía moverse rápido para que nadie osará siquiera tocar algo suyo. Debía averiguar todo lo referente a aquello y descartar la idea de que su padre tuviera algo que ver, qué era lo menos probable pero mas valía prevenir que lamentar, no quería que las sucias manos de su padre mancharan la pulcra esencia de su ángel, aunque el mismo ya hubiese empezado a hacerlo.
Es tarde para arrepentimientos, si me voy al infierno… la llevo conmigo
Gabriel escuchó los pasos cautelosos de Rebecca ingresar como si hubiera cometido algún pecado, y un suave hola que le dirigió haciéndolo pensar que la pobre estaba desorientada sobre lo que estaba pasando.
Al menos Neil no habló esta vez.
La observó esperando que se acercará a el por su propia cuenta pero ella parecía dudar reteniéndose en la puerta, sus manos picaban como siempre que la tenía cerca o la necesitaba. sin esperar a que saliera huyendo se acercó a paso rápido viendo como todo el cuerpo de su ángel se sorprendió como un pequeño gato ante la amenaza y se erizaba en su sitio, no pensaba usar tanta fuerza. pero la ira que tenía contenida por lo que pasó con Marcus y la necesidad de poseerla lograron cegarlo por un momento, aplastando con su cuerpo al más pequeño de Rebecca que parecía haber contenido el aire del susto, pensando que querría huir de él, Gabriel cerró el pestillo de la puerta.
Quería tomarla ahí mismo levantarla contra la puerta y hundirse dentro de la calidez de su interior, pero su aroma a jazmín lo contuvieron y no pudo evitar hundir su nariz en el cuello de ella. aspirando lentamente topándose con la estorbosa tela que cubría las marcas de su primera noche y que quitó con rabia.
Le preguntó acerca de lo que había pasado en casa de su abuela mientras la acariciaba tratando de unirla a él, antes de poseerla necesitaba saber si ella conocía a Marcus, a pesar de querer empotrarla con fuerza contra la pared debía contenerse para que Rebecca le dijera todo, parecía apenas concentrarse en responder y más concentrada en recibir su tacto. eso no ayudaba en nada al control del Ifriqia, jalándola con él la llevó hasta el escritorio y lanzando al suelo lo que le estorbaba la sentó de forma brusca posándose entre sus piernas que le mostraban una de las fantasías mas eróticas que había tenido con ella desde que la conoció, su vestido verde que le daba un aspecto algo aniñado se había suspendido lo suficiente como para dejarme ver su ropa interior, ya de por si el vestido era demasiado corto y ahora tenía las puertas a la gloria justo frente a él.