SETENTA Y SIETE

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Era oficial, el virus había llegado hasta el último rincón de Corea arrasando con más del 20% de la población en tan solo tres días. El doctor Park nunca se hubiera imaginado que el virus contra el que se enfrentaban era tan nocivo para el ser humano, sabía perfectamente que había sido modificado para uso militar, sin embargo, aun cuando sus ojos le mostraban las imágenes que aparecían en todos y cada uno de los noticieros, no podía creerlo.

Nunca antes había sentido tanto terror como el que sintió en ese momento al ver todo el caos y muerte que había provocado el virus en tan poco tiempo, sin embargo, el miedo no era por él, era por sus hijos, sus pequeños hijos que seguían en Corea, estaban en medio del caos y nadie le daba razones de ellos.

Al principio, como a todos los demás, le habían prometido que en cuanto pudieran, el gobierno mandaría a un equipo de rescate hasta Seúl. Los días fueron pasando y sus hijos nunca fueron rescatados, sin embargo, el hombre de mediana edad se negaba a creer que el ejército simplemente le había mentido para que se quedara tranquilo junto con el demás equipo de médicos e investigadores, que al igual que él, exigían el rescate o noticias de sus familiares, que por desgracia se habían quedado atrás.

No fue hasta que lo transfirieron a la isla Jeju, cuando el señor Park perdió todas las esperanzas de ver a sus hijos, efectivamente, había sido engañado por el gobierno o lo que aún quedaba de él, para dejar a su familia, robandole la oportunidad de despedirse por última vez de sus hijos...

...

A primera hora el doctor Park y apenas unas horas después de haber llegado a Busan, fue avisado sobre un nuevo sujeto de prueba, al parecer era un hombre joven que por desgracia había sido infectado con el virus dos días antes, por suerte los médicos habían actuado rápido y el hombre se encontraba estable, su cuerpo estaba respondiendo favorablemente al antídoto, sin embargo, nada estaba seguro, aún existía el riesgo de que el organismo de aquel desafortunado chico lo rechazara.

No había un expediente que leer, últimamente eso había dejado de importar, y más cuando el mundo detrás de aquellos muros se iba desmoronando poco a poco, así que con paso lento y la mente en blanco, el hombre de mediana edad se dirigió a la habitación en donde se encontraba aquel chico luchando contra un virus que tenia todas las de ganar.

Conforme sus pasos se iban acercando a la habitación, el hombre que ya comenzaba a pintar canas debido al intenso estrés al que se enfrenta día a día, iba recordando el procedimiento que tenía que realizar. Se trataba solo de un chequeo de rutina, el cual estaba a cargo del doctor So Won, pero al parecer tenía otro caso que atender esa mañana. Revisar los signos vitales y el ritmo cardíaco, eran algunas de las cosas que tenía que hacer.

Su mente se había perdido recordando esto, por lo que no se dio cuenta cuando llego a la habitación. Con un largo y pesado suspiro lleno de cansancio y hartazgo abrió la puerta lentamente dejando ver una escena que jamas había pasado por su mente. Su respiración se cortó de repente. No podía creer lo que sus ojos se empeñaban a mostrarle.

Aquel chico de cabello castaño completamente alborotado, aquel chico esposado de pies y manos, aquel pobre chico que había perdido casi por completo su vista, era su hijo. Era su pequeño Taehyung, el nuevo sujeto de prueba, era su pequeño...

El hombre no tuvo otra opción más que tragar el nudo que se había formado en su garganta, no quería exponer a su hijo a una emoción así de fuerte, además, quería mantenerse a su lado como doctor, así podría evitar que los demás médicos, por orden del ejército y del pseudo gobierno, pasarán a la fase dos de las pruebas, estaba dispuesto a arriesgar incluso hasta su vida con tal de salvar a su hijo, no iba a permitir que nada ni nadie se lo arrebatara de nuevo.

RESURRECCIÓN |ZOMBIES| (Yoonmin) *EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora