catorce

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Al rato terminé de arreglarme y Mateo seguía teniendo una sonrisa para cada una de ellas, todas estaban re felices e incluso algunas lloraban.
Me acerqué a una de ellas cuando lloraba, le dije que estaba todo bien y la tranquilicé, ella me abrazó y me miraba con cara de felicidad.
Algunas chicas también me pidieron fotos y Mateo creo que estaba más feliz que yo.
Después de acabar con todos, nos fuimos al lugar donde habíamos quedado con mi tía y con mi Primo, pero no aparecieron ninguno de los dos.
Yo había viajado feliz, pensando que iba a poder conocerlos por fin, pero no si quiera se presentan para conocerme e intercambiar un simple hola que puede cambiar mi vida.
Comencé a llorar y Mateo me abrazaba para tranquilizarme, mis lágrimas eran de rabia, de pensar que a ellos no les importó y que solamente crearon algo en mi totalmente falso.
Nos fuimos a comer helado con Mateo, paseamos por la orilla del mar, sin importarnos que fuera invierno, caminamos descalzos por la arena mojada sintiendo la energía de la tierra.
Después de caminar un rato nos fuimos a sentar en la arena seca y compramos una toalla para sentarnos en ella.

-¿Estás bien mi amor?- preguntó preocupado.
-Si, solamente me dió rabia, porque ni si quiera se presentaron ninguno de los dos.- dije apenada.
-Bueno, vos pensá, que ellos se pierden conocer a una persona tan maravillosa como vos-.
-Te amo-. Dije y me puse roja.
-Yo también te amo princesa-.

Cuando Mateo me dijo que le amaba, todo mi cuerpo se tranquilizó y reaccionó dándole un beso apasionado y lleno de amor, me encantaba besar sus labios y sentir esa química que hay cuando ambos nos besamos.
Él ha sido mi primer todo y me alegro de eso porque lo amo.
Nos tumbamos en la arena y nos seguimos besando, mientras yo quedaba a bajo y él encima, él solamente me besaba y yo hacía lo mismo, me encantaba que no tuviera prisa para hacer nada y que no me crease presión.

esas vacacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora