EL UNO ES EL NÚMERO MÁS SOLITARIO por Zia Rashid

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Bueno, Zia, solo tienes que hablar por aquí…
Heqat!
¡Pum! Oooh.
Plaf. Uy. ¿Carter? Vaya, está inconsciente. Voy a… [Sonido de un cuerpo siendo arrastrado por el suelo. Murmullos. Pasos que se acercan].

Gracias, Jaz, volveré a ver cómo está dentro de un momento. Ostras, ¿sigue grabando este trasto? Ejem, hola. Aquí, Zia. Deja que te explique lo que ha pasado.

Carter me ha puesto algo en la cara. He pensado que iba a atacarme, y mi instinto ha hecho el resto. He invocado mi báculo, lo he agitado y, bueno, Jaz, nuestra experta rejet, o sanadora, está curándole la herida de la cabeza. Resulta que lo que me ha puesto encima era este micrófono.

En fin… Carter me recomendó grabar mi historia en lugar de escribirla. Por lo visto, mis palabras habladas son más fáciles de transcribir que mis jeroglíficos escritos. Yo propuse usar la más vulgar escritura hierática o incluso —escalofrío— la humilde demótica.

Él señaló que la grabación ahorraría papiro. Muy bien. También propuso que sería útil que yo «sacase mis entrañas». Eso no va a ocurrir. Sacar las entrañas es asqueroso. Sé de lo que hablo. Hace poco me vi envuelta en un episodio parecido, cortesía de Apofis, la explosiva serpiente del Caos, y no lo recomiendo.

Además, será más útil que te hable del origen de la existencia. Al principio había un gran remolino mágico de un vacío monumental: el Mar del Caos, en ocasiones conocido como Isfet. Del Isfet surgió la Maat, la fuerza del orden y la creación nacida de la locura y la destrucción. El Isfet y la Maat estaban en perfecto equilibrio y en perfecta oposición.

Como las dos caras de la misma moneda, uno no existiría sin el otro. Con el tiempo, aparecieron dos dioses. Apofis salió del Mar del Caos y se deslizó hasta las profundidades más oscuras del abismo, donde se retorcía en un estado de furia y odio constantes. Y de la Maat surgió Ra, el dios del sol. El calor y la luz de Ra el dios del sol.

El calor y la luz de Ra se propagaron hacia fuera a través de la Maat y exploraron el espacio vacío que lo rodeaba. Pero su calor y su luz no encontraron nada ni a nadie. Ra estaba solo. Según la tradición, fue entonces cuando creó a Shu y Tefnut: hermano y hermana, marido y esposa, viento y lluvia.

Pero yo sé lo que ocurrió, porque Ra y yo estuvimos conectados en una ocasión. Ser su huésped me permitió ver la creación a través de sus recuerdos. Sentí cómo él retiraba su calor y su luz del vacío y buscaba compañía hacia el interior. De modo que puedo dar fe de que antes de Shu y Tefnut vinieron Jepri y Jnum —alba y ocaso—, fruto de su soledad. Los tres eran inseparables y al mismo tiempo estaban separados.

Jepri rejuvenecía a Ra cada amanecer y a continuación lo enviaba a través del cielo diurno. Jnum se reunía con él cada anochecer al final de su trayecto y se despedía de él cuando Ra iniciaba su viaje nocturno por la Duat. La presencia de ambos aliviaba la soledad de Ra, pero no la borraba del todo. Él deseaba ardientemente compartir la Maat con otros. Otros que no fueran él y que pudieran aportar complejidad a su existencia, no limitarse a reflejar la uniformidad de su mundo.

Fue entonces cuando creó a Shu y Tefnut. Ellos dieron luz a Geb y Nut, y con el tiempo, les siguieron otros: dioses y diosas, demonios y bestias. Humanos. Plantas. Escarabajos que hacen rodar su propia caca hasta convertirla en bolas.

Y el resto, como se suele decir, es mitología. ¿Por qué he elegido esta historia de entre todas las que existen sobre Ra? Porque trata de la senda de los dioses. Ra me eligió como su hospedadora en parte porque soy una poderosa elementalista del fuego. Pero nuestro vínculo era más profundo. Cuando yo era niña, me arrebataron a mi familia. Me quedé sola como Ra. Mi soledad, la soledad de Ra…, nuestro sentimiento común nos conectó y juntos nos volvimos fuertes. Bueno, ya he acabado. ¿Este es el botón para apagar este trasto…?

Quería preguntarle a Zia por la conexión de Ra con la parte del alma llamada sheut, la sombra. (Las otras cuatro partes son el ba, la personalidad; el ka, la fuerza vital; el ren, el nombre secreto, y el ib, el corazón). ¿Tienen las sheut creadas con la luz del sol de Ra más, ejem, alma que las creadas, por ejemplo, con la luz de una linterna? Y tengo otra pregunta: ¿Tiene Ra una sheut? Y en caso afirmativo, ¿cómo proyecta su propia sombra el dios del sol? —Sadie

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