Galleta

9 2 0
                                    

Su tía era como una mosca molesta que zumbaba a su alrededor. Le preguntaba si había usado las cantidades correctas de harina, de azúcar y de manteca. Mientras incorporaba los ingredientes en el bol, le decía que esa no era la manera correcta de hacerlo. Tenía que poner la mezcla en la mesada y amasar. Después de enmantecar la fuente donde estaba ordenando las galletitas, se acercó y le dijo que estaban deformes. Ella ignoraba cada frase, pero era difícil no indignarse ante la hijaputez de la otra. Fue al baño, se lavó las manos y la cara y volvió a la cocina para encontrarse con su tía espiando las galletas. Se acercó, colérica, le agarró una mano y la obligó a apoyarla en la rejilla del horno. La mujer gritó.

—¡Creo que sé cómo hacer galletitas, hija de puta!

No conforme con quemar su mano, metió toda su cabeza en el aparato. Su tía gritaba mientras se quemaba el rostro, el cuello y el cuero cabelludo. La miró sin poder creer lo que había hecho, agarró su billetera y se fue del departamento mientras repetía, como si se tratara de un mantra, «necesito té para acompañar las galletas». 

ABC de literatura de terrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora