Draco Malfoy

19 1 0
                                    

Draco miraba el cielo por la pequeñísima ventana de su celda en Azkaban, hoy por fin se cumplían los tres años que tenía que estar encerrado en esa pocilga, hoy por fin vería de nuevo a su madre.
Draco suspiró con tedio, le debía ésto a su padre, si el no hubiese dicho que Draco fue obligado por él a hacer todo lo que hizo, que lo sometía a horribles torturas y que en realidad Draco no era tan malo, entonces probablemente le hubiesen dado el beso del dementor como a Lucius.
Estaba dispuesto a cambiar, aunque no sabía exactamente qué tenía que cambiar, pero estaba dispuesto a no ser un mortífago y en general a tener un perfil bajo, tres años en Azkaban sin hacer nada, comiendo basura, con un frío indescriptible en el cuerpo y vestido con harapos le daban tiempo a cualquiera para pensar que tal vez, sólo tal vez, su padre se había equivocado al unirse al lado oscuro.
Draco ya había llegado a esa conclusión, lo había dicho todo con un poco de Veritaserum, había contado cómo en su sexto año en Hogwarts, cuando se le pidió asesinar a Dumbledore, comenzó a dudar de su fidelidad a Lord Voldemort, él podía ser muchas cosas, un mocoso malcriado, un arrogante, incluso podía ser malvado, podía hacer daño, podía matar, pero no era un idiota, sabía que Dumbledore iba a matarlo, y sobretodo, sabía que si Voldemort ganaba, el mundo ya no sería el lugar que él conocía, por eso, cuando el señor tenebroso llegó a Hogwarts el día de la batalla, con Harry Potter muerto, él decidió quedarse del lado de los buenos. Pero Draco Malfoy no era valiente, y cuando vió a su madre suplicante del otro lado, caminó hacia ella con indecisión.
Harry Potter, contra todo pronóstico, había atestiguado a favor de Narcissa, dijo que cuando ella vio que estaba vivo, mintió para que Voldemort pensara que estaba muerto, Narcissa sólo cumplió un año y medio de condena porque dijo todo lo que sabía sobre los seguidores del Señor Tenebroso.
No la había visto desde que la encarcelaron, no le permitían tener visitas, le quitaron Malfoy Manor y más de la mitad de su fortuna por daños y perjuicios, cerraron el negocio familiar y liberaron a todos sus elfos domésticos.
Pero ese día acababa la pesadilla, o eso esperaba él, ese día cumplía su último día en esa pocilga.
Sonrío pensando en la libertad, caminar por el Callejon Diagon, tomar un buen vaso de Whisky de fuego, comer una cena decente con pastel de calabaza y empanadas de Cornualles, se le hacía agua la boca de sólo pensarlo, tal vez incluso podría buscar a una de sus viejas amigas, demonios, eso sí le hacía falta.
La puerta de su celda se abrió y una cara muy familiar le sonrió maliciosamente.
-Malfoy...-
Draco miró al personaje con su típica mueca de arrogancia, que hacía un contraste muy raro con su ropa sucia y su cabello largo.
-Potter.- Escupió el rubio.

Después de todo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora