Despedida

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—Maldición— Lauren estaba murmurando—odio levantarme temprano. Definitivamente no nací para esta vida de presidiaria.

Taylor estaba golpeando la puerta pidiendo que nos levantásemos y que en diez minutos estuviésemos en el comedor para el desayuno.

—Cuando salgamos de aquí, te voy a enseñar todo lo que no has visto.

Pienso que realmente no se lo que es vivir. Mi vida consistió en trabajo y estudio y cuando pensé que al fin comenzaba a cambiar, vine a prisión.

Entramos al comedor de la mano como habíamos hecho desde que pasamos a compartir la celda.

Nos sentamos en el lugar de costumbre y esta vez Dinah se pudo sentar a mi lado sin que ella se opusiese.

— Lauren, después de desayunar me gustaría ir a leer un poco a la sombra de aquel árbol del patio.—le dije.

— ¿Lauren ?—una amiga de ella estaba atónita con la mención del nombre—¿Quién es Lauren?


—Yo—respondió Lauren—pero sólo para ella. Para ti y para todos los demás soy Bella Fatal.—añadió, dándome un guiño.

— Sí, por supuesto, Bella Fatal.—Respondió la chica rápidamente y sin gracia.

El día estaba siendo tranquilo. Estaba viendo jugar a las mujeres en las gradas, era al atardecer.

Lauren tenía una gracia felina y una agilidad pasmosa, marcaba puntos como quien come pan con mantequilla. Y cada vez que conseguía un punto, me miraba y me mandaba un beso.

Cualquiera que viera n la escena, creerían que éramos un pareja que llevaba años de enamoradas o casadas. Ni siquiera en mis sueños más locos podría haber previsto que encontraría al amor de mi vida en prisión, mucho menos que esa persona sería una mujer.

No una mujer común sino una poderosa mafiosa. Y era justamente eso lo que me molestaba. Tengo que confesar que tengo miedo, no de lo que ella me pueda hacer a mí, sino a los otros.No me gusta quien es ella. Va en contra de mis principios.

Nosotras huiremos juntas sí, pero ¿Cómo será la vida después? No sería capaz de llevar un estilo de vida delictiva. No. Definitivamente eso no era para mi.

Me pregunto si nos quedaremos juntas al salir de aquí o ella sólo estaba compadeciéndose de mí y me llevaba para evitarme el sufrimiento de prisión.

No.

Lauren no es de las que se compadecen.

Y tampoco de las que se enamora.

Tenia que recordarme a cada momento que ella era una asesina. El problema es que su sonrisa tenía el poder de hacer que me olvidara de todos sus defectos.

Lauren dejó de jugar y vino a sentarse a mi lado en las gradas.

—Sé que le tienes cariño a tu amiga, Dinah. Parece que ella es importante para ti.

—DJ es una buena amiga. Le tengo mucho cariño.

—Entonces esta noche antes de irnos a la celda, dale a tu amiga un fuerte abrazo.

—¿Porqué me dices eso, Lauren?

—Porque nosotras no vamos a amanecer en este lugar.

— ¿Vamos a huir esta noche?

—Sí, de madrugada.

Se levantó y volvió al partido, dejándome sola con mis pensamientos. Que eran muchos. Confusos, contradictorios. Mi cabeza estaba dando vueltas.

Poco antes de las diez de la noche fui a mi antigua celda en el ala C. Dinah estaba acostada en la cama leyendo una carta.

—Hola DJ.—La salude, llamando su atención.

—¡Mila!—sonrió al verme—recibí otra carta de mi novio.

—Se quieren mucho.

—Muchísimo.—Dijo con satisfacción.

—Tengo una sana envidia de su amor.

—Jajaja... ¿Sana envidia?—ella encontraba graciosa mi manera de decirlo—¿Cómo es eso, Chancho? Creí que todas las envidias eran malas.

—Pero la mía es buena—le sonreí—te lo explico: Tengo envidia de su amor, porque me gustaría que la persona a la que amo, me amara también. Pero no quiero que tú pierdas eso, simplemente me gustaría tenerlo también.

— Ya veo—contestó con una sonrisa—seríamos dos afortunadas.

—Sí, seríamos...—dije triste—pero no tengo tanta suerte como tú, Dinah.

—¿Cómo que no tienes? Eres la protegida de la manda más de la prisión. Y te trata bien, te da todo lo que quieres y deja que la llames por su nombre de pila.

—No tengo ninguna queja sobre su comportamiento conmigo. Pero sé que es sólo sexo. No le interesó para nada más.

—¿Estás segura? A veces la he visto mirándote de una forma...

—Es deseo.

—A mí no me pareció sólo deseo.

—No puede ser otra cosa, Dinah... Lauren no es del tipo de personas que se casa, tiene hijos y vive feliz para siempre. Ella es del tipo activo. Tengo miedo de salir herida de esta historia. Peor aún, de estarlo ya, porque ella más tarde o más temprano se olvidará de mi. Una chica más guapa, con mejor cuerpo surgirá en su vida y ella me descartará.

—¡Dios Camila! ¿Tan poca cosa te consideras?

—No me interpretes mal, DJ. No es que me crea poca cosa, tengo mis virtudes. Pero creo que Lauren es arena de más para mi camión.¿Entiendes?

—Entiendo.

—Bueno, basta de charla, sólo vine para desearte buenas noches y darte un abrazo.

No le di tiempo a protestar y le di un fuerte abrazo.

—Me vas a mal acostumbrar. ¡Voy a querer abrazos todas las noches!

—Te deseo lo mejor en la vida, amiga—la solté y la miré a los ojos intentando no llorar—y que cuando salgas de aquí te cases con tu novio y seas feliz. Te lo mereces.

— ¿Por qué estás diciéndome todo eso, Camila?

—Pero bueno...—tuve que reírme para relajarme y convencerla de que no tenía un motivo especial para decirle todas esas cosas—¡Vengo aquí, te abrazo con cariño, te digo cosas bonitas y te quejas de ello!

—Jajaja...—ahora era ella la que se estaba riendo—perdona,  amiga. Que sepas que te deseo lo mismo. Voy a rezar, para que Bella Fatal aprenda a amarte como tú la amas a ella.

—Gracias. Por todo. Ahora tengo que irme antes de que Taylor venga a buscarme.

Me di la vuelta y sentí el escozor de las lágrimas en mi cara. No era fácil despedirse de alguien a quien quieres. Alguien que me había acogido sin querer saber cual era mi crimen, sin importarle quien era...que me tendió la mano sin esperar nada a cambio.

Llegué a mi celda desecha en llanto. Lauren no tardó en venir y me abrazo.

—No llores.

—¿No volveré a ver a mi amiga, verdad?

—La vida da muchas vueltas,Camila. Todo es posible. Pero de momento no la verás de nuevo...ahora sécate esas lágrimas, tenemos que prepararnos para la fuga.

Su móvil sonó:

—Yes.—contestó abrazándome todavía—
Ready? Good.

Colgó el teléfono.

— ¿Era sobre la fuga?

— Sí, está todo listo. Vamos a salir de aquí dentro de dos horas, cuanto todas estén dormidas, menos ruido, menos riesgo de muerte para ellas.

Me quedé helada al oír la palabra "Muerte".

Prisionera De Su Corazón (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora