Era oficial, el virus había llegado hasta el último rincón de Corea arrasando con más del 20% de la población en tan solo tres días. El doctor Park nunca se hubiera imaginado que el virus contra el que se enfrentaban era tan nocivo para el ser humano, sabía perfectamente que había sido modificado para uso militar, sin embargo, aun cuando sus ojos le mostraban las imágenes que aparecían en todos y cada uno de los noticieros, no podía creerlo.
Nunca antes había sentido tanto terror como el que sintió en ese momento al ver todo el caos y muerte que había provocado el virus en tan poco tiempo, sin embargo, el miedo no era por él, era por sus hijos, sus pequeños hijos que seguían en Corea, estaban en medio del caos y nadie le daba razones de ellos.
Al principio, como a todos los demás, le habían prometido que en cuanto pudieran, el gobierno mandaría a un equipo de rescate hasta Seúl. Los días fueron pasando y sus hijos nunca fueron rescatados, sin embargo, el hombre de mediana edad se negaba a creer que el ejército simplemente le había mentido para que se quedara tranquilo junto con el demás equipo de médicos e investigadores, que al igual que él, exigían el rescate o noticias de sus familiares, que por desgracia se habían quedado atrás.
No fue hasta que lo transfirieron a la isla Jeju, cuando el señor Park perdió todas las esperanzas de ver a sus hijos, efectivamente, había sido engañado por el gobierno o lo que aún quedaba de él, para dejar a su familia, robandole la oportunidad de despedirse por última vez de sus hijos...
...
A primera hora el doctor Park y apenas unas horas después de haber llegado a Busan, fue avisado sobre un nuevo sujeto de prueba, al parecer era un hombre joven que por desgracia había sido infectado con el virus dos días antes, por suerte los médicos habían actuado rápido y el hombre se encontraba estable, su cuerpo estaba respondiendo favorablemente al antídoto, sin embargo, nada estaba seguro, aún existía el riesgo de que el organismo de aquel desafortunado chico lo rechazara.
No había un expediente que leer, últimamente eso había dejado de importar, y más cuando el mundo detrás de aquellos muros se iba desmoronando poco a poco, así que con paso lento y la mente en blanco, el hombre de mediana edad se dirigió a la habitación en donde se encontraba aquel chico luchando contra un virus que tenia todas las de ganar.
Conforme sus pasos se iban acercando a la habitación, el hombre que ya comenzaba a pintar canas debido al intenso estrés al que se enfrenta día a día, iba recordando el procedimiento que tenía que realizar. Se trataba solo de un chequeo de rutina, el cual estaba a cargo del doctor So Won, pero al parecer tenía otro caso que atender esa mañana. Revisar los signos vitales y el ritmo cardíaco, eran algunas de las cosas que tenía que hacer.
Su mente se había perdido recordando esto, por lo que no se dio cuenta cuando llego a la habitación. Con un largo y pesado suspiro lleno de cansancio y hartazgo abrió la puerta lentamente dejando ver una escena que jamas había pasado por su mente. Su respiración se cortó de repente. No podía creer lo que sus ojos se empeñaban a mostrarle.
Aquel chico de cabello castaño completamente alborotado, aquel chico esposado de pies y manos, aquel pobre chico que había perdido casi por completo su vista, era su hijo. Era su pequeño Taehyung, el nuevo sujeto de prueba, era su pequeño...
El hombre no tuvo otra opción más que tragar el nudo que se había formado en su garganta, no quería exponer a su hijo a una emoción así de fuerte, además, quería mantenerse a su lado como doctor, así podría evitar que los demás médicos, por orden del ejército y del pseudo gobierno, pasarán a la fase dos de las pruebas, estaba dispuesto a arriesgar incluso hasta su vida con tal de salvar a su hijo, no iba a permitir que nada ni nadie se lo arrebatara de nuevo.
Sus piernas temblaban al igual que sus labios, incluso tenía miedo que el extraño chico que acompañaba y que se aferraba a su hijo, notará las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos. Con cuidado y evitando en todo momento levantar el rostro, realizó el chequeo rutinario a su hijo y sin formular una palabra, salió de la habitación con el corazón latiendo como un loco, el sentimiento que lo agobiaba era difícil de describir con palabras, por un lado, estaba feliz de ver de nuevo a su hijo, por otro lado, el destino había sido cruel con él al permitirle ver de nuevo a su hijo en medio de esa horrible situación.
Su boca se sentía seca, su corazón brincaba como un loco y sus piernas y manos temblaban al recordar la imagen de su hijo esposado a la camilla, completamente cegado por los efectos del virus. ¿qué había pasado?, ¿quién era ese joven que miraba a su hijo con tanta ternura?, ¿donde estaba Jimin?...
...
-qué extraño... - murmuró Hoseok haciendo un pequeño puchero, una vez que el medico salio de la habitación.
-¿qué sucede?- pregunto el castaño con una pequeña sonrisa por lo tierno que se había sonado su novio.
-ese hombre, nunca lo había visto antes... - explicó Hoseok aun extrañado, no por ver a un nuevo médico, sino más bien por su extraña actitud.
-¿era guapo?... - pregunto Taehyung pretendiendo estar celoso.
-no más que tú... - sonrió Hoseok de buena gana olvidándose por completo del hombre y besando la frente del castaño. Pronto llegaría Jimin, por lo que tenía que aprovechar esos pocos minutos que le quedaban al lado de Taehyung.
...
La noche había llegado antes gracias al fuerte diluvio que cubría el camino. Al parecer de Yoongi, las cosas iban de mal en peor, pues ahora con la intensa lluvia, su tarea se había tornado aún más peligrosa, gracias a esta no solo tenían que evitar hacer ruido, sino que también, se había limitado su vista y su audición, era casi como si la vida se empeñara en complicar aún más las cosas. Incluso, no era el único que pensaba igual que él, momentos antes de que el camino quedará cubierto por la densa capa de agua que impedía que vieran bien el camino por el que iban pasando, el sargento Woo bin había maldecido a los cielos, frustrado por todo lo que estaba pasando a su alrededor.
Sin embargo, lo que no sabían los hombres al interior del camión era que lo peor aún estaba por llegar, pues aun cuando el conductor bajó la velocidad, la fuerte lluvia no le dejó ver la pila de cuerpos putrefactos se amontonaban unos a otros colocados de manera estratégica a lo largo de la carretera, como si de una especie de barrera se tratara. A pesar de los esfuerzos del conductor, este no pudo evitar que el camión derrapara chocando con la pila de cuerpos, que para desgracia de los hombres, quienes habían sido lanzados de sus asientos, no estaban muertos, o al menos no del todo...
-¡Maldita sea! - exclamó el sargento con terror - tomen sus malditas armas y disparen hasta que yo diga. - ordenó con desesperación aferrándose con ambas manos a su AK-40.
-¿que estamos esperando?... - murmuró molesto uno de los hombres detrás de Yoongi, evitando levantar la voz.
-a que esas cosas entren en trance. - murmuro de vuelta Yoongi con la mirada fija en la decena de cuerpos que poco a poco se iban poniendo de pie.
-y, ¿qué pasa con el ruido que hizo el maldito camión al derrapar?... - preguntó otro más - es obvio que no fueron los únicos que lo escucharon...
-Tienes razón... - concordó el sargento - tomen sus armas, cúbranse las espaldas unos con otros - ordenó el hombre con firmeza - debemos acabar con ellos ahora que son pocos, asegúrense de que su arma tenga silenciador o si no, dense por muertos. - sin decir otra palabra, fue el primero en bajar, seguido de Yoongi y de los demás hombres, sólo el conductor se quedó arriba del camión, listo para salir de ese lugar en cuento el sargento se lo ordenara.