17. ¡Adiós, Borderías!

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MINI MARATÓN 1/2 !!!

El día de ayer fue bastante intenso, demasiadas buenas acciones. Por eso, cuando llegué a casa y vi a Elena dándose el lote con el Galansito, decidí que me había cansado de ser buena. También decidí echarlos de una manera poco tradicional para que no tuvieran una sesión de sexo guarro en mi sofá y poder tirarme en él a comer mis doritos mientras veía los capítulos nuevos que habían sacado de La Casa de Papel. Un poco de respeto, por favor, que Jaime Lorente no se va a querer solo.

Esto no es muy común, pero llego la primera al trabajo. Por ello, comienzo a colocar las cosas con mi lista de reproducción de fondo. Hoy, me he despertado un rato antes porque tenía miedo de que Elena decidiese raparme la cabeza, degollarme o algo mucho peor: pegarme un lametón en la cara por lo de ayer. Moviendo el culo al ritmo de la canción 'Pica' de Elvis Crespo, voy colocando los instrumentos con los que voy a trabajar tanto con Aurelio como con Guille. Son mis dos primeros pacientes y me gusta tenerlos todo colocadito.

–Qué mal bailas. –Dice Guille desde el marco de la puerta, mirándome muy serio.

–Eso es porque no me has visto hacer mi paso estrella. –Respondo acercándome a él, cogiéndole de una mano y haciéndole girar sobre sí mismo. Él no quita sus ojos serios de mí, como asegurándome de que me va a matar y yo termino metiéndole en la sala, tirando su de sus dedos. Como si fuese un niño pequeño (o un perro), lo cojo por los brazos para moverlos e imitar un paso de baile, pero el sieso, se queda muy quiete y con la misma cara de chupar limones de siempre. –¿No serás tú la alegría de la huerta? Así te vas a quedar sin el Leslie Super Star.

–No tengo ninguna necesidad de ello.

–Ahora, por borde, te lo voy a hacer.

Me subo encima de una de las mesas redondas que tenemos para el trabajo en grupo y hago mi paso estrella, que es... Bastante penoso. Según Elena, parezco un cerdo al que le ha dado un ataque de epilepsia.

–Fernández, ¿se puede saber qué cojones haces? –Pregunta una voz demasiado conocida para mí. Con pesadez, busco a Javi, el médico rehabilitador de nuestro hospital.

–Mi paso estrella, ¿quieres que te lo repita, jefe?

–Suficiente. –Dice a través de sus gafas. Me apoyo en el hombro de Guille desde la mesa para saltar teniendo un apoyo y así no comerme el suelo (lo que no sería raro). Javi me hace un gesto para que salgamos de la sala y cierro la puerta nada más salir. Sé que me va a decir algo sobre alguno de mis pacientes, es para lo único que viene y eso es información confidencial que nadie más que yo, tengo que escuchar.

–¿Qué quieres?

–El otro día tuve la revisión con el señor Villanueva. –Él mira unos informes por sus gafas pequeñas. –Ya está recuperado completamente y creo que usted estará de acuerdo, por lo tanto, he decidido que le miércoles que viene se le de el alta, ¿le parece bien? Ya sabe como tiene que proceder.

Miro a Guille, que contesta los mensajes de su móvil, ajeno a la conversación aunque, conociéndole como le conozco, sabrá de sobra que estamos hablando de él. Vuelvo a Javi y me encojo de hombros.

–Claro, jefe, yo le hubiera dado el alta hace tiempo si no se tuvieran que hacer tantos papeleos.

–¿Puede dejar de llamarme Jefe? Sabe lo nervioso que me pone.

–Sí, jefe, adiós, jefe.

Él me lanza una última mirada por encima de sus gafas, se da la vuelta y se marcha por el pasillo refunfuñando lo poco que me soporta. Como se habrá notado, él y yo nos llevamos divinamente. Desde siempre. Best Friends Forever. And Ever. Volviendo a mi trabajo, miro a Guille, que sigue perdido en la pantalla de su teléfono aunque mueve su cadera siguiendo un poco el ritmo de la canción que suena. Tengo que morderme el labio para intentar reprirmir la sonrisa de gilipollas.

SI LA VIDA TE DA LIMONES...Where stories live. Discover now